?guilas para proteger la huerta de aves saqueadoras
El municipio valenciano de Burjassot utiliza rapaces para ahuyentar a palomas y cotorras de sus cultivos
Alhambra, un ¨¢guila de Harris cuyos antepasados proceden del desierto de Sonora, despliega las alas con el sol a la espalda y la sombra que proyecta resulta terror¨ªfica, sobre todo si eres una paloma, una cotorra o una urraca. Y esa es la idea. Alhambra es una de las cuatro rapaces, dos ¨¢guilas y dos halcones, que el Ayuntamiento de Burjassot ha contratado para ahuyentar a las aves que se comen los cultivos del municipio, cuyo t¨¦rmino linda con Valencia.
¡°Mira, mira c¨®mo van todas comiendo detr¨¢s del tractor. No les da miedo ni el ruido¡±, dice un empleado municipal al llegar al campo donde van a soltarse las aves de presa. El efecto es casi inmediato. Al segundo vuelo de Alhambra, que tiene cinco a?os y mide 90 cent¨ªmetros con las alas abiertas, las palomas reaccionan como si Atila el Huno hubiera llegado a la huerta. Dibujan vueltas cada vez m¨¢s amplias en el aire y se alejan hacia el norte.
El uso de rapaces se aprob¨® a instancias del Consejo Agrario de Burjassot, en el que est¨¢n representados los agricultores, que reclam¨® una soluci¨®n a lo que considera una plaga de palomas y otras aves que est¨¢n echando a perder sus campos, especialmente los de lechugas, alcachofas, patatas y chufas.
¡°Debatimos la propuesta y decidimos que, en vez de exterminarlas, era mejorar espantarlas, haciendo que dejaran de considerar la huerta como una zona segura¡±, afirma la concejal de Medio Ambiente de Burjassot, Lluna ?rias. ¡°Proteger la actividad econ¨®mica de la agricultura es para nosotros una prioridad, que adem¨¢s sirve para proteger el espacio natural de la huerta. Pero queremos hacerlo de manera sostenible y segura, fomentando y favoreciendo la biodiversidad¡±, a?ade la edil.
El cetrero contratado por la empresa Lok¨ªmica para el trabajo en Burjassot ¡ªque pide que no se desvele su nombre por un intrincado asunto comercial¡ª abre el maletero del coche y saca de una jaula a Jimena, otra ¨¢guila de Harris, de seis a?os. Para que se anime, el hombre coge un par de pollitos ¡ªque, explica, se venden congelados¡ª, los despedaza con las manos, los guarda en un zurr¨®n y va introduci¨¦ndose peque?as cantidades en el pu?o casi cerrado, sobre el que Jimena se posa cada vez que la llama.
El cetrero aprendi¨® el oficio de su padre y lo ha adaptado a la nueva sensibilidad ecol¨®gica, ampliando los servicios de caza al ¡°control de poblaci¨®n¡± no cruento como el que est¨¢ prestando ahora. Su relaci¨®n con las rapaces es estrecha, y ello garantiza que no escapen, por ejemplo, hacia la Sierra de la Calderona que se recorta en el horizonte. ¡°Esta est¨¢ emparejada conmigo. No deja que me vaya a m¨¢s de 20 metros y no le gusta que nadie se me acerque¡±, explica, y la penetrante mirada de Jimena parece darle la raz¨®n.
Adiestradas para no matar
Las ¨¢guilas, los halcones, los azores y el resto de especies que cr¨ªa en casa est¨¢n adiestradas ¡°para no matar¡±. ¡°Pero si ven un ave atontada, la coger¨¢n. Son depredadores. El instinto es el instinto¡±. Las urracas se cuentan entre las v¨ªctimas m¨¢s probables de Alhambra y Jimena, se?ala el cetrero, porque las confunden con ¨¢guilas ratoneras, que no las cazan. ¡°De todos modos, cuando cogen a la primera, las dem¨¢s ya no vuelven¡±.
El ¡°plan de choque¡± contra las aves que han invadido la huerta de Burjassot durar¨¢ tres meses, con vuelos de una hora tres veces por semana. ¡°Nunca en el mismo momento del d¨ªa, para que no sepan cu¨¢ndo aparecer¨¢n. El objetivo es que aqu¨ª se sientan siempre inseguras¡±. Despu¨¦s habr¨¢ una segunda fase, de mantenimiento, con sueltas menos frecuentes y una duraci¨®n dif¨ªcil de determinar. El motivo es que las palomas desarrollan un gran apego por los lugares donde se asientan, ¡°y no es f¨¢cil hacerles cambiar de opini¨®n¡±.
Las ¨¢guilas de Harris tienen un radio de vuelo corto ¡ªlos halcones abarcan un poco m¨¢s¡ª, as¨ª que su due?o parar¨¢ cada d¨ªa en un lugar del t¨¦rmino municipal. Siendo as¨ª, es probable que las palomas y dem¨¢s aves abandonen Burjassot y busquen refugio en las huertas de pueblos vecinos. ¡°Es posible¡±, admite el cetrero, que no le hace feos a la perspectiva de que sus Ayuntamientos tambi¨¦n acaben por llamarle.
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