Ibarretxe nunca lleg¨® tan lejos como Mas y Puigdemont en el desaf¨ªo al Estado
La reacci¨®n social pone un l¨ªmite a los desaf¨ªos soberanistas
La situaci¨®n a la que han llevado a Catalu?a Artur Mas desde 2012 y, tras su cese en 2016, Carles Puigdemont, recuerda a la que vivi¨® Euskadi, entre 2004 y 2009, con el lehendakari Juan Jos¨¦ Ibarretxe. Apostaron por planes soberanistas. Mas e Ibarretxe adelantaron elecciones tras fracasar ante los tribunales, perdieron apoyos y finalmente fueron devorados por el proceso. La diferencia radica en que Ibarretxe no lleg¨® tan lejos como Mas y Puigdemont en su desaf¨ªo al Estado. Ibarretxe sigui¨® los procedimientos legales. Fueron los contenidos de sus planes los que desbordaron la legalidad y, adem¨¢s, su ca¨ªda arrastr¨® la de su proyecto soberanista. Su partido, el PNV, perdi¨® el Gobierno vasco, se adapt¨® a la legalidad y le sacrific¨®. Puigdemont, tras ser vetado Mas por la CUP, ha llevado su planes soberanistas m¨¢s all¨¢ del l¨ªmite al saltarse hasta los procedimientos legales. Ambos procesos han provocado una fractura social que les ha pasado factura.
Ibarretxe plante¨® su plan soberanista, con la pretensi¨®n ilusoria de acabar con el terrrorismo de ETA asumiendo el derecho a la autodeterminaci¨®n. Lo aprob¨® en diciembre de 2004 en el Parlamento vasco por 39 votos del bloque nacionalista -incluidos tres de Batasuna- frente a 35 del PSE y PP. A diferencia de lo que har¨ªan Mas y Puigdemont una d¨¦cada despu¨¦s, Ibarretxe acudi¨® al Congreso el 1 febrero de 2005 para ratificarlo, siguiendo los procedimientos de la reforma estatutaria. La mayor¨ªa del PSOE y PP lo derrot¨® por 313 votos frente a 29 del bloque nacionalista.
La respuesta de Ibarretxe fue convocar elecciones. Mas hizo lo mismo, en septiembre de 2012, cuando el presidente Rajoy rechaz¨® su propuesta de pacto fiscal, presentada dos semanas despu¨¦s de la celebraci¨®n de una multitudinaria Diada, expresi¨®n del malestar catal¨¢n por los recortes econ¨®micos, suscitados por la recesi¨®n, y estatutarios, tras atender el Tribunal Constitucional el recurso del PP contra el Estatuto refrendado..
Ibarretxe, que confiaba en ampliar su apoyo, gan¨® las elecciones en abril de 2005, pero perdi¨® cuatro esca?os. Batasuna, entonces ilegalizada, se present¨® como?el Partido Comunista de las Tierras Vascas y subi¨® dos. Mas, que confiaba en capitalizar la multitudinaria Diada con una ampliaci¨®n de su apoyo, retrocedi¨® como Ibarretxe. Perdi¨® 12 esca?os mientras sub¨ªa ERC. Despreciaron el aviso de que la radicalizaci¨®n independentista les perjudicaba.
Ibarretxe, que a¨²n dispon¨ªa de mayor¨ªa nacionalista en el Parlamento vasco, con Batasuna, continu¨® en su huida hacia adelante y aprob¨® una Ley de consultas, que reconoc¨ªa el "derecho a decidir", en junio de 2008. Recurrida por el Gobierno de Zapatero, el Tribunal Constitucional la declar¨® ilegal en septiembre. Ibarretxe acat¨® la sentencia. Volvi¨® a convocar elecciones para marzo de 2009 y las gan¨®. Pero perdi¨® el Gobierno porque el PSE y PP al sumar mayor¨ªa le desalojaron por considerar prioritario liquidar su plan soberanista.
Mas, como Ibarretxe, apost¨® por la huida hacia adelante y en enero de 2013 el Parlamento catal¨¢n aprob¨® una declaraci¨®n de soberan¨ªa. En septiembre de 2014 aprob¨® una Ley de Consultas y, pese a su anulaci¨®n por el Tribunal Constitucional, el 9 de noviembre celebr¨® una consulta no vinculante. Siguiendo adelante con su plan celebr¨® nuevas elecciones en septiembre de 2015. Su partido, asociado a una ERC en alza, necesit¨® de la CUP para gobernar, que impuso la ca¨ªda de Mas al vincularlo con los recortes econ¨®micos y la corrupci¨®n.
Puigdemont, su sucesor, ha llevado el plan soberanista al extremo desbordando no s¨®lo los contenidos sino los procedimientos legales. La supresi¨®n del r¨¦gimen auton¨®mico, su sustituci¨®n por una Ley de Transitoriedad a la independencia y la ratificaci¨®n en un refer¨¦ndum, salt¨¢ndose todos los procedimientos legales, es algo que nunca os¨® Ibarretxe.
Una clave de la ca¨ªda de Ibarretxe y su plan, a diferencia de la resistencia del proceso catal¨¢n, fue su contaminaci¨®n por la violencia al ser apoyado por Batasuna, lo que arreci¨® la hostilidad de los partidos constitucionalistas, medios de comunicaci¨®n, una mayor¨ªa de la intelectualidad vasca y la c¨²pula empresarial. Su partido, el PNV, discrep¨® de su gesti¨®n de la Ley de consultas, de la fractura social que gener¨® y cuando perdi¨® las elecciones, lo apart¨® y abandon¨® el soberanismo unilateral.
La movilizaci¨®n pac¨ªfica del independentismo catal¨¢n y las torpezas del Gobierno han contribuido a su resistencia. Pero despreciar la legalidad y fracturar la sociedad tienen un l¨ªmite. A diferencia del PNV, que reaccion¨® a tiempo, a Mas y Puigdemont el destrozo de su partido, la antigua CiU, no les sirvi¨® de aviso. Ahora se encuentran con una seria movilizaci¨®n social en contra, como acredit¨® la multitudinaria manifestaci¨®n del domingo, que les ha alarmado. Lo mismo que el serio aviso de la c¨²pula empresarial y de la Uni¨®n Europea. En consecuencia, el independentismo se agrieta.
En Euskadi, el desaf¨ªo soberanista se zanj¨® con unas elecciones en las que fue desalojado su impulsor, Ibarretxe. En Catalu?a es posible que acabe igual. Pero Puigdemont, o alguien de su bloque, tiene a¨²n la oportunidad de intentar el giro a la legalidad y a la convivencia.
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