Atrapados en el clich¨¦ espa?ol
La crisis catalana ha demostrado que los estereotipos ib¨¦ricos perduran en los medios extranjeros
Si el mejor punto de vista para reflexionar sobre la vida es estar ya muerto, para decir algo inteligente sobre Espa?a puede que lo mejor sea ser extranjero, apuntaba provocador el editor y escritor Manuel Arroyo hace unos d¨ªas en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Fundador de la editorial Turner, Arroyo reuni¨® hist¨®ricos relatos de viajes por Espa?a. Por ejemplo, los del arist¨®crata ingl¨¦s Richard Ford, que recorri¨® el pa¨ªs en el siglo XIX montado en una jaca disfrazado de campesino serrano, y que junto a su compatriota George Barrow ¡ªlegendario repartidor de Biblias protestantes por la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica¡ª es en buena parte responsable de la imagen t¨®pica de Espa?a que ha calado en el mundo anglosaj¨®n. Arroyo explicaba su inter¨¦s por lo que hispanistas e hispan¨®filos han escrito aludiendo a que ¡°lo que piensan los dem¨¢s es tan importante como la verdad¡±.
En el retrato que se hace de la Espa?a democr¨¢tica, la herencia franquista que muchas informaciones en la prensa internacional han subrayado en su cobertura de la crisis en Catalu?a es un punto pol¨¦mico. A ¨¦l se refiri¨® Antonio Mu?oz Molina en el art¨ªculo ¡®Francoland¡¯ en EL PA?S. ¡°En c¨ªrculos acad¨¦micos existe una cierta compulsi¨®n por seguir entendiendo Espa?a en relaci¨®n con el franquismo, en lugar de analizar otras fuerzas y tendencias econ¨®micas y europeas¡±, sostiene Eli Evans, autor de un amplio an¨¢lisis publicado por la revista de pensamiento y cultura N+1. Sus lazos con Espa?a arrancaron en los noventa, estudi¨® filolog¨ªa hisp¨¢nica en EE UU y ha viajado por todo el pa¨ªs. ¡°Como Estado miembro de la UE, Espa?a est¨¢ inserta en una red que va mucho m¨¢s all¨¢ de la sombra de su pasado¡±.
Sin embargo, el referente m¨¢s directo para una parte del mundo anglosaj¨®n sigue siendo la Guerra Civil. Aunque les interese la actualidad espa?ola no est¨¢n familiarizados ni con la Transici¨®n, ni con el sistema auton¨®mico. Espa?a no particip¨® en la II Guerra Mundial, que acerc¨® a los estadounidenses a Europa, ni form¨® parte del Plan Marshall, ni est¨¢ geogr¨¢ficamente cerca. ¡°La imagen de Espa?a en EE UU es un tema complejo que cambia seg¨²n la ¨¦poca y los contextos pol¨ªticos. Hemingway lleg¨® a decir que Madrid era la capital del mundo y muchos le dieron la raz¨®n¡±, se?ala Soledad Fox Maura, profesora en Williams College y autora de una biograf¨ªa sobre Constancia de la Mora, directora de la oficina de prensa extranjera de la Rep¨²blica. ¡°Madrid, y m¨¢s recientemente, Barcelona son destinos muy valorados por los alumnos estadounidenses. No hay rechazo a Espa?a y el inter¨¦s por estudiar la lengua, la literatura y la cultura est¨¢ en auge¡±. Fox apunta a que deber¨ªan reforzarse los intercambios cient¨ªficos a todos los niveles para aumentar el n¨²mero de especialistas en Espa?a m¨¢s all¨¢ del hispanismo. Eso, asegura, favorecer¨ªa que hubiese una visi¨®n m¨¢s completa.
?C¨®mo nos ven fuera hoy? Evidentemente todo depende de desde d¨®nde se nos mire, pero lo cierto es que en l¨ªneas generales no se nos ve mucho. El foco informativo internacional se ha desplazado desde el 11-S hacia el terrorismo isl¨¢mico, y la actualidad pol¨ªtica de EE UU sigue ocupando un papel dominante frente a Europa. Dicho esto, la visi¨®n m¨¢s com¨²n de Espa?a es como destino vacacional, con tradiciones pintorescas (toros, flamenco), excelente gastronom¨ªa, diversidad regional y amplio patrimonio cultural, tambi¨¦n como centro de la liga futbol¨ªstica m¨¢s importante. Y ning¨²n estereotipo de la Espa?a moderna tiene tanto tir¨®n en el imaginario colectivo internacional como las pel¨ªculas de Pedro Almod¨®var: si eres mujer espa?ola en el extranjero las comparaciones con alg¨²n personaje o situaci¨®n almodovariana ser¨¢n casi autom¨¢ticas. Hasta en The Guardian Natalie Nougayr¨¨de describ¨ªa lo ocurrido este ¨²ltimo mes en Catalu?a como un h¨ªbrido entre Mujeres al borde de un ataque de nervios y ?tame, antes de aclarar que el tema era mucho m¨¢s serio.
