Observar el terrorismo yihadista
En pol¨ªtica no se debe ser ambiguo y mucho menos equidistante
O se est¨¢, o no se est¨¢. Lo que no se puede, o no se debe al menos, es colocarse en la foto, pero evitar compromiso alguno. Eso sucedi¨® el lunes pasado en la reuni¨®n del pacto contra el terrorismo yihadista, en el que un buen grupo de partidos pol¨ªticos acudieron como observadores sin haber querido firmar un pacto que ha conseguido importantes logros desde 2015. En pol¨ªtica, no se debe ser ambiguo y mucho menos equidistante.
Adem¨¢s de los partidos nacionalistas e independentistas, Podemos envi¨® a varios representantes a la reuni¨®n para observar lo que hac¨ªan las fuerzas pol¨ªticas m¨¢s responsables (PP, PSOE, Ciudadanos y otras minoritarias), hacer votos posteriores por la unidad contra el terrorismo y dedicarse m¨¢s tarde a tuitear cr¨ªticas contra el sistema y dar lecciones de moral, de pol¨ªtica internacional y hasta de periodismo. Eso s¨ª, el s¨¢bado acudir¨¢n a la manifestaci¨®n de Barcelona.
Pablo Iglesias y los dos subalternos que est¨¢n ahora m¨¢s cerca del l¨ªder (Pablo Echenique y Juan Carlos Monedero), llevan desde los atentados del 17 de agosto pontificando sobre lo divino y lo humano, sin dar el paso definitivo de unirse al Estado en la lucha contra uno de los problemas m¨¢s graves que tiene Occidente en estos tiempos: el terrorismo yihadista que asola a todo el mundo.
No es para extra?arse, aunque s¨ª para sacar conclusiones de lo que representa el partido morado: populismo puro y duro. Llevan jugando a eso desde que entraron en el Parlamento en una coalici¨®n con m¨¢s de cinco millones de votos (la tercera fuerza pol¨ªtica parlamentaria). Recientemente han aplicado la misma receta (s¨ª pero no) con el pacto de Estado contra la violencia machista y, sobre todo, frente al desaf¨ªo soberanista catal¨¢n.
En el primer caso, Podemos particip¨® activamente en la elaboraci¨®n de las medidas contra la violencia de g¨¦nero y, a ¨²ltima hora, se abstuvieron en la votaci¨®n definitiva. El primer partido de la izquierda radical quer¨ªa dejar muy claro que ellos no son iguales que el resto de las fuerzas pol¨ªticas. Algo parecido a lo que hicieron con la subida del salario m¨ªnimo interprofesional pactada por PP, PSOE y Ciudadanos, y algunas otras medidas pol¨ªticas y sociales consensuadas en el Congreso.
En cuanto a Catalu?a, la situaci¨®n es todav¨ªa m¨¢s sangrante. No se alinean abiertamente con Junts pel S¨ª y la CUP, pero defienden el derecho a decidir y han bautizado el refer¨¦ndum ilegal del 1 de octubre como una movilizaci¨®n democr¨¢tica. Vuelven a ser observadores de un conflicto que parece que no va con ellos y del que pretenden obtener r¨¦ditos pol¨ªticos con una equidistancia tan lamentable como cuando calificaron a Arnaldo Otegui de preso pol¨ªtico.
Iglesias y su corte actual (?cu¨¢nto durar¨¢n al lado del elegido?) solo abandonan la postura de observadores cuando dentro de su propio partido alguien osa criticar sus maniobras ocultas para incluir en sus estatutos art¨ªculos que no hab¨ªan votado las bases. Entonces, dejan de observar y pasan a la acci¨®n queriendo laminar a los miembros del comit¨¦ de garant¨ªas que quieren cumplir con su obligaci¨®n: garantizar la legitimidad de una fuerza pol¨ªtica que presume de transparencia. Por sus obras los conocer¨¦is.
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