La semana en la que todo bascul¨®
Puigdemont hizo una declaraci¨®n de independencia deliberadamente ambigua mientras Rajoy y S¨¢nchez fraguaban un acuerdo
El pasado lunes, sobre las nueve y media de la noche, Artur Mas sali¨® discretamente del Palau de la Generalitat. No lo hizo por la puerta principal, como cuando era president, sino por la lateral, la de la Casa dels Canonges. Acababa de reunirse con el actual inquilino de la instituci¨®n, Carles Puigdemont, y su aspecto denotaba la gravedad del momento. Fuera, con los m¨®viles timbrando por las alertas sobre fugas de empresas catalanas, todo el mundo se preguntaba si el presidente declarar¨ªa la independencia al d¨ªa siguiente. Mas ten¨ªa informaci¨®n de primera mano, pero se fue con una sonrisa p¨ªcara y evitando a los escasos periodistas que quedaban all¨ª.
La situaci¨®n de impase que vive el independentismo catal¨¢n no se entiende sin saber lo ocurrido ese lunes 9, cuando Carles Puigdemont comenz¨® a escuchar incesantes cantos de sirena de uno y otro lado para condicionar la decisi¨®n m¨¢s importante que hab¨ªa de tomar en su vida y que anunciar¨ªa en el pleno del d¨ªa siguiente, el del 10 de octubre: si declaraba o no la independencia de Catalu?a.
Artur Mas, sucesor del viejo patriarca Jordi Pujol, nunca se dio por retirado de la vida pol¨ªtica ni oculta su deseo de ser el presidente de una futura rep¨²blica catalana, lo que explica que ese lunes participara en un almuerzo en el Palau de la Generalitat con Puigdemont y Marta Pascal, la coordinadora general del PDeCAT. Tambi¨¦n estuvieron, con la normalidad con la que habitualmente se mueven por el Palau, los dirigentes de las organizaciones privadas Asamblea Nacional Catalana (Jordi S¨¤nchez) y ?mnium (Jordi Cuixart), acusados de sedici¨®n y principales movilizadores de la gente en la calle. All¨ª se deb¨ªa pactar la declaraci¨®n de independencia y las l¨ªneas principales de la intervenci¨®n de Puigdemont, que se mostr¨® decidido.
Despu¨¦s del almuerzo, durante la tarde, continuaron las reuniones y, seg¨²n se suced¨ªan, las familias del independentismo estaban m¨¢s convencidas de que se proclamar¨ªa la secesi¨®n de Catalu?a. Hab¨ªan pactado la redacci¨®n del contenido y, pasadas las siete de la tarde, la ANC comenz¨® a invitar a salir a la calle al d¨ªa siguiente para vivir el inicio de la rep¨²blica catalana. Los Mossos d¡¯Esquadra decidieron cerrar el parque de la Ciutadella, donde est¨¢ el Parlament, ante la instalaci¨®n de dos pantallas gigantes de televisi¨®n en el paseo de Llu¨ªs Companys.
Mientras, en Madrid, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, hab¨ªa presidido la reuni¨®n del comit¨¦ de direcci¨®n del PP a sabiendas de que el ala m¨¢s conservadora del partido estaba inquieta por la celebraci¨®n del refer¨¦ndum y la inacci¨®n contra Puigdemont, el vicepresidente Oriol Junqueras y el resto de impulsores del desaf¨ªo independentista. Ante sus colaboradores, Rajoy garantiz¨® ¡°mano firme¡± y suaviz¨® las tensiones al comprometerse a ¡°tomar las medidas necesarias¡± para impedir la independencia.
A las diez de la ma?ana del martes, ocho horas antes de que comenzara el pleno en el que se preve¨ªa la proclamaci¨®n de la independencia, Puigdemont reuni¨® a los miembros de su Govern y exterioriz¨® las dudas que hab¨ªan comenzado a aturdirle, apenas horas despu¨¦s de mostrar su convencimiento sobre la declaraci¨®n de independencia. D¨ªas antes, el Banco Sabadell y La Caixa hab¨ªan anunciado la decisi¨®n de fijar su domicilio social fuera de Catalu?a y un sinf¨ªn de empresas alegaban inseguridad jur¨ªdica para trasladarse a otros territorios. Entre los suyos, aumentaban las voces que le llamaban a frenar la declaraci¨®n unilateral. Puigdemont decidi¨® consultar, pedir consejo.
