La ¡®doble¡¯ investidura catalana

Carles Puigdemont pidi¨® el voto en la campa?a del 21-D para el movimiento Junts pel Catalu?a con la promesa de su retorno. Pero no va a regresar. Las razones que le llevaron a abandonar Espa?a son las mismas por las que ha decidido permanecer en Bruselas: su inevitable ingreso en prisi¨®n preventiva y, ahora, la hoja de ruta que sigue la instrucci¨®n del magistrado del Tribunal Supremo, Pablo Llarena.

Sin embargo, al ser Junts pel Catalu?a el primer partido soberanista en las elecciones del 21-D, Puigdemont est¨¢ forzando la situaci¨®n para ser investido presidente.

Hay una contradicci¨®n evidente en los planteamientos de Puigdemont y sus colaboradores, y la de los partidos soberanistas. No han admitido la destituci¨®n del Govern, pero han acudido a las elecciones convocadas por Mariano Rajoy, con la autonom¨ªa intervenida (art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n). No reconocen la destituci¨®n de Puigdemont, pero postulan su reinvestidura.

El movimiento Junts pel Catalu?a es el movimiento del presidente Puigdemont. La metamorfosis iniciada en 2016, con el cambio de Convergencia Democr¨¢tica de Catalu?a (CDC) por el PDeCat (Partido Dem¨®crata), ha sido el harakiri voluntario que precisamente el pasado martes 9 de enero, con la renuncia de Artur Mas a su presidencia, y hoy, lunes 15 de enero, con la sentencia del caso Palau, se podr¨¢ entender retrospectivamente.

Precisamente, estos hechos refuerzan la tendencia que se ha venido observando en la pol¨ªtica catalana y en el bloque soberanista: la tendencia al bonapartismo de Puigdemont.

Formar la Mesa del? Parlament se ha convertido en un reclutamiento de voluntarios para una operaci¨®n kamikaze

Esto es: su intento de elevarse por encima del soberanismo y actuar como el caudillo de la naci¨®n soberanista catalana.

En su d¨ªa, el 10 de octubre, ya expuso rasgos de esta conducta, cuando uni¨® a sus poderes ejecutivos de facto los legislativos y sac¨® adelante en el Parlament lo que llam¨® la suspensi¨®n de los ¡°efectos de la declaraci¨®n de independencia¡±.

La elecci¨®n de la Mesa se tiene que formalizar el d¨ªa de la constituci¨®n del Parlament fijado por Rajoy, el mi¨¦rcoles 17. Pero la preselecci¨®n de esa Mesa ha sido la primera prueba de fuerza para Puigdemont. Porque los miembros que sean escogidos tienen que estar de acuerdo con la investidura del caudillo, por la v¨ªa que sea.

Aunque no se han explicitado los motivos reales, las renuncias de Carme Forcadell y Carles Mund¨®, ambos de Esquerra Republicana de Catalu?a, tienen que ver con esa prueba de fuerza. Ambos est¨¢n en libertad provisional bajo fianza bajo amenaza de ingresar en prisi¨®n en el caso de reiteraci¨®n delictiva, seg¨²n el auto del magistrado Llarena.

La renuncia de Forcadell, aunque formalmente comunicada la semana pasada, era un secreto a voces que deb¨ªa ser mantenido en reserva hasta encontrar un sustituto. Mund¨®, exconsejero de Justicia del Govern, era el candidato natural para presidir el Parlament. Y tambi¨¦n dijo que no.

?Por qu¨¦ esta dificultad?

Porque el mandato de los miembros de la Mesa, tal como se transmite desde Bruselas, debe ser el de investir presidente a Puigdemont por los medios que se resuelva.

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?Piensa Puigdemont gobernar por plasma desde Bruselas?

No. Desde que Carme Forcadell pronunci¨® la palabra ¡°simb¨®lica¡± ante el magistrado Llarena el pasado 9 de noviembre, esta voz que define la declaraci¨®n de independencia del 27 de octubre se usa sin descanso. En sus declaraciones ante el magistrado del Supremo, el pasado jueves, d¨ªa 11 de enero, tanto el exconsejero de Interior, Joaqu¨ªn Forn, como el diputado electo Jordi S¨¢nchez, han hablado de una declaraci¨®n ¡°simb¨®lica¡±. Lo que pareci¨® el 9 de noviembre una herej¨ªa de Forcadell ahora es algo normal.

Y, precisamente, lo que quiere Puigdemont con su investidura es un acto simb¨®lico.

No entiende o no quiere entender que elegir una Mesa para llevar ese plan adelante es seleccionar a un grupo que se muestre dispuesto a actuar como diputados kamikazes, es decir, que se expondr¨¢n a un posible delito de desobediencia, integrante de una nueva tentativa de rebeli¨®n.

Puigdemont cree que no deber¨ªa llegar a tanto. Porque ese acto de investidura ser¨ªa anulado por el Tribunal Constitucional ante un recurso de inconstitucionalidad del Gobierno y/o un recurso de amparo de los grupos no soberanistas, como Ciudadanos y el PSC, que formar¨¢n parte de la Mesa del Parlament. Y la Mesa, al acatar la suspensi¨®n, quedar¨ªa fuera del radar de la acci¨®n penal.

?Ad¨®nde nos lleva esta escaramuza? A una doble investidura. Anulado el ¡°acto simb¨®lico¡± de la investidura fallida de Puigdemont, el caudillo delegar¨ªa su poder para poner en pr¨¢ctica la caducidad del art¨ªculo 155: habr¨ªa otro hombre o mujer encargado de nombrar el Govern y as¨ª acabar con la intervenci¨®n de la autonom¨ªa.

Se puede ver, por tanto, por qu¨¦ formar la Mesa del futuro Parlament se ha convertido en una actividad de reclutamiento de voluntarios para una operaci¨®n kamikaze.