Felipe VI, el ¨¢rbitro que pit¨® fuera de juego al secesionismo
La crisis catalana y el bloqueo pol¨ªtico han marcado la primera etapa del reinado del Monarca, que jur¨® la Constituci¨®n antes de ser jefe del Estado
El 3 de octubre, tres a?os y tres meses despu¨¦s de acceder al trono, el Rey hizo su apuesta m¨¢s arriesgada. En tono solemne y con semblante grave se dirigi¨® a los espa?oles para trazar las l¨ªneas rojas que nadie pod¨ªa sobrepasar. Tras denunciar la "deslealtad inadmisible" de la Generalitat catalana, advirti¨® de que "es responsabilidad de los leg¨ªtimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional", abriendo la puerta a la aplicaci¨®n del art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n.
Como su padre Juan Carlos I el 23-F de 1981, Felipe VI se jug¨® la corona a una carta. Pero, a diferencia de entonces, el Gobierno no estaba secuestrado y horas antes de su mensaje televisado a la naci¨®n se reuni¨® con el presidente Mariano Rajoy. No hab¨ªan pasado 48 horas del refer¨¦ndum ilegal del 1-O, que dej¨® magullada a mamporrazos la marca Espa?a, y se avecinaba, aunque se ignorase la fecha, la declaraci¨®n unilateral de independencia (DUI). El Rey no pod¨ªa seguir callado.
En su discurso no hubo ninguna concesi¨®n: ni apelaciones al di¨¢logo, ni palabras en catal¨¢n, aunque lo habla con fluidez. "No era el momento", sostienen fuentes de su entorno. "El mensaje no se dirig¨ªa solo a los catalanes, que tambi¨¦n, sino al conjunto de los espa?oles".
Quienes esperaban que Felipe VI, como ¨¢rbitro y moderador, seg¨²n la Constituci¨®n, mediase entre el Gobierno central y la Generalitat se llevaron un chasco. "El Rey arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones", alegan las fuentes consultadas parafraseando el art¨ªculo 56 de la Carta Magna, pero no puede ser neutral ante quienes se saltan la Constituci¨®n y la ley. Pese a sus quejas, Carles Puigdemont no pod¨ªa llamarse a enga?o: el Rey es s¨ªmbolo y garante de la unidad de Espa?a que ¨¦l pretend¨ªa romper.
Su intervenci¨®n del 3 de octubre no desgast¨® la imagen de Felipe VI. Al contrario, parece haberla reforzado en el conjunto del pa¨ªs, aunque haya ahondado el divorcio con la mitad de Catalu?a que se ha desconectado de Espa?a. El ¨²ltimo discurso navide?o del Rey fue visto por un 63,8% de espectadores en toda Espa?a, frente a un 39,6% de Catalu?a, la comunidad donde tuvo menor audiencia.
El Rey no se presenta a las elecciones, pero eso no quiere decir que no est¨¦ sometido al escrutinio de los ciudadanos. La Casa del Rey sondea regularmente el estado de la opini¨®n p¨²blica.
La abdicaci¨®n de don Juan Carlos, en junio de 2014, no fue ajena a la ca¨ªda en picado de su popularidad despu¨¦s de m¨¢s de tres d¨¦cadas de luna de miel con la sociedad espa?ola. En 2011, tras el estallido del caso N¨®os, el CIS registr¨® el primer suspenso a la Monarqu¨ªa (4,89) y la accidentada cacer¨ªa de Botsuana la hundi¨® en un pozo (3,68) del que no saldr¨ªa hasta la sucesi¨®n. En abril de 2015, casi un a?o despu¨¦s de que Felipe VI asumiera la corona, el bar¨®metro del CIS registraba una ligera recuperaci¨®n de la confianza (4,34).
Desde entonces, el principal instituto espa?ol de opini¨®n p¨²blica no ha vuelto a preguntar a los ciudadanos qu¨¦ piensan de su jefe de Estado, por lo que hay que recurrir a las encuestas privadas. Jos¨¦ Juan Toharia, presidente de Metroscopia, asegura que la nota que los espa?oles ponen al Rey es alta y estable, en torno a siete, y que su popularidad es transversal: no hay grandes diferencias por edad o clase social. Tiene un amplio apoyo entre los votantes del PP, PSOE y Ciudadanos, mientras que los de Podemos est¨¢n divididos.