El amable y soleado retrato que recurrentemente ha asomado por las publicaciones internacionales ha quedado rasgado este oto?o. De hecho el primer roto lleg¨® con las noticias sobre la crisis econ¨®mica que estrangulaba Espa?a hace apenas dos a?os y cuyos efectos a¨²n perduran. Desde 2010 coparon los diarios internacionales las cifras de desempleo y las fotos de disturbios (precisamente en marzo de 2012 im¨¢genes de violencia callejera en Barcelona abrieron la edici¨®n en papel de The New York Times, peri¨®dico que tambi¨¦n public¨® una controvertida foto en blanco y negro de un hombre rebuscando en un contenedor de basura en Espa?a). Aquello dej¨® sepultadas otras noticias que podr¨ªan haber tenido un mayor eco internacional como el desarme de ETA, o la resistencia de los m¨¦dicos ante la privatizaci¨®n de la sanidad, en el mismo momento en que arreciaban en EE UU las luchas por el Obamacare.
Este ¨²ltimo mes las noticias sobre la crisis catalana obvian casi siempre lo ocurrido en las sesiones del Parlament el 6 y el 7 de septiembre. El refer¨¦ndum del 1 de octubre es una y otra vez presentado como ilegal ¡°seg¨²n el Gobierno de Espa?a¡±, sin apuntar a c¨®mo fue aprobada esa convocatoria con una mayor¨ªa simple de 70 esca?os, y no con dos tercios de los votos de la c¨¢mara, como marca el reglamento catal¨¢n. La supuesta objetividad que entra?a ese seg¨²n quiebra la verdad factual, y arrastra una larga controversia sobre c¨®mo debe ser realizada una informaci¨®n objetiva que ha sido debatida en los ¨²ltimos tiempos por la prensa estadounidense, en pleno examen de conciencia sobre su papel en la victoria de Donald Trump hace un a?o.
El referente m¨¢s directo para una parte del mundo anglosaj¨®n sigue siendo la Guerra Civil, no la Transici¨®n o el sistema auton¨®mico
M¨¢s all¨¢ de esa pol¨¦mica sobre reglas period¨ªsticas, lo cierto es que por muy interesante que pueda resultar para los comentaristas internacionales el debate intelectual que enfrenta a soberan¨ªa y democracia, hay cerca de 45 millones de espa?oles para quienes esto es mucho m¨¢s que un asunto te¨®rico. ?Es legal o ilegal? ?Por qu¨¦ no lo deletrea la prensa extranjera?
La divisi¨®n de la sociedad catalana tampoco ha recibido mucha atenci¨®n en las cabeceras fuera de Espa?a. ¡°Un 90% de s¨ªes en el refer¨¦ndum es una cifra f¨¢cil de citar, aunque sea una mayor¨ªa tras la que se esconde una minor¨ªa respecto del censo total¡±, se?ala el periodista Jonathan Blitzer, que cubri¨® para distintos medios la crisis financiera espa?ola y actualmente es redactor en plantilla de la revista The New Yorker.
Otro asunto que parece haber quedado mayormente omitido en las cr¨®nicas internacionales es el pacto entre la CUP, PdeCat y Esquerra que ocupa el Gobierno catal¨¢n. En este caso no se ha recurrido a ning¨²n s¨ªmil que relacione las dificultades del tr¨ªo pol¨ªtico con el tormentoso tri¨¢ngulo amoroso que retrat¨® el filme de Woody Allen Vicky, Cristina, Barcelona. ¡°Lo que est¨¢ ocurriendo en Catalu?a no encaja en el n¨ªtido esquema de derecha versus izquierda, as¨ª que la alianza de los conservadores de PdeCat con los antisistema de la CUP de alguna manera ha quedado fuera del relato. Es complicado explicar esa uni¨®n entre un partido que impuls¨® fuertes recortes y pol¨ªticas neoliberales con otro que sostiene una postura diametralmente opuesta¡±, se?ala Evans. Como rezaba aquel eslogan franquista para atraer turismo, Spain is different, o por lo menos peculiar.
