Los se?ores del castillo buscan comprador
Las propiedades con escudo de armas cotizan al alza para los inversores extranjeros
¡°Es mi guardia suiza¡±. Eduardo Gil Lang, vigesimoprimer se?or del castillo de Los Velasco, bromea mientras abre la verja de la muralla. Sus particulares guardias son dos pastores blancos suizos, dos perros de una belleza casi mitol¨®gica, que parecen sacados de un tapiz medieval. Hasta en eso cuida los detalles este bilba¨ªno que en los a?os noventa hered¨® de su madre la fortaleza familiar: una imponente construcci¨®n del siglo XIV situada en el Valle de Mena, en la provincia de Burgos. Desde entonces ha dedicado su vida y sus esfuerzos a recuperar estos muros. ¡°Casi me ponen una camisa de fuerza¡± dice entre carcajadas. ¡°Dec¨ªan que estaba loco. Pero lo ten¨ªa muy claro, entonces lo ten¨ªa muy claro¡±.
Ahora lo que tiene claro es que quiere venderlo. Cuenta que por problemas de salud. Operado dos veces de la espalda, aquejado de gota, Eduardo Gil Lang busca sol y tranquilidad. ¡°El chasis me lo han pintado bien, pero las lesiones van por dentro. La vida tiene que dar un cambio, que siga otro y que lo conserve al menos como est¨¢¡±. Colg¨® el cartel de se vende en 2013 y aunque ha recibido muchas ofertas ¨Ccasi todas de extranjeros- ninguna ha llegado a cristalizar. ¡°Hay mucho comprador dando vueltas, pero tambi¨¦n hay mucho fake¡±. Y Eduardo explica que hay quien se interesa, le pide que se lo reserve sin ni siquiera verlo y luego no da se?ales de vida. Tambi¨¦n ha habido cadenas hoteleras y hasta alg¨²n noble europeo lejanamente emparentado con la familia. ¡°El que lo compre tiene que ser un poquito caprichoso y con ganas de seguir manteni¨¦ndolo¡±.
Lo que se va a encontrar el comprador del castillo de los Velasco es la mezcla perfecta entre el siglo XIV y el XXI. Fortaleza por fuera, mansi¨®n tecnol¨®gica por dentro. Precio final: 2.750.000 euros. Seg¨²n Gil Lang el importe ya est¨¢ ajustado a la crisis.
¡°Vender un castillo es bastante dif¨ªcil. Porque ?qui¨¦n viene con un mill¨®n de euros, con dos o seis para comprar una propiedad? Requiere bastante tiempo¡±. Lo explica Elvira Fafi¨¢n, toda una experta en este mercado. Es la gerente de una inmobiliaria especializada en la venta de castillos, casas se?oriales y aldeas abandonadas. ¡°Estamos en un momento muy bueno. Antes para los extranjeros era impensable que en Espa?a se pudieran comprar este tipo de propiedades. Les choca mucho y eso nos abre muchas puertas fuera¡±. El inversor extranjero no s¨®lo compra el edificio. Tambi¨¦n compra historia. Por eso se cotizan las propiedades con escudo de armas. ¡°Les encantan los escudos familiares, es una cosa emblem¨¢tica para ellos porque en su pa¨ªs es lo m¨¢s gr¨¢fico¡±, explica Elvira Fafi¨¢n.
Con reforma se vende peor
La reforma se puede convertir en el mayor impedimento para la venta. Es lo que sucede con el castillo de Maqueda, un edificio del siglo X situado en el pueblo toledano del mismo nombre para el que el Gobierno busca comprador desde 2013. Reformado para acoger el museo de la Guardia Civil, su precio en subasta se ha tenido que rebajar. Se invirtieron 7,4 millones para acondicionarlo. Ahora intentan venderlo, sin ¨¦xito, por 5,3.
Pablo Schnell, arque¨®logo de la Asociaci¨®n Espa?ola de los Castillos, lo ha visitado. ¡°Tiene hasta las vitrinas, un auditorio. Est¨¢ acabado a falta de poner las piezas. Es muy dif¨ªcil que un particular vaya a comprar un castillo para hacer un museo. Se compran para eventos. Y un museo no se termina de adecuar a eso¡±.
