Vestir la mantilla como ¡°reivindicaci¨®n feminista¡±
Mujeres j¨®venes defienden la recuperaci¨®n del uso de la prenda tradicional como signo de identidad colectiva
Molestas con la llegada al trono de Espa?a del extranjero Amadeo de Saboya, un grupo de mujeres madrile?as apost¨® por idear un plante. Se ataviaron con mantillas espa?olas, en lugar de sombreros, en su tradicional salida vespertina de carruajes en el Paseo del Prado. Ocurri¨® del 20 al 22 de marzo de 1871 y, aunque fue una manifestaci¨®n pac¨ªfica, hoy se la conoce como la rebeli¨®n de las mantillas. Casi un siglo y medio despu¨¦s, la gaditana Mar¨ªa del Carmen Cabello, tuvo tambi¨¦n su particular y dom¨¦stica revoluci¨®n de la mantilla cuando, a las v¨ªsperas de cumplir los 18 a?os pidi¨® a sus padres la prenda como regalo de Reyes.
¡°Me gustaba desde peque?a. En casa somos cofrades, pero esta tradici¨®n la empec¨¦ yo porque ni mi madre ni me hermana se vest¨ªan¡±, reconoce esta joven gaditana. Cabello, ya con 23 a?os, quer¨ªa una mantilla para experimentar justo el ritual que este Jueves Santo revive por cuarta vez. Mari Carmen ¡ªmelena recogida en un roete bajo, traje de negro impoluto dise?ado y cosido por ella misma y tacones de aguja del mismo color¡ª menea la cabeza nerviosa en el sal¨®n de su casa, en C¨¢diz, mientras su amigo Juan Carlos Gir¨®n fija a su pelo la peineta y la mantilla.
Frunce de encaje, alfileres y broche: el atav¨ªo est¨¢ listo. Cabello se pone de pie de un salto y se escudri?a en el espejo de la entrada de su casa. Todo est¨¢ correcto. Se pone los guantes de encaje, coge el bolso y el rosario. De cerca, sus padres no le quitan ojo. Esteban, su padre, no se reprime: ¡°?Vas a ser la mantilla m¨¢s guapa de todo C¨¢diz!¡±. Cabello sonr¨ªe. Ahora s¨ª, todo est¨¢ listo para comenzar la visita a las iglesias de la ciudad, donde por la tarde saldr¨¢n las procesiones en el d¨ªa grande de la Semana Santa.
Cabello, enfermera de quir¨®fano de profesi¨®n, es una de las mujeres que en estos d¨ªas de Jueves y Viernes Santo, mantiene viva una tradici¨®n propia sur y sureste de la Pen¨ªnsula, pero que a?o tras a?o languidece. En ciudades como Sevilla, C¨¢diz o Jerez, son minor¨ªa las mujeres que visten la mantilla negra para la visita de los Sagrarios. Menos son a¨²n si son j¨®venes. De hecho, en distintas localidades, han surgido asociaciones y entidades, como el Grupo Gaditano Mujer de Mantilla, que abogan por su supervivencia y recuperaci¨®n. Es justo lo que Cabello defiende con orgullo: ¡°Yo lo veo como una reivindicaci¨®n feminista. Es una tradici¨®n que se est¨¢ perdiendo entre las j¨®venes y es una pena¡±.
Mujeres como Cabello sostienen una tradici¨®n que hunde sus ra¨ªces en el periodo musulm¨¢n de la Pen¨ªnsula. ¡°De la mujer musulmana tomamos la costumbre de incluir una prensa que cubriese la cabeza. De ah¨ª el origen de lo que conocemos como tapada¡±, reconoce Sof¨ªa Mart¨ªnez, historiadora e investigadora de indumentaria y artes decorativas. La prenda devino en un encaje, prendido del pelo con una peina que, en los siglos XVIII y XIX se vincul¨®, adem¨¢s, al casticismo de las majas, contrarios a la influencia de la moda francesa. ¡°Fue una respuesta de esa gente que viv¨ªa en los barrios m¨¢s humildes y de clases m¨¢s populares¡±, rememora la historiadora.