El debate en el Consejo de Ministros sobre c¨®mo modular el 155 fue intensa
Pregunt¨® a los consejeros de su Gobierno si apoyaban la declaraci¨®n de independencia u optaban por declarar la secesi¨®n y suspenderla de forma inmediata con el argumento de intentar una mediaci¨®n internacional. Y encontr¨® el cobijo que buscaba. Seg¨²n las fuentes consultadas, todos votaron por esta ¨²ltima v¨ªa excepto la titular de Ense?anza, Clara Ponsat¨ª, partidaria de la independencia unilateral. Oriol Junqueras se abstuvo, poni¨¦ndose de perfil en un momento decisivo.
Puigdemont sali¨® de la reuni¨®n teniendo claro qu¨¦ hacer.
El mensaje de Tusk
Mientras, en Estrasburgo, el presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, abandon¨® la ambig¨¹edad de los ¨²ltimos meses: ¡°Hace d¨ªas ped¨ª al presidente espa?ol, Mariano Rajoy, que solucione el problema con di¨¢logo, sin recurrir a la fuerza: la fuerza de los argumentos es siempre mejor que el argumento de la fuerza¡±, dijo. ¡°Hoy el mensaje es para el se?or Puigdemont. Respete el orden constitucional y no anuncie una decisi¨®n que imposibilitar¨ªa el di¨¢logo¡±.
Las cargas policiales alteraron las conversaciones entre PP y PSOE
El mensaje europeo fortaleci¨® la idea de Puigdemont de no seguir adelante con una declaraci¨®n que no tuviera marcha atr¨¢s. Pero el president no contaba con la respuesta de sus socios parlamentarios de la CUP, con los que el d¨ªa anterior hab¨ªa pactado una declaraci¨®n unilateral y sin suspensi¨®n. Hasta despu¨¦s de comer, los anticapitalistas no se enteraron de sus intenciones.
El president lleg¨® al Parlament poco despu¨¦s de las cinco de la tarde en un ambiente de extrema expectaci¨®n. Se reuni¨® con, al menos, dos de los parlamentarios de la CUP, Carles Riera y Benet Salellas.
A las 18.00, con m¨¢s de mil periodistas acreditados, todos los diputados de la oposici¨®n ocuparon sus esca?os. Pero medio hemiciclo permanec¨ªa vac¨ªo. Dentro de un despacho, los miembros de la CUP mostraban su indignaci¨®n por el quiebro de Puigdemont, que minutos antes les hab¨ªa entregado una copia de su intervenci¨®n. Nada que ver con lo pactado.
Junts pel S¨ª pidi¨® entonces a la presidenta de la C¨¢mara, Carme Forcadell, que aplazara una hora el inicio de la sesi¨®n, pero el reglamento no lo permite, lo que oblig¨® al propio president a pedirlo por escrito.
En esos 60 minutos, Puigdemont consigui¨® convencer a la CUP.
Poco despu¨¦s de las siete se inici¨® el pleno. Puigdemont ley¨® su intervenci¨®n, en la que anunci¨® que asum¨ªa el mandato del refer¨¦ndum del 1 de octubre para a continuaci¨®n pedir que se suspendieran los efectos de la declaraci¨®n de independencia. Los diputados de la CUP le recordaron que eso no era lo pactado, le reprocharon haberse enterado una hora antes de lo que iba a pasar y escenificaron su enfado no aplaudiendo lo que se hab¨ªa previsto como una declaraci¨®n hist¨®rica. Arran, organizaci¨®n juvenil ligada a la CUP, acus¨® a Puigdemont de consumar ¡°una traici¨®n inadmisible¡±.
Rajoy redefine su estrategia tras pactar con S¨¢nchez
Tras el acuerdo del pasado martes entre el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el l¨ªder del PSOE, Pedro S¨¢nchez, se abri¨® un tiempo de espera en el que se aguarda la respuesta del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. Dos jornadas han marcado la agenda desde entonces.
El jueves 12, d¨ªa de los actos del D¨ªa de la Fiesta Nacional, sirvi¨® para escenificar el apoyo de los partidos y numerosas organizaciones sociales al Rey y la Constituci¨®n frente al reto de la Generalitat. Miles de personas se agolparon en las calles para el desfile militar. A la recepci¨®n en el Palacio Real acudi¨® medio centenar m¨¢s de invitados que el a?o anterior. Se ausentaron los representantes de partidos independentistas y nacionalistas, los presidentes auton¨®micos de Catalu?a, Pa¨ªs Vasco y Navarra, y los principales l¨ªderes de Podemos.