Una y otra vez se ha repetido en las ¨²ltimas semanas que el frente independentista ha ganado el ¡°relato¡± de la crisis catalana. Es decir, esa versi¨®n ha obtenido una amplia difusi¨®n. F¨¦lix Ovejero, profesor universitario e impulsor de Ciudadanos, equipara lo ocurrido a lo que en econom¨ªa se conoce como el ¡°efecto ancla¡±: ¡°Consigues plantar un n¨²mero ¡ªo una idea en este caso¡ª y, a partir de ah¨ª, las variaciones son marginales. Los t¨®picos se corrigen con gran dificultad¡±. Dice que en Catalu?a se ha logrado transformar, a ojos del p¨²blico internacional, el movimiento secesionista en algo ¡°m¨¢s parecido a Palestina que a la Liga Norte italiana¡±. Pero a este respecto Nitzan Horowitz escrib¨ªa un contundente art¨ªculo en el diario israel¨ª Haaretz titulado ¡®Catalu?a no es Palestina¡¯.
¡°El retrato exterior que se ha hecho es el de una comunidad que busca su independencia, una f¨®rmula f¨¢cil que deja fuera los terribles errores de c¨¢lculo que conlleva esa apuesta¡±, apunta Evans. ¡°La respuesta que el p¨²blico internacional obtiene ante la pregunta de por qu¨¦ Catalu?a quiere la independencia es que Espa?a los oprime, y esto se vio reforzado por las im¨¢genes del 1 de octubre. Han quedado mayormente fuera de los art¨ªculos publicados matices importantes como la relaci¨®n entre la crisis econ¨®mica y el desaf¨ªo constitucional que supone la promesa de independencia; o la fragilidad de los Gobiernos, tanto en Espa?a como en Catalu?a. Adem¨¢s el sistema de comunidades aut¨®nomas es desconcertante para gran parte del p¨²blico, algo de lo que nunca hab¨ªan o¨ªdo hablar. Para muchos lo ocurrido ha supuesto una revelaci¨®n: Espa?a es m¨¢s compleja de lo que pensaban¡±.
Ning¨²n estereotipo de la Espa?a moderna tiene tanto tir¨®n en el imaginario colectivo internacional como el cine de Almod¨®var
Lo cierto es que un repaso a las noticias sobre el proc¨¦s publicadas este mes en las cabeceras internacionales confirma en muchos casos aquella vieja ley informativa de que cada uno se lleva la informaci¨®n a su terreno. Por ejemplo, en el Japan Times han destacado el silencio de Tokio ante los planes independentistas y la falta de cancelaciones de viajes tur¨ªsticos, y en The Hindu inciden en los titulares en la desobediencia civil alentada desde el Govern. Jonathan Blitzer apunta a la resonancia que las cargas policiales del 1 de octubre han tenido en EE UU: ¡°El tema de la brutalidad policial est¨¢ muy fresco y es candente. Las im¨¢genes de la polic¨ªa cargando contra los votantes suponen un golpe duro para la causa antiseparatista. Hacen que el Gobierno espa?ol aparezca como agresor y distrae a los espectadores internacionales del problema sustancial que plantea el refer¨¦ndum¡±. Los investigadores del Real Instituto Elcano han se?alado que las im¨¢genes de las cargas han sido ¡°un desastre sin paliativos¡±. Los estudios que han realizado antes del 1 de octubre demostraban que en Europa la mayor¨ªa de los ciudadanos no ve¨ªan bien la independencia de Catalu?a. Ahora preparan un estudio que medir¨¢ el efecto de la actuaci¨®n policial en la opini¨®n internacional.
Los corresponsales en Espa?a han destacado un¨¢nimemente el hermetismo del Gobierno a la hora de abordar la situaci¨®n y los planes en Catalu?a. Helene Zuber, veterana corresponsal del semanario Der Spiegel que lleva 32 a?os cubriendo la actualidad espa?ola, subraya el contraste entre esa actitud y la del Govern. ¡°El Gobierno espa?ol ha perdido en buena medida el relato porque para contar bien las cosas hace falta tener acceso, que las fuentes adelanten informaci¨®n. Si no das noticias, habr¨¢ que buscarlas en el otro lado y ese punto de vista tendr¨¢ m¨¢s cobertura. Pr¨¢cticamente todos los medios en Alemania, incluso peque?as televisiones locales, han tenido acceso a Puigdemont¡±, explica.
