La huida de Puigdemont abre un conato de crisis pol¨ªtica en B¨¦lgica
Flamencos y valones chocan p¨²blicamente en torno a la cuesti¨®n catalana
Un taxista bruselense ofrec¨ªa anoche sus servicios para hallar a Carles Puigdemont, cuya estancia en la capital belga est¨¢ rodeada de un denso halo de misterio, cambios de domicilio incluidos. "Por 3.000 euros lo encuentro", dec¨ªa convencido. Pero mientras para unos la visita puede ser un negocio rentable, para el Gobierno belga se ha convertido en un creciente dolor de cabeza. Seg¨²n el diario Le Soir, el primer ministro ha suplicado a su gabinete que evite hablar de Catalu?a para no desestabilizar al Ejecutivo, una fr¨¢gil coalici¨®n de la que forman parte, entre otros, liberales franc¨®fonos y nacionalistas flamencos.
La mera sugerencia por parte del titular de Inmigraci¨®n, Theo Francken, de otorgar el asilo a Puigdemont, ya provoc¨® un primer roce antes de su aterrizaje en la capital belga, pero la confirmaci¨®n de que ha buscado refugio en Bruselas ha terminado de enrarecer el ambiente. "Lo trataremos como a un ciudadano europeo m¨¢s", fue la primera reacci¨®n del Gobierno belga. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de su condici¨®n legal, los pasos del ciudadano Puigdemont son seguidos desde las altas instancias con mucho mayor inter¨¦s a los de cualquier turista. Y la prudencia inicial que mantuvieron incluso los dirigentes de la N-VA, tradicionales aliados de Puigdemont, ha tornado en un intercambio abierto de hostilidades. "Encerrar a l¨ªderes democr¨¢ticamente elegidos es ir demasiado lejos¡±, critic¨® anoche el presidente de Flandes, Geert Bourgeois. "?Es competencia del presidente de Flandes intervenir para juzgar p¨²blicamente un procedimiento judicial en curso en Espa?a?", respondi¨® el l¨ªder socialista val¨®n Elio di Rupo.
Flandes y Valonia, las regiones en las que junto a Bruselas est¨¢ dividida B¨¦lgica administrativamente, mantienen una compleja relaci¨®n que se traslada a la cohabitaci¨®n gubernamental. En B¨¦lgica no existen medios de comunicaci¨®n nacionales porque en Valonia el neerland¨¦s apenas se entiende, lo mismo que sucede con el franc¨¦s en Flandes. Esa barrera ling¨¹¨ªstica dificulta la cohesi¨®n del pa¨ªs, y la escasa movilidad tampoco ayuda: el n¨²mero de ciudadanos que se marcha a vivir de una regi¨®n a otra es muy inferior al de Espa?a, donde por ejemplo, existe una amplia poblaci¨®n de origen andaluz en Catalu?a.
Con los nacionalistas como partido m¨¢s votado del pa¨ªs y socio fundamental para la continuidad de Gobierno, Michel no quiere que la llegada de Puigdemont provoque una escalada que desate tensiones ahora dormidas pero latentes. "Los separatistas flamencos quieren destruir desde dentro las instituciones con las que no han podido acabar desde fuera", opina la diputada socialista de origen asturiano Julie Fern¨¢ndez, la m¨¢s activa en pedir una comparecencia del primer ministro para tratar el tema catal¨¢n.
Los mensajes desde los partidos que conforman el Gobierno belga son polif¨®nicos. Lejos de asumir una misma voz, mientras el segundo de a bordo, el democristiano flamenco Kris Peeters, mostraba su sorpresa porque Puigdemont abandonara a su pueblo despu¨¦s de haber azuzado la independencia, el presidente de la N-VA, el nacionalista alcalde de Amberes Bart de Wever, le recib¨ªa con los brazos abiertos. "Puigdemont es un amigo. Siempre ser¨¢ bienvenido".
Formar gobierno en B¨¦lgica puede ser en ocasiones una tarea tit¨¢nica, 541 d¨ªas tardaron en ponerse de acuerdo en 2011 y m¨¢s de cuatro meses hicieron falta en 2014. Pero los intentos del primer ministro Michel por mantener a Puigdemont como una suerte de elefante en la habitaci¨®n para preservar la estabilidad y alejar el fantasma de un doble choque: interno con sus socios de gobierno y diplom¨¢tico con Espa?a, parecen estar condenados al fracaso. La relaci¨®n entre el nacionalismo catal¨¢n y el flamenco tiene ra¨ªces s¨®lidas que se remontan a la visita de los l¨ªderes belgas a las celebraciones de la Diada, y sus cabezas visibles no ocultan la fascinaci¨®n y envidia que ejerce sobre ellos el vasto tejido de apoyos creado por el independentismo catal¨¢n en el mundo asociativo, el deporte o la cultura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
M¨¢s informaci¨®n
Archivado En
- Declaraci¨®n Unilateral Independencia
- Flandes
- Ley Refer¨¦ndum Catalu?a
- Refer¨¦ndum 1 de Octubre
- Legislaci¨®n auton¨®mica
- Catalu?a
- Autodeterminaci¨®n
- Generalitat Catalu?a
- Refer¨¦ndum
- B¨¦lgica
- Conflictos pol¨ªticos
- Elecciones
- Gobierno auton¨®mico
- Europa occidental
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Comunidades aut¨®nomas
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Europa
- Legislaci¨®n
- Espa?a
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica
- Justicia
- Proc¨¦s Independentista Catal¨¢n
- Independentismo