"Ideol¨®gicamente, muy pocos espa?oles son mon¨¢rquicos, en el sentido de que prefieran una Jefatura del Estado hereditaria a una electiva, pero la mayor¨ªa son pragm¨¢ticos y valoran la forma en que Felipe VI desempe?a su funci¨®n. Lo ven como un profesional honesto, preparado y competente. Un alt¨ªsimo funcionario en el sentido n¨®rdico. En Espa?a, es el Rey el que legitima a la instituci¨®n y no al rev¨¦s", concluye. El felipismo despu¨¦s del juancarlismo.
Nacido en Madrid en 1968, Felipe VI es el Rey mejor formado de la historia de Espa?a. Licenciado en Derecho, curs¨® el equivalente al COU en Canad¨¢ y un m¨¢ster en Relaciones Internacionales en Georgetown (Washington), adem¨¢s de pasar por las tres academias militares. Fue el abanderado de la delegaci¨®n espa?ola en los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona de 1992, en los que compiti¨® en vela.
Su decisi¨®n personal m¨¢s importante fue casarse por amor, el 22 de mayo de 2004, con Letizia Ortiz Rocasolano, periodista y divorciada, para esc¨¢ndalo de los sectores m¨¢s rancios de la derecha espa?ola. Y la m¨¢s dolorosa tambi¨¦n tuvo car¨¢cter familiar: en junio de 2015 retir¨® el t¨ªtulo de duquesa de Palma a su hermana Cristina ante su negativa reiterada a renunciar a sus derechos din¨¢sticos.
La condena de su cu?ado I?aki Urdangarin, pendiente de ratificaci¨®n por el Supremo, pende como una espada de Damocles, pero lo primero que hizo Felipe?VI al llegar a La Zarzuela fue cavar un cortafuegos: redujo la Familia Real a seis personas (sus padres, hijas y esposa), prohibi¨® a sus miembros trabajar para empresas privadas o recibir regalos de gran valor y someti¨® a auditor¨ªa externa los gastos de la Casa del Rey, 7,8 millones en 2017. La transparencia, con todo, no es total, pues muchos costes son sufragados por los ministerios.
La Monarqu¨ªa espa?ola es austera, m¨¢s barata que las presidencias de algunas rep¨²blicas, seg¨²n Toharia, y eso es algo que tambi¨¦n valoran los espa?oles. Un Rey sin cortesanos en una Monarqu¨ªa (casi) sin mon¨¢rquicos.
Tras poner orden en su casa, Felipe VI tuvo que enfrentarse a un cataclismo pol¨ªtico que ha puesto a prueba las costuras del traje constitucional de 1978. Las elecciones de diciembre de 2015 certificaron el fin del bipartidismo y la aparici¨®n de un mapa pol¨ªtico fragmentado, con una fuerza abiertamente antimon¨¢rquica, Podemos, con el 20% de los votos.
En enero de 2016, Rajoy rechaz¨® el encargo del Rey para que se sometiese a la investidura y meti¨® al pa¨ªs en un territorio desconocido. ?Deb¨ªa buscar ¨¦l mismo la salida al bloqueo pol¨ªtico como algunos le suger¨ªan? Felipe VI no cay¨® en la tentaci¨®n de borbonear (gobernar entre bambalinas) y sigui¨® la br¨²jula constitucional en medio de la tempestad. Las elecciones se repitieron en junio de 2016 y en octubre, tras cinco rondas de consultas, Rajoy fue reelegido presidente.
Superada la par¨¢lisis pol¨ªtica, el Rey recuper¨® su actividad internacional, la faceta que m¨¢s valoran los espa?oles y con la que compensa en parte la pereza por viajar de los ¨²ltimos inquilinos de La Moncloa: Portugal, Arabia Saud¨ª, Jap¨®n y el foro econ¨®mico de Davos, al que nunca acudi¨® Rajoy.
Felipe VI es el primer Rey constitucional. El primero que jur¨® la Constituci¨®n antes de ser Rey y cuya legitimidad procede de la misma. Pero nunca ser¨¢, seg¨²n quienes le conocen, un freno para su reforma. Al contrario, como dijo en su ¨²ltimo mensaje navide?o, rechaza el inmovilismo y aboga por "adaptarse a los nuevos tiempos". C¨®mo y cu¨¢ndo no le corresponde a ¨¦l decirlo.
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