Muchos de los pol¨ªticos presentes coincid¨ªan en que el Gobierno por fin hab¨ªa recuperado la iniciativa. Hab¨ªa consenso en que el art¨ªculo 155 debe ser empleado para convocar elecciones auton¨®micas. Y se puso sobre la mesa una garant¨ªa: todo est¨¢ listo en el Senado para activar el procedimiento con el que se pondr¨ªa en marcha esta previsi¨®n constitucional.
El otro d¨ªa clave es el viernes 13. La vicepresidenta Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa lanz¨® la ¨²ltima apelaci¨®n del Gobierno al di¨¢logo dentro de la ley, y se?al¨® a Puigdemont como el responsable de las previsiones de desaceleraci¨®n de la econom¨ªa catalana. Apenas dos semanas despu¨¦s de que el Gobierno oficializara que no consideraba ni a Puigdemont ni a Junqueras como interlocutores legitimados para encauzar la crisis provocada por el refer¨¦ndum, la n¨²mero dos de Rajoy ofreci¨® una alternativa. Ese di¨¢logo, dijo, puede darse, pero debe ser en el Congreso. Por el momento, la posibilidad de una negociaci¨®n bilateral entre el presidente del Gobierno y el de la Generalitat queda cancelada.
El pleno acab¨® poco despu¨¦s de las nueve de la noche. Puigdemont fue el ¨²ltimo diputado en abandonar el hemiciclo y, cuando lo hizo, fue para subir a la tribuna de invitados donde le esperaba Artur Mas, su predecesor y quien lo ungi¨® como sucesor en 2016.
Media hora despu¨¦s, Junts pel S¨ª y la CUP escenificaron su voluntad de llegar hasta el final pese a la fractura que hab¨ªa dejado la intervenci¨®n de Puigdemont, y los 72 diputados independentistas firmaron lo que s¨ª era una declaraci¨®n de independencia y que ten¨ªa que haber le¨ªdo el president. Tras ese acto, con toques de solemnidad pero sin validez jur¨ªdica, los anticapitalistas advirtieron de que hab¨ªa quedado ¡°tocada¡± la relaci¨®n de confianza con Puigdemont, al que dieron un mes de plazo para culminar la supuesta mediaci¨®n internacional que ¨¦l hab¨ªa esgrimido para suspender la declaraci¨®n de independencia.
Cena en La Moncloa
Durante esa tarde, en Madrid, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el l¨ªder del PSOE, Pedro S¨¢nchez, se cruzaron tres o cuatro mensajes. Finalmente, Rajoy convoc¨® a S¨¢nchez en La Moncloa. Y cenaron juntos.
El Gobierno no est¨¢ dispuesto a aplicar el art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n sin el apoyo del PSOE. Por eso el presidente del Ejecutivo se reuni¨® con el secretario general de los socialistas, que a su vez inform¨® casi en directo a Miquel Iceta, su hom¨®logo del PSC. Rivera, el presidente de Ciudadanos, qued¨® desplazado.
Al filo de la medianoche el l¨ªder socialista sali¨® de la sede del Gobierno con un acuerdo con el presidente. El primero en conocerlo fue Miquel Iceta, que dio el visto bueno. Si finalmente tiene que hacerse, la intervenci¨®n del Estado en Catalu?a ser¨¢ ¡°firme¡± pero ¡°respetuosa con una sociedad que tiene muy presente el autogobierno¡±, trasladan los conocedores de la misma. Todo ello a cambio del compromiso de Rajoy de negociar una reforma de la Constituci¨®n.
Pero el acuerdo no fue el fruto de un d¨ªa.
Durante semanas, y mientras Puigdemont avanzaba en su reto al Estado, los dos l¨ªderes intercambiaron m¨²ltiples mensajes y protagonizaron numerosas conversaciones telef¨®nicas. Al principio, los contactos entre ambos fueron solo llamadas telef¨®nicas, en las que se acord¨® empezar a trabajar en varios niveles de interlocuci¨®n.
Desde el 31 de agosto, Rajoy y S¨¢nchez se citaron hasta en ocho ocasiones en La Moncloa. Cuatro de esos encuentros fueron oficiales. Otros tantos, privados y desconocidos hasta ahora. Adem¨¢s de la de agosto, se celebraron cuatro reuniones en septiembre y otras tres en octubre.
