Dos cap¨ªtulos de Cort¨¢zar para entender el fanatismo del ¡®proc¨¦s¡¯
Estos ¨²ltimos a?os en Catalu?a todo ha girado en torno a la fotograf¨ªa del recibimiento de un grupo de intelectuales a Artur Mas tras su visita infructuosa a Rajoy
Los puentes est¨¢n rotos. La conversaci¨®n se interrumpi¨® hace rato. Y las encuestas, n¨²meros al fin, se dan la espalda como si temieran al porvenir de los abrazos. El malentendido es ya como una bandera, la ¨²ltima, acaso la m¨¢s triste.
?En qu¨¦ momento se jodi¨® el Per¨²? Cada uno tiene su impresi¨®n. Pudo haber sido la primera vez que alguien dijo: ¡°Es que t¨² no nos entiendes¡±. M¨¢s grosero a¨²n fue cuando se invent¨® el eslogan ¡°Espa?a nos roba¡±. El ¨²ltimo puede ser este mensaje: ¡°No me hables m¨¢s¡±.
En el borde de la desgracia que vivimos hubo una fotograf¨ªa, la de los intelectuales que van a recibir a Artur Mas tras la visita infructuosa que este le hizo a Rajoy en la Moncloa. Los intelectuales, que antes hab¨ªan sido de su padre y de su madre, abrazan al president y le ofrecen una barca de afecto para que navegue en ella como quiera. Todo por la patria.
Estos ¨²ltimos siete a?os todo ha girado en torno a esa fotograf¨ªa. A Mas luego lo defenestr¨® la CUP y ¨¦l ofreci¨® gustoso su cabeza, y en otra bandeja puso la de Puigdemont, que en el ¨²ltimo octubre se pleg¨® tambi¨¦n a los deseos incendiados de los que le han asistido, con la espada en alto, en las peores horas. Hasta que lo amenazaron con dejarle al garete. Y el hombre, que ahora exhibe su valent¨ªa como un hooligan de s¨ª mismo, se acobard¨® e hizo lo contrario de lo que le hab¨ªan dictado sus propios hombres.
Ahora el expresident funge de president en una huida que no desaf¨ªa solo la ley sino el razonamiento. Est¨¢ rodeado de convencidos, como aquella vez lo estuvo Artur Mas. Los que dijeron en sede judicial que estaban en desacuerdo con su inmediato pasado anuncian que el pasado los gu¨ªa; y aunque no se ponen de acuerdo en el nombre propio del l¨ªder, lo que quieren es restituir lo que fracas¨®, como si no hubieran roto ya suficientes juguetes.
Hay dos cap¨ªtulos de Rayuela que ahora deber¨ªan leer unos y otros. El cap¨ªtulo 7 para entretenerse en la utop¨ªa de los afectos ya derruidos.
Y el cap¨ªtulo 3 para curarse, en lo que se pueda, del fanatismo de la creencia de que nada se puede someter a discusi¨®n porque es divino el dictado de la patria. En ese cap¨ªtulo Julio Cort¨¢zar se burla de la insistencia de los que est¨¢n seguros de s¨ª mismos. ?Se lo digo yo, carajo! ¡°Como si la especie velara en el individuo para no dejarlo avanzar demasiado por el camino de la tolerancia, la duda inteligente, el vaiv¨¦n sentimental¡±. El camino elegido va, indica el cronopio, hacia ¡°el callo, la esclerosis, la definici¨®n: o negro o blanco, radical o conservador, homosexual o heterosexual, figurativo o abstracto, San Lorenzo o Boca Juniors, carne o verdura, los negocios o la poes¨ªa¡±. Garc¨ªa Montero, andaluz, Joan Margarit, catal¨¢n, han abierto una bandera contra el malentendido: la poes¨ªa. No est¨¢n solos, pero alrededor hay ruido, pocos oyen a los poetas, ellos insisten.
La cosa va por los negocios, y los negocios se van, y la poes¨ªa est¨¢ tan en baja que ya desprecian hasta el baile. Estamos mal, y lo ¨²nico bueno es que, quiz¨¢, ya no se puede estar peor.
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