Pero a veces el Mr. Marshall de las almenas no termina de llegar. No le lleg¨® a Luis S¨¢nchez cuando hace m¨¢s de treinta a?os su familia le encarg¨® la venta del castillo de Puente del Congosto, en Salamanca. ¡°Vinieron a verlo algunas personas y no hubo valientes que se atrevieran. Y como era herencia familiar, me dio un poco de amor propio y dije: venga, lo compro yo, ?qu¨¦ le vamos a hacer?¡±. Lo que hizo fue una obra que se ha prologando casi cuatro d¨¦cadas. ¡°?Qui¨¦n me iba a decir que mi afici¨®n a la historia iba a acabar as¨ª? Vivi¨¦ndola en primera persona¡±.
Luis S¨¢nchez ha convertido el castillo de Puente del Congosto en una fortaleza en la que protege la cultura tradicional de la comarca. Con un peque?o museo de oficios perdidos. Todo meticulosamente rotulado. Porque Luis cree que hay que guardar las cosas y las palabras. ¡°Ya nadie recuerda los nombres de todas las piezas de un arado romano¡±. Y explica el significado de medir con el mismo rasero cogiendo esa pieza de madera y pas¨¢ndola por encima de una fanega ¡°como se hac¨ªa entonces¡±.
Recorre su fortaleza repitiendo los nombres de cada elemento constructivo. Esos que ha ido recuperando durante d¨¦cadas con la complicidad de toda la familia. Cuando sus hijos eran peque?os la complicidad se traduc¨ªa en casta?etear de dientes y constipados. Dorm¨ªan en una mole de piedra sin puertas ni ventanas, abrig¨¢ndose como pod¨ªan. Despu¨¦s reconstruyeron los dormitorios. Y poco a poco, todo lo dem¨¢s. ¡°Nosotros no tenemos duelo ni reticencia ninguna. Si hay que ponerse a fregar, fregamos. Si hay que barrer, se barre. Yo estaba barriendo ahora mismo¡±. Y su hijo Carlos, un economista que se ha especializado en la historia de la zona, arregla un interruptor para que nada falle en la boda que se va a celebrar en el patio de armas el siguiente fin de semana. El mismo Luis se encarama en un tejado para enderezar la veleta. ¡°Anda que esto c¨®mo est¨¢¡±.
¡°Con las bodas sacamos alg¨²n dinerillo, no mucho, pero va cubriendo poco a poco los gastos. No lo queremos arrendar a una cadena hotelera, porque ser¨ªa muy duro tener que pedir permiso para dormir aqu¨ª¡±. A este octogenario de energ¨ªa sin fin se le oscurece el gesto solo de pensarlo. ¡°Pero esto es un gasto muy grande y nadie nos paga nada¡±.
Es la misma queja de Eduardo Gil Lang. ¡°El propietario se queda solo y tiras con tu p¨®lvora, no con la p¨®lvora del rey¡ Por lo menos que nos den facilidades¡±. Seg¨²n Pablo Schnell, arque¨®logo y directivo de la Asociaci¨®n Espa?ola de Amigos de los Castillos, ¡°el problema es que en Espa?a no existen las leyes de mecenazgo como en otros pa¨ªses y el propietario tiene muy pocas ayudas para mantener estos edificios hist¨®ricos, que adem¨¢s tienen una serie de limitaciones porque son bienes de inter¨¦s cultural¡±. El consuelo, dice Schnell ¡°es que en los ¨²ltimos 25 a?os el panorama es mejor, porque antes no se valoraban los castillos. No tienen la belleza de una iglesia o de un monasterio. Ahora que ya tenemos hecho el gusto, los sabemos reconocer¡±.
La asociaci¨®n tiene inventariadas 10.400 fortificaciones. Pero son conscientes de que hay m¨¢s todav¨ªa sin catalogar. Muchos languidecen sin remedio. Apenas unas piedras que han retado al tiempo y al desd¨¦n. Son sombras fantasmag¨®ricas de lo que un d¨ªa fueron. Aunque castillos y espectros siempre han ido de la mano. Luis S¨¢nchez tiene una ¡°sabana con ojitos para cuando vienen los ni?os a visitarlo¡±. Y Eduardo Gil Lang no duda de qui¨¦n es el fantasma de su fortaleza. ¡°Soy yo. Que adem¨¢s soy de Bilbao¡±. Y con una carcajada m¨¢s, el vigesimoprimer se?or del castillo de los Velasco, le da unas cari?osas palmadas a sus perros y cierra con cuidado la verja por la que espera que un d¨ªa entre un buen comprador.
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