H¨¦roe en la Cuba de Castro, facha en la Espa?a de Colau
El almirante Cervera, insultado por la alcaldesa de Barcelona, goza de gran prestigio en EE UU y el r¨¦gimen comunista
La v¨ªspera del 3 de julio de 1898, el almirante Pascual Cervera Topete re¨²ne a las dotaciones de la escuadra espa?ola, bloqueada por la flota estadounidense en el puerto de Santiago de Cuba: ¡°Ha llegado el momento solemne de lanzarse a la pelea. Quiero que asist¨¢is conmigo a esta cita con el enemigo luciendo el uniforme de gala¡±. A los marinos de los cuatro cruceros ¡ªInfanta Mar¨ªa Teresa, Vizcaya, Crist¨®bal Col¨®n y Almirante Oquendo¡ª y de los dos destructores ¡ªFuror y Plut¨®n¡ª les extra?a la orden. El almirante Cervera, nacido en Medina Sidonia (C¨¢diz) 59 a?os antes, se la aclara enseguida: ¡°Es una ropa impropia para el combate, pero es la que vestimos los marinos de Espa?a en las grandes solemnidades, y no creo que haya un momento m¨¢s solemne en la vida de un soldado que aquel en que se muere por la patria. El enemigo codicia nuestros viejos y gloriosos cascos, y para ello ha enviado contra nosotros todo el poder¨ªo de su joven escuadra. Pero s¨®lo podr¨¢ tomar las astillas de nuestras naves. Clavad las banderas y ni un solo nav¨ªo prisionero. ?Zafarrancho de combate!¡±.
Los espa?oles saben que se dirigen a una muerte segura, pero tambi¨¦n son conscientes de que su almirante ha intentado por todos los medios evitar el sacrificio. Se ha enfrentado incluso al Gobierno de Mateo Sagasta, al que acusa de pedirle ¡°un sacrificio tan est¨¦ril como in¨²til¡± con tal de defender un ¡°ideal que ya s¨®lo es rom¨¢ntico¡±. Cuba sigue perteneciendo a Espa?a ¡ªsu bandera ondea en La Habana y hay un capit¨¢n general al mando¡ª, pero econ¨®micamente es ya un territorio dependiente de EE UU. ¡°Lo ¨²nico que hac¨ªa falta¡±, explica Juan Torrej¨®n Chaves, profesor de Historia Econ¨®mica de la Universidad de C¨¢diz, ¡°era que la realidad se impusiera, y aquella ma?ana se impuso de una manera muy gr¨¢fica. Los viejos barcos espa?oles, de madera, sin el armamento adecuado y con carb¨®n de mala calidad en sus m¨¢quinas, frente a modernos acorazados de acero. Un pa¨ªs en decadencia frente a un gigante emergente¡±. Un d¨ªa antes, el 2 de julio de 1898, el capit¨¢n general Ram¨®n Blanco transmite desde La Habana al almirante Cervera la orden de los generales de Marina: ¡°Salga con su flota del puerto de Santiago y rompa el bloqueo¡±. La respuesta es concisa: ¡°Con la conciencia tranquila, voy al sacrificio¡±. Cervera ordena calentar las calderas.
Casi 120 a?os despu¨¦s, el capit¨¢n de nav¨ªo Jaime Cervera Valverde y el capit¨¢n de fragata Manuel Cervera de la Paz hablan junto a la tumba del almirante, su bisabuelo, situada en el Pante¨®n de Marinos Ilustres, un edificio construido en siglo XVIII en San Fernando (C¨¢diz). Desde 1898 hasta ahora, 56 descendientes del almirante han servido en la Armada. ¡°Mi bisabuelo¡±, explica Jaime Cervera, ¡°siempre ha sido un elemento aglutinador dentro de la familia. Desde chicos hemos sabido que tuvo unos fundamentos s¨®lidos, que fue un hombre de talante liberal, comprometido con su familia y con la sociedad. Pero no es solo un patrimonio familiar. Sus valores de lealtad, servicio y entrega son aplicables hoy y son patrimonio de todo el pueblo espa?ol¡±. Hace unos d¨ªas, despu¨¦s de que Ada Colau dijese que Cervera hab¨ªa sido ¡°un facha¡± y que por eso le quitaba su calle en Barcelona, Jaime le envi¨® a Manuel una carta en la que su antepasado com¨²n se dirige a un hijo. ¡°Cuando la recib¨ª¡±, dice Manuel, ¡°se la reenvi¨¦ a dos hijos m¨ªos que estudian en la Escuela Naval para que la leyeran, porque todos los consejos est¨¢n vigentes¡±.