Rajoy y S¨¢nchez, que nunca antes se hab¨ªan entendido, abrieron un canal de comunicaci¨®n permanente y comenzaron a construir un espacio de confianza mientras, en paralelo, un grupo de personas designados por ellos negociaba los detalles. Al Gobierno le representaban Jos¨¦ Luis Ayll¨®n, secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y estrecho colaborador de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa; y Pedro Arriola, asesor de Rajoy y tambi¨¦n de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en sus tiempos al frente del PP y del Ejecutivo. Por parte del PSOE acud¨ªan Jos¨¦ Enrique Serrano, presente en los pactos de Estado de los socialistas desde hace m¨¢s de 20 a?os; la diputada del PSC Meritxell Batet, miembro de la direcci¨®n del grupo parlamentario socialista y profesora de Derecho Constitucional; y Carmen Calvo, doctora en Derecho Constitucional y exministra de Cultura.
Adem¨¢s, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, hablaba con el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, y con el responsable de pol¨ªtica federal del PSOE, Patxi L¨®pez.
Reforma constitucional
Las primeras conversaciones entre Rajoy y S¨¢nchez se centraron en la comisi¨®n parlamentaria que deb¨ªa abrir el debate territorial en el Congreso. El presidente del Gobierno y el secretario general socialista ten¨ªan diferentes visiones. Rajoy no quer¨ªa que se pusiera en marcha antes del 1 de octubre, mientras S¨¢nchez quer¨ªa acelerarla. En el primer acuerdo ceden ambos: S¨¢nchez registra la comisi¨®n a principios de septiembre y su ¨¢mbito ser¨¢ la ¡°modernizaci¨®n del Estado auton¨®mico¡± y no ¨²nicamente Catalu?a, como reclamaba en un principio.
Las reuniones que celebraron en septiembre se centraron en los mecanismos para neutralizar el refer¨¦ndum ilegal. Ah¨ª se produjo el primer desencuentro grave. El Gobierno traslad¨® una previsi¨®n diferente de lo que luego suceder¨ªa el 1 de octubre: ni urnas ni uso de la fuerza, viene a ser el mensaje. Todo se fue al traste el domingo: aparecieron miles de urnas en Catalu?a y las im¨¢genes de las cargas policiales dieron la vuelta al mundo.
En la direcci¨®n socialista cundi¨® el malestar. S¨¢nchez traslad¨® entonces a Rajoy su intenci¨®n de exigir responsabilidades pol¨ªticas, pero no le advirti¨® de que pedir¨ªa la reprobaci¨®n de su n¨²mero dos. Se vivieron momentos tensos, pero ambos l¨ªderes volvieron a establecer contacto.
Desde septiembre, seg¨²n el entorno del l¨ªder socialista, el presidente conoc¨ªa el compromiso del PSOE de apoyar al Gobierno en la crisis catalana. En p¨²blico, sin embargo, S¨¢nchez y su ejecutiva se mostraban recelosos de comprometer su apoyo.
Tras la jornada del paro general en Catalu?a, el 3 de octubre, el art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n se puso encima de la mesa. Ambos l¨ªderes descartaron utilizar la Ley de Seguridad Nacional y el 155 se fij¨® como la v¨ªa preferida porque, a pesar de estar demonizado p¨²blicamente, es en realidad el instrumento ¡°m¨¢s federal¡±, sostienen, y es un precepto constitucional. El 155, no obstante, es una p¨¢gina en blanco y hay que darle contenido. La negociaci¨®n se centra en pactar qu¨¦ significa el 155.
Apenas unas horas despu¨¦s de ese acuerdo entre el Gobierno y el PSOE, a las nueve de la ma?ana del d¨ªa 11, el presidente entr¨® en un sal¨®n de La Moncloa para asistir al Consejo de Ministros en el que se aprob¨® el requerimiento con el que activar el art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n, el mecanismo que permitir¨ªa al Gobierno asumir temporalmente competencias de la Generalitat. El debate fue intenso. Los ministros se dividieron alrededor de la f¨®rmula a emplear. Finalmente acordaron que Puigdemont tuviera hasta el lunes 16, ma?ana, para aclarar si ha declarado la independencia y, en caso afirmativo, hasta el jueves para volver a la legalidad.
Y empieza as¨ª un tenso descuento a la espera de la respuesta del presidente de la Generalitat.
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