Rectificaci¨®n falaz y tard¨ªa del ¡®proc¨¦s¡¯
La herida que han causado es tan profunda que les invalida para cualquier negociaci¨®n en el futuro
La declaraci¨®n de independencia no fue m¨¢s que un acto simb¨®lico carente de validez jur¨ªdica, poco m¨¢s que la ¨²ltima expresi¨®n de una movilizaci¨®n social y pol¨ªtica que persegu¨ªa hacer ver al mundo el problema de encaje de Catalu?a en Espa?a. El Govern no estaba preparado para desplegar la Rep¨²blica pese a las reiteradas promesas de que los cimientos institucionales del nuevo Estado eran s¨®lidos. La convicci¨®n de que la comunidad internacional reconocer¨ªa el nuevo pa¨ªs en pocas horas o d¨ªas fue un error de c¨¢lculo. La mayor¨ªa social que de forma abrumadora defend¨ªa la ruptura con Espa?a no era tal y de ah¨ª el fiasco del proc¨¦s. Y el colof¨®n: hay soluciones alternativas a la independencia.
En los ¨²ltimos d¨ªas, los argumentos de las ¨¦lites pol¨ªticas catalanas han experimentado un giro radical. El objetivo es justificar el fracaso con excusas pueriles que endosan la responsabilidad a los dem¨¢s, al Gobierno, a la oposici¨®n o a Europa, dejando a un lado cualquier autocr¨ªtica seria del inmenso error cometido.
Pero ellos, solo ellos, son responsables del mayor desgarro que ha sufrido la democracia espa?ola desde el golpe de Estado de Tejero. Ellos, solo ellos, son responsables de haber puesto en riesgo la convivencia en Catalu?a, de haber fracturado la sociedad en dos bloques irreconciliables, una losa imperdonable para cualquier gobernante con un m¨ªnimo de sentido com¨²n. Ellos, solo ellos, son responsables de que Mariano Rajoy, en comparaci¨®n, parezca un !estadista! y que el PP sea capaz de presentar su corrupci¨®n, corrosiva e insultante, como un pecado venial de juventud. Ellos, solo ellos, son responsables de que haya pasado a un segundo plano que la salida de la crisis econ¨®mica se fundamente en la precarizaci¨®n del empleo y la devaluaci¨®n de los salarios. Ellos, solo ellos ...
La rid¨ªcula y falaz palinodia a la que asistimos deparar¨¢ nuevas sorpresas en los pr¨®ximos meses. Las ¨¦lites independentistas han comprendido que su huida hacia ninguna parte ha chocado con el muro de la Uni¨®n Europea y el Estado de derecho, cuya maquinaria no ha hecho m¨¢s que empezar a funcionar. La masiva presencia de los insurrectos en las listas electorales augura una fase en la que el objetivo ser¨¢ presionar para lograr medidas de gracia (penales y econ¨®micas) a cambio de garantizar cierta normalidad institucional en Catalu?a en los pr¨®ximos a?os. Es previsible que tras las elecciones del 21-D las ¨¦lites independentistas se vuelquen m¨¢s en salvar su situaci¨®n personal que en incidir en la vesania de la ruptura.
Y es en este punto donde vuelven a errar. La herida que han causado es tan profunda que les invalida para cualquier negociaci¨®n, ya sea para abordar el futuro judicial de cada uno de ellos o para ser part¨ªcipes del gran reto que tienen los partidos en los pr¨®ximos a?os, esto es, una reforma constitucional que adapte el pacto de convivencia de 1978 a la Espa?a del siglo XXI.
La necesaria reforma, que permitir¨ªa un mayor reconocimiento de la singularidad de Catalu?a dentro de Espa?a y adaptar el Estatuto de autonom¨ªa a esa nueva realidad, pasa por dos principios b¨¢sicos que rigen en cualquier negociaci¨®n pol¨ªtica: la confianza y la lealtad institucional. Ninguno de los l¨ªderes pol¨ªticos que ha sido parte del proc¨¦s puede garantizar ni la una ni la otra.
Y de la misma manera que ahora reniegan de lo que defend¨ªan anteayer y que la gran mentira que han construido durante a?os ha quedado al descubierto, ahora deben entender que su momento ha pasado y que su lugar en los libros de historia estar¨¢ m¨¢s cerca del oprobio que del hero¨ªsmo. Se trata de asumir lo obvio: los que han roto Catalu?a no pueden ser la soluci¨®n al monumental desaguisado. La recomposici¨®n de la confianza entre Catalu?a y el resto de Espa?a no puede estar en sus manos.
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