Puigdemont planea un refer¨¦ndum sin urnas transparentes ni cabinas
Las normas de la Generalitat para el 1-O eliminan muchas de las garant¨ªas de otros procesos electorales
¡°Ya tenemos m¨¢s de 6.000 urnas. No veo c¨®mo el Estado puede frenar el 1-O¡±, presumi¨® el president Carles Puigdemont al Financial Times el pasado 25 de agosto. Puigdemont no aclar¨® c¨®mo las ha conseguido. Ni d¨®nde las guarda. La pugna por las urnas ha sido una de las escaramuzas previas al choque de trenes del 1 de octubre, con el Estado y la Generalitat jugando al rat¨®n y al gato. Sin urnas no hay refer¨¦ndum, como tampoco sin papeletas o colegios electorales.
No se sabe c¨®mo son las urnas que asegura tener escondidas Puigdemont, pero s¨ª puede suponerse c¨®mo no son. El decreto de normas complementarias para la celebraci¨®n del refer¨¦ndum, aprobado por la Generalitat el pasado d¨ªa 7, se?ala que ¡°cada mesa electoral dispondr¨¢ de una urna de material resistente con una tapa que incluir¨¢ una ranura en el centro por donde se introducir¨¢n los votos¡±. Lo que no dice, al contrario que el real decreto 605/1999, en el que se han basado hasta ahora todos los procesos electorales en Catalu?a, es que las urnas deber¨¢n ser de ¡°material transparente¡±, lo que supone una garant¨ªa contra el fraude.
En la ¡°consulta participativa¡± del 9 de noviembre de 2014 se emplearon urnas de cart¨®n, confeccionadas por presos, pero Puigdemont prometi¨® a la CUP que esta vez ser¨ªan urnas de verdad (metacrilato) para dar mayor solemnidad al proceso. No resulta tan f¨¢cil: la Generalitat tuvo que declarar desierto en junio pasado un concurso para adquirir 8.000 urnas, a raz¨®n de unos 20 euros por unidad (10 veces m¨¢s que las del 9-N), mientras Hacienda fiscalizaba semanalmente sus gastos para impedir el desv¨ªo de un solo euro para el refer¨¦ndum.
El objetivo de la norma que obliga a que las urnas sean transparentes es garantizar que no se cuelan papeletas fraudulentas por lo que, adem¨¢s, estas son precintadas por los secretarios de las juntas electorales antes de entreg¨¢rselas a los presidentes de las mesas. Sin embargo, seg¨²n las normas del refer¨¦ndum del 1-O, ser¨¢n los propios miembros de las mesas e interventores los encargados de precintarlas.
En realidad, el decreto de normas complementarias del refer¨¦ndum no hace m¨¢s que copiar, casi textualmente, el de 4 de agosto de 2015 que regulaba la celebraci¨®n de las elecciones al Parlamento catal¨¢n del 27 de septiembre de aquel a?o. Pero incluye algunos cambios, que no son casuales.
Por ejemplo, y no es un tema menor en un refer¨¦ndum en el que existe una fuerte presi¨®n social, no prev¨¦ la existencia de cabinas en los colegios para garantizar el secreto del voto, cuyas caracter¨ªsticas t¨¦cnicas y dimensiones se fijan al detalle en todas las convocatorias electorales. En cambio, el decreto del 1-O se limita a se?alar que ¡°se habilitar¨¢ [¡] un espacio a fin de que los electores que lo deseen puedan marcar la opci¨®n preferida en la papeleta manteniendo el secreto del voto¡±. Eso s¨ª, los votantes no se podr¨¢n traer la papeleta impresa de casa, como sugiri¨® el conseller de Presidencia, Jordi Turrull: seg¨²n el decreto, las papeletas ¡°ser¨¢n confeccionadas y distribuidas¡± por la Generalitat.
Si no fuera porque la propia ley del refer¨¦ndum ha sido suspendida por el Constitucional, las normas dictadas por la Generalitat para su celebraci¨®n incluyen suficientes motivos de impugnaci¨®n. Por ejemplo, usa el censo electoral de 30 de marzo pasado, en lugar del de dos meses antes de la convocatoria; no fija un plazo para la consulta del censo ni para presentar reclamaciones; deja en manos de la Generalitat, y no de los ayuntamientos, la formaci¨®n de las mesas electorales; no incluye el pago de indemnizaciones ni la protecci¨®n de la Seguridad Social para los miembros de las mesas; y, sobre todo, no prev¨¦ la posibilidad de recurrir su resultado ante los tribunales.
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