Unabomber, el encierro eterno del terrorista ermita?o
Los atentados de Texas recuerdan la figura de Theodore Kaczynski, quien cumple ocho cadenas perpetuas en una c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad
El caso de Mark Conditt, el joven de 23 a?os que ha aterrorizado a EE UU con cinco bombas que mataron a dos personas e hirieron a otras cinco para finalmente hacerse estallar en su coche ante el cerco policial, ha devuelto a la memoria el recuerdo de otro hist¨®rico criminal: Theodore John Kaczynski, Unabomber, el cient¨ªfico-terrorista que mandaba cartas bomba. Detenido en 1996, hace mucho que su nombre se hab¨ªa dejado de escuchar, pero ha vuelto a resonar desde el estreno el a?o pasado de una serie de Netflix sobre su vida y ahora con los atentados de Conditt. Mientras, Kaczynski, de 75 a?os, cumple ocho cadenas perpetuas en la prisi¨®n de m¨¢xima seguridad de Florence (Colorado).
Entre 1978 y 1995, Kaczynski envi¨® 16 cartas bomba, muchas contra universidades, que dejaron tres muertos y 23 heridos. Adolescente superdotado, hab¨ªa emprendido una carrera brillante como matem¨¢tico, gradu¨¢ndose en Harvard, doctor¨¢ndose en la Universidad de Michigan y llegando a ser profesor asistente en Berkeley.
A finales de los sesenta, sin embargo, dej¨® de forma abrupta la academia y en 1971 decidi¨® apartarse de la sociedad para vivir en una caba?a sin agua corriente ni electricidad en un bosque de Lincoln (Montana). Se especula que su ruptura con el mundo moderno pudo tener sus ra¨ªces en el supuesto trauma que le caus¨® someterse en Harvard a un experimento psicol¨®gico de la CIA para desarrollar t¨¦cnicas de control mental.
En 1978, inici¨® su actividad terrorista y en los ochenta ya era la obsesi¨®n del FBI. En 1995, The Washington Post y The New York Times aceptaron a petici¨®n del Gobierno difundir un manifiesto de Unabomber a cambio de que, como promet¨ªa, dejase de atentar. El texto era un alegato contra la tecnolog¨ªa que arrancaba as¨ª: ¡°La revoluci¨®n industrial y sus consecuencias han sido un desastre para la raza humana. Han aumentado la esperanza de vida de los que vivimos en pa¨ªses avanzados, pero han desestabilizado la sociedad y han condenado a los seres humanos a la indignidad¡±.
Kaczynski, cuya imagen de ermita?o barbudo caminando esposado entre polic¨ªas dio la vuelta al mundo tras su detenci¨®n, se prendi¨® sin mesura de la idea ut¨®pica del noble salvaje, del hombre puro sobre el que escribi¨® Rousseau en el siglo XVIII y que el anarquismo cultiv¨® en el XIX y a inicios del XX, con influencia hasta nuestros d¨ªas. Su necesidad de difundir sus proclamas antitecnol¨®gicas, tras m¨¢s de tres d¨¦cadas encerrado en su mundo y sin apenas contacto humano, se convirti¨® en su propia trampa. Fue su hermano menor David quien, al leer el manifiesto, titulado La sociedad industrial y su futuro, apreci¨® el rastro de Theodore, el genio anacoreta, en expresiones y giros gramaticales. Tras sopesar el dilema de denunciar a su hermano, opt¨® por avisar a las autoridades.
El operativo se puso en marcha y, tras semanas de vigilancia, un 3 de abril de 1996 la larga y misteriosa historia de Unabomber, la investigaci¨®n a la que el FBI hab¨ªa destinado m¨¢s fondos y personal hasta entonces, termin¨® de la manera m¨¢s simple. Un agente llam¨® a la puerta de la caba?a y dijo: ¡°Ted, tenemos que hablar contigo¡±.
El terrorista de la monta?a pas¨® de su caba?a de nueve metros cuadrados a una celda de ocho. Su vida en la c¨¢rcel de Florence, que alberga a los presos m¨¢s peligrosos, ha transcurrido las dos ¨²ltimas d¨¦cadas bajo un r¨¦gimen de estricta vigilancia. Durante un tiempo, forj¨® cierta amistad, dentro de los estrechos l¨ªmites que ten¨ªan para hablar, con Ramzy Yousef, cerebro del atentado de 1993 contra las Torres Gemelas, y Timothy McVeigh, autor en 1995 del atentado de Oklahoma (168 muertos), ejecutado en 2001.
"Siempre me mantengo ocupado"
Sus pasatiempos han sido la lectura, la escritura y un nutrido intercambio epistolar con cientos de personas. Las cartas, que va archivando la Universidad de Michigan, dan testimonio de su vida entre rejas. ¡°Considero que estoy en una situaci¨®n (relativamente) afortunada¡±, escrib¨ªa en 2000. ¡°El lugar est¨¢ bien administrado. Es limpio, la comida es buena y es tranquilo. Puedo dormir, pensar y escribir sin ser distra¨ªdo¡±. En 2002, se quejaba de que la hab¨ªan servido una hamburguesa muy poco hecha que podr¨ªa transmitirle, dec¨ªa, enfermedades como la salmonela.
Kaczynski ha mantenido sus intereses intelectuales. Ha estudiado ruso, alem¨¢n e italiano, realizado cursos de psicolog¨ªa y escucha m¨²sica cl¨¢sica al acostarse. Para una mente solipsista e intensa como la suya, el aislamiento de una prisi¨®n de m¨¢xima seguridad no parece tan tormentoso como ser¨ªa para el com¨²n de los mortales. ¡°La vida debe de ser aburrida y mon¨®tona para la mayor¨ªa de los presos en una c¨¢rcel como esta, pero no para m¨ª, porque siempre tengo cosas que me mantienen ocupado¡±, escrib¨ªa en 2009.
En 2013, altos funcionarios, ejecutivos, intelectuales, cient¨ªficos y ases de las finanzas se reunieron en Harvard para celebrar el 50? aniversario de su promoci¨®n. Uno no pudo asistir, pero envi¨® una carta indicando su ocupaci¨®n (¡°preso¡±), la direcci¨®n de su c¨¢rcel y su n¨²mero de interno (04475-046). Era Ted Kaczynski.
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