En otras cartas, que algunos de los muchos descendientes de Cervera han colgado en las redes sociales, el h¨¦roe de Cuba parece contestarle a la alcaldesa de Barcelona: ¡°Para unos ser¨¦ un h¨¦roe legendario; para otros un cobarde vil y miserable. Para unos ser¨¢ un ejemplo sublime que habr¨¦ dado al obedecer las est¨²pidas ¨®rdenes que nos condujeron a la ruina; para otros ser¨¢ un crimen imperdonable el haberlas obedecido. Ni te envanezcas con lo uno, ni te exaltes con lo otro. Considera siempre que todos los actos p¨²blicos son del dominio de todos, que pueden censurarlos¡¡±. Da la impresi¨®n de que aquellos consejos siguen estando vigentes en su familia. Ninguno de sus descendientes ha contestado de forma airada a la alcaldesa. M¨¢s bien al contrario. Han aprovechado la ofensa para, con datos en la mano, recordar que despu¨¦s de aquel terrible combate ¡ªen cinco horas, la flota espa?ola fue destruida, 323 marinos murieron y 151 resultaron gravemente heridos¡ª el almirante Cervera se convirti¨® en un h¨¦roe, primero en EE UU y m¨¢s tarde en Cuba.
Junto a la tumba del almirante, el profesor Juan Torrej¨®n lee un informe redactado por el capit¨¢n Robley D. Evans, comandante del Iowa, unas horas despu¨¦s del combate: ¡°El coraje y valor del almirante Cervera no tiene paralelo en la historia de la guerra. Estaba convencido de que la decisi¨®n de salir al mar abierto con su flota representaba la destrucci¨®n total de sus barcos. Cargamos sobre los espa?oles y los hicimos literalmente pedazos. Recog¨ª al almirante Cervera de nuestro buque auxiliar Gloucester, que lo hab¨ªa rescatado, y lo recib¨ª con honores militares. Me di cuenta de que aquel hombre era todo un almirante de la Marina¡±. Otro de sus descendientes, ?ngel Luis Cervera Fantoni, autor del libro El desastre del 98 y el fin del imperio espa?ol, guarda en un museo particular instalado en su casa de Madrid infinidad de recortes de peri¨®dicos estadounidenses de la ¨¦poca glosando la figura del militar espa?ol. ¡°Pero no s¨®lo all¨ª¡±, explica, ¡°en el verano de 1998, con motivo del centenario del combate y de la salida de las tropas espa?olas de Cuba, Fidel Castro asisti¨® a una recepci¨®n en el buque Juan Sebasti¨¢n Elcano, atracado en La Habana, y mostr¨® su admiraci¨®n por el almirante Cervera. Dijo que hab¨ªa sido un h¨¦roe. Tambi¨¦n lo piensa Ra¨²l Castro, que nos ha recibido varias veces y que en una de mis visitas me regal¨® esta bandera¡±.
A las 13.30 de aquel 3 de julio de 1898, el Crist¨®bal Col¨®n, el ¨²ltimo barco espa?ol en exponerse al fuego enemigo, se arroj¨® contra la costa y arri¨® la bandera. ¡°As¨ª fue c¨®mo acab¨® todo¡±, escribi¨® con motivo del centenario el escritor Arturo P¨¦rez-Reverte. ¡°Y c¨®mo el pabell¨®n espa?ol dej¨® de ondear en un mar que hab¨ªa sido suyo durante cuatro siglos (¡). Era tarde de domingo. A la misma hora que los supervivientes espa?oles eran capturados por los buques norteamericanos, agonizaban en las playas o se abr¨ªan penosamente paso por la selva para intentar llegar a Santiago y seguir combatiendo en tierra, en Madrid luc¨ªa un sol espl¨¦ndido y la gente, incluidos algunos miembros del Gobierno, se divert¨ªa en los toros. A?os despu¨¦s, Miguel Unamuno escribir¨ªa: ¡®Cuando en Espa?a se habla de cosas de honor, un hombre sencillamente honrado tiene que echarse a temblar¡±.
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