Dios echa la llave despu¨¦s de 700 a?os en Pontevedra
Por primera vez en m¨¢s de siete siglos, no hay monjas de clausura en la ciudad
Benita dos Carallos, anciana enlutada y canosa, pega voces desde lo alto de la escalinata: "?Veci?os, veci?os, roubaron o Corpo Santo!" . As¨ª empieza La saga/fuga de J.B., la novela que Torrente Ballester empez¨® a escribir en Pontevedra. As¨ª se sintieron tambi¨¦n los feligreses de esta ciudad ¡ªque en el libro recibi¨® el nombre de Castroforte del Baralla¡ª cuando dos monjas, sor Sagrario y sor Purificaci¨®n, fueron invitadas a marcharse entre l¨¢grimas de su convento de clausura para irse al de Santiago de Compostela. "?Se las llevaron secuestradas! No pueden hablar con nadie, cortaron la l¨ªnea telef¨®nica y cambiaron las cerraduras. Es un expolio en toda regla", dijo a las puertas del convento Pili Corral, encargada de hacer los recados a las religiosas, al Diario de Pontevedra .
De momento se le ha trasladado que el convento no dejar¨¢ su actividad de clausura, se supone que a la espera de nuevas religiosas
Fue el lunes 25 de septiembre. Desde entonces, por primera vez en m¨¢s de siete siglos, no hay monjas de clausura en la ciudad. Las religiosas no fueron secuestradas, sino trasladadas; recogieron sus pertenencias y dejaron atr¨¢s una vida entera. Fue una decisi¨®n de arriba, no en el sentido literal de la palabra por los pelos. Su orden ven¨ªa advirtiendo de la falta de vocaciones y las consecuencias que tendr¨ªa. Sor Consuelo, abadesa de las clarisas de Santiago, explica la decisi¨®n en clave de funcionamiento interno: "No hay que darle ninguna publicidad". Sor Purificaci¨®n y sor Sagrario (que tiene 78 a?os y hab¨ªa ingresado en el convento de Santa Clara pontevedr¨¦s a a los 16, en 1957) se han acoplado con normalidad a las tareas de su nueva casa. "Est¨¢n tranquilas y felices. Nosotras no queremos ruido ni ser noticia, no queremos publicidad".
A la puerta de las clarisas llama de vez en cuando alguna chica con vocaci¨®n religiosa para informarse, "pero al final no se deciden", lamenta sor Consuelo. Un caso com¨²n que contrasta con la imparable actividad del famoso convento de Lerma, de donde procede una orden escindida, Iessu Communio, que acoge a 210 monjas vestidas con h¨¢bito vaquero de edad media de 35 a?os. La ¨²ltima en entrar, en junio, fue In¨¦s Huete, de 21 a?os, tras estudiar en Londres Econom¨ªa, Liderazgo y Gobernanza. Sobre la etapa anterior de Lerma, en 2009, el diario digital Soitu public¨® un reportaje t¨ªtulado "J¨®venes, pijas y monjas", que citaba la frase de una monja de 23 a?os reci¨¦n salida de Icade: "?T¨² no te has enamorado nunca de un chico? Pues es lo mismo. Yo me enamor¨¦ de Cristo".
Ese movimiento no ha llegado a Pontevedra, donde se ha echado la llave. La tradici¨®n cristiana dice que Clara de As¨ªs muri¨® en 1253 tras recibir la visita del Papa y la Virgen Mar¨ªa, que se present¨® en su cuarto, mientras convert¨ªa la noche en d¨ªa, para darle un abrazo de despedida. Las ¨²ltimas monjas clarisas de Pontevedra dejaron el convento sin tanta alharaca: las subieron a un taxi en una imagen impactante, con las mujeres aturdidas mirando al exterior. La orden, eso s¨ª, mantiene su convento intacto en el centro de la ciudad, una iglesia de estilo g¨®tico con retablos barrocos, claustro y enorme huerto dentro: m¨¢s de 10.000 metros cuadrados en un lugar privilegiado, como recuerda el alcalde de Pontevedra, Miguel Anxo Fern¨¢ndez Lores.
El Ayuntamiento ya ha reclamado reuniones con la orden de las clarisas de Madrid, el arzobispado y las instancias que hagan falta: el edificio y su ubicaci¨®n son un caramelo para la ciudad. Pero, de momento, un caramelo prohibido. "Hay muchas maneras de darle uso. Si se deja estar, se cae a pedazos", dice Lores. De momento se le ha trasladado que el convento no dejar¨¢ su actividad de clausura, se supone que a la espera de nuevas religiosas. ?Y si no aparecen? "Es propiedad de la orden y no hemos pensado nada todav¨ªa", zanja sor Consuelo.
A las puertas del convento siempre han dejado huevos los feligreses cuando quer¨ªan buen tiempo, como manda la tradici¨®n. La saga/fuga de las ¨²ltimas clarisas ha dejado 26 grados a finales de octubre en Pontevedra. Tras m¨¢s de 700 a?os, los huevos los ha empezado a recoger, con m¨¢s eficacia, el cambio clim¨¢tico.
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