Con los a?os, el protocolo hizo que la prenda se quedase vinculada a la mayor etiqueta para ceremonias religiosas y civiles (de las bodas a las corridas de toros). Y en el sur cuaj¨® gracias a su uso mayoritario durante la Semana Santa. Sin embargo, con el avance de las modas y los cambios sociales, la vestimenta de mantilla languideci¨®. As¨ª fue como la conoci¨® Cabello cuando, con 17 a?os, pidi¨® su primera mantilla, hace ya cinco a?os. ¡°Desde chica le interes¨® y eso que en casa nunca yo la hab¨ªa usado. A¨²n recuerdo la cara de ilusi¨®n que le hizo cuando se la regal¨¦¡±, rememora Mari Carmen, su madre.
En la siguiente Semana Santa sali¨® ya vestida en la procesi¨®n del Cristo de la Expiraci¨®n que, cada Viernes Santo sale a la calle con un tramo de su cortejo integrado por mujeres ataviadas con esta prenda. Desde entonces, no suele fallar a la cita, ya en la ma?ana de los jueves, aunque el entorno no le sea favorable como ella misma reconoce: ¡°En una ocasi¨®n llegaron a preguntarme si iba disfrazada¡±. ¡°Para m¨ª siempre ha sido un sentimiento. No es como algunas j¨®venes que se la ponen, pero solo por el ¡®postureo¡±, a?ade Cabello. Tanto es as¨ª que la joven valora la mantilla m¨¢s all¨¢ del evidente significado religioso que tambi¨¦n para ella tiene: ¡°En las mantillas no tiene porqu¨¦ estar re?ido que sean una tradici¨®n y que se vista una joven feminista, m¨¢s bien justo lo contrario¡±.
Es justo lo que lleva ya dos a?os defendiendo Mar Gallego, periodista y art¨ªfice del proyecto de feminismo andaluz Como vaya yo y lo encuentre, una iniciativa de recuperaci¨®n de memoria sentida de la mujer en Andaluc¨ªa. Frente al reduccionismo que puede considerar a la mantilla (u otras tradiciones asociadas tradicionalmente a la mujer) como opuestas al progreso, Gallego apuesta por valorarlas dentro de ¡°realidades diversas y complejas¡±. ¡°Hay distintos modos de ser mujer. El porqu¨¦ hay feminismos que puedan estar en contra de esto lo achaco al control hist¨®rico que la Iglesia ha tenido para con el cuerpo de la mujer¡±, explica la activista.
Por ello, Gallego valora el ritual de la mantilla ¡°como una pr¨¢ctica sentimental o incluso colectiva de la persona que lo lleva a cabo¡±. Es el caso de ¡°costumbres geneal¨®gicas de mujeres que atesoran con cari?o estas peinetas o mantillas de sus madres o abuelas¡±, como a?ade la periodista. ¡°Tiene mucho de espiritualidad y de memoria de un pueblo precario que usa la Semana Santa como excusa para recordar a sus ancestras, volcar su cultura robada y espa?olizada y reivindicar tambi¨¦n lo propio frente a otros discursos extranjeros¡±, incide Gallego. No es la primera vez que la mantilla ha sido usada por los feminismos andaluces como subversi¨®n en ¡°una forma de protesta sin renunciar a los rasgos identitarios de la tierra¡±.
Rasgos que en la ma?ana de este Jueves Santo, la gaditana luce con orgullo, durante su periplo por las calles. ¡°Ni es inc¨®moda, mucho peor son los tacones con estos adoquines¡±, bromea la joven mientras deja atr¨¢s ya el templo de Santa Mar¨ªa donde ha visitado su gran devoci¨®n, el Nazareno. Mari Carmen Cabello pisa fuerte y tiene claro lo que quiere. ¡°Como con la mantilla, en mi vida soy una mujer independiente. Me gusta ser libre y no tener que depender de alguien, ni de mis padres ni de nadie¡±, zanja orgullosa mientras se despide de camino a la siguiente iglesia que visitar¨¢ en la clara ma?ana de su Jueves Santo.
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