No culpemos a la Uni¨®n
Al legislador penal alem¨¢n se le antoja inconcebible que el presidente de un 'Land' pueda llegar al grado de deslealtad institucional e irresponsabilidad al que ha llegado el separatismo ocupando las instituciones regionales catalanas

Abstracci¨®n hecha de las eventuales irregularidades en el alcance de la decisi¨®n del Tribunal de Schleswig-Holstein al rechazar la extradici¨®n de Carles Puigdemont por el delito de rebeli¨®n seg¨²n se configura en el Derecho espa?ol y en la interpretaci¨®n del Tribunal Supremo, aquella decisi¨®n nos lleva a la constataci¨®n de que el Derecho Penal quiz¨¢ sea el ¨²ltimo reducto de soberan¨ªa de los Estados, no accesible todav¨ªa al general proceso de uniformizaci¨®n de la Uni¨®n Europea; al menos en lo que se refiere a la protecci¨®n penal de los bienes jur¨ªdicos m¨¢s abstractos, o si se quiere, m¨¢s pol¨ªticos; aquellos que est¨¢n imbuidos de la historia y cultura propias de cada Estado, fruto de su propio acervo pol¨ªtico diferenciado.
As¨ª, mientras en las conductas que lesionan los bienes jur¨ªdicos m¨¢s elementalmente merecedores de protecci¨®n (la vida, la integridad f¨ªsica, los derechos humanos, la propiedad, etc.) hay una coincidencia generalizada sobre la necesidad de su tutela penal y una confluencia en la forma de estructurar t¨¦cnicamente la misma ¡ªfruto de unas m¨¢ximas de experiencia compartidas por una misma civilizaci¨®n repartida entre diversos Estados¡ª, no ocurre lo mismo cuando lo que se trata de proteger y salvaguardar con la ley penal es el orden pol¨ªtico.
Esa diferenciaci¨®n entre bienes jur¨ªdicos que todos consideramos merecedores de elemental, autom¨¢tica e id¨¦ntica tutela penal y los que requieren traer a colaci¨®n el acervo hist¨®rico y pol¨ªtico de cada Estado, tiene su reflejo en la Decisi¨®n Marco del Consejo de la Uni¨®n Europea, que regula la orden de detenci¨®n y entrega recogiendo un cat¨¢logo de delitos donde ni siquiera rige el principio de doble incriminaci¨®n; son aquellos que repugnan al elemental sentido de lo il¨ªcito del ciudadano medio; es decir, homicidios, terrorismo, tr¨¢fico de personas o drogas, violaciones, secuestros, etc.
Frente a ese cat¨¢logo de delitos, llam¨¦mosles naturales, la rebeli¨®n espa?ola o la alta traici¨®n en Alemania son tipos penales que buscan proteger un bien jur¨ªdico de naturaleza pol¨ªtica (el normal desenvolvimiento democr¨¢tico de las funciones primarias de legislar y gobernar), en los que la historia ha influido en su tipificaci¨®n respectiva; cada uno previendo una descripci¨®n de conductas criminales de forma an¨¢loga, pero no del todo coincidente. Por decirlo con otras palabras: al legislador penal alem¨¢n se le antoja inconcebible que el presidente de un Land pueda llegar al grado de deslealtad institucional e irresponsabilidad al que ha llegado el separatismo ocupando las instituciones regionales catalanas, probablemente porque en Alemania esas formaciones pol¨ªticas hubieran sido muchos a?os antes ilegalizadas por perseguir -incluso estatutariamente- la subversi¨®n del orden constitucional y la quiebra de la unidad territorial del Estado.
Queda camino por recorrer, pero cargar sobre la Uni¨®n la responsabilidad derivada de la falta de confluencia jur¨ªdica entre los Estados en este tema no es un desv¨ªo recomendable en el camino de la uni¨®n.?Alejandro Molina es abogado
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