Cada nota que Zuber ha publicado en el ¨²ltimo par de a?os sobre el tema catal¨¢n ha generado en¨¦rgicas respuestas por parte de las oficinas del Consejo de diplomacia p¨²blica de Catalu?a (Diplocat). Sin entrar en la aspiraci¨®n secesionista, la idea de que una regi¨®n pr¨®spera reclame una mejor distribuci¨®n de la riqueza para no financiar a otras m¨¢s desfavorecidas no se sostiene a ojos del contribuyente alem¨¢n, seg¨²n Zuber, puesto que en ese pa¨ªs, desde la reunificaci¨®n, los ciudadanos del Oeste pagan un impuesto de solidaridad para que el Este crezca ¡ªalgo que permite que Berl¨ªn no se declare en quiebra, por ejemplo¡ª, y en la UE son pagadores netos. ¡°Sin embargo, es dif¨ªcil contraponer el relato gris de las leyes a las im¨¢genes del pasado fin de semana con medio mill¨®n manifest¨¢ndose por la libertad y Puigdemont hablando de golpe de Estado. Rajoy ha estado demasiado seguro de que con la ley era suficiente¡±.
Hist¨®ricamente la informaci¨®n y la opini¨®n del exterior sobre Espa?a ha jugado un papel importante. William Lyon recuerda c¨®mo trabajaban durante la Transici¨®n los corresponsales de la revista Time. Mandaban un texto largo que era reescrito en Nueva York a?adiendo m¨¢s informaci¨®n y fuentes, antes de ser editado y enviado de vuelta al corresponsal. El periodismo era distinto y no hab¨ªa aceleradas Redes. La profesi¨®n ha cambiado, la velocidad, los mermantes recursos y el voraz apetito de noticias tienen mucho que ver en ello. ¡°Muchos periodistas que no conocen la historia, ni apenas Espa?a, han hecho piezas cortas para Internet simplemente buscando en la calle alguien que hable ingl¨¦s¡±, explica Zuber. ¡°Tratan de captar sensaciones, algo que entra dentro de una moda actual por narrar la noticia a partir de sentimientos¡±.
Las noticias son hoy material altamente sensible y tan explosivo como las emociones, cierto, pero es que adem¨¢s siempre resulta inc¨®modo que te retraten. El periodista Alexander Stille reflexionaba sobre esto en la coda de The Force of Things, unas memorias de su familia. ¡°El escritor toma algo que pertenece a varias personas, se lo apropia, y lo convierte en algo que inevitablemente resulta ajeno y equivocado para aquellos que han vivido esos hechos, pero desde otra piel, y que tienen los mismos derechos sobre ese mismo material¡±, apunta. ¡°Todos desarrollamos un concepto del mundo y del lugar que ocupamos, desarrollamos nuestro relato, y que llegue alguien con su propio relato ¡ªespecialmente si ¨¦ste es publicado y se convierte en algo as¨ª como la versi¨®n oficial¡ª es muy desestabilizador, como un temblor de la tierra bajo tus pies, que aumenta la inestabilidad¡±.
Algo de esto han sentido muchos espa?oles. Desde una joven profesional radicada en Nueva York desde hace casi dos d¨¦cadas que se ha visto abrumada por correos de colegas estadounidenses que le piden aclaraciones, hasta un joven empresario, educado en Reino Unido y con una amplia red de exportaci¨®n en el exterior. ?l, a la vista de las informaciones que le¨ªa en la prensa anglosajona, finalmente opt¨® por adelantarse a las preguntas e incluir por defecto en sus mensajes con clientes extranjeros un p¨¢rrafo explicativo sobre la crisis catalana, subrayando que el refer¨¦ndum celebrado fue ilegal conforme a las propias leyes que rigen el Parlament de Catalu?a. Tambi¨¦n aclaraba que la Guardia Civil es un cuerpo creado en el siglo XIX a semejanza de la Gendarmer¨ªa francesa.
La fiert¨¦ o amor propio es el rasgo que considera m¨¢s caracter¨ªstico de Espa?a la escritora, traductora y miembro de la Academia francesa, Florence Delay. Autora del libro Puerta de Espa?a, que present¨® Manuel Arroyo en la Residencia de Estudiantes, Delay enfatiza que ella habla en sus clases de Espa?a de una manera universal, no peninsular. ¡°Puede que las pasiones sean m¨¢s fuertes aqu¨ª, o yo lo veo as¨ª porque soy francesa¡±. ?Y cu¨¢l es el fallo m¨¢s com¨²n entre quienes se ocupan de analizar lo que aqu¨ª pasa o ha pasado? Responde que su ¨¦nfasis en las ideas y falta de inter¨¦s en el sentido com¨²n: ¡°Se ocupan m¨¢s de Don Quijote que de Sancho¡±.
El desaf¨ªo independentista catal¨¢n
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