¡°Le dir¨ªa a otras v¨ªctimas que nunca se sientan culpables¡±
Alejandra, que fue violada hace dos a?os, anima a todas las mujeres a no callar ante una agresi¨®n
A Alejandra (nombre ficticio) le encanta pasear con m¨²sica, pero ya nunca se pone los auriculares de noche. "Hay que estar alerta", dice. Una secuela que le qued¨® es esa necesidad de extremar la precauci¨®n, aunque ya entra y sale de su portal casi sin pensarlo. En abril de 2016, un hombre se col¨® tras ella en su rellano "aprovechando que la puerta tiene un mecanismo lento de cierre". Ella, que entonces ten¨ªa 26 a?os, volv¨ªa de una fiesta y pens¨® que era un vecino. El hombre se le acerc¨® por la espalda, la cogi¨® del cuello, la tir¨® al suelo sin que ella ofreciese resistencia "por haber quedado paralizada presa del miedo". La viol¨®.
El relato de aquella madrugada est¨¢ recogido en una sentencia, que a¨²n no es firme, que refleja que el agresor entr¨® en prisi¨®n en enero de 2017, 10 meses despu¨¦s, y le condena a siete a?os de prisi¨®n por una agresi¨®n sexual contra ella y tres a?os y seis meses m¨¢s por abusar de una menor e intentarlo con otra y a un tratamiento cuando salga en libertad vigilada. La prensa local lo defini¨® como un depredador sexual.
El fallo le fue notificado a Alejandra el 26 de abril, el mismo d¨ªa que se hizo p¨²blica la sentencia de La Manada. A los integrantes del grupo de San Ferm¨ªn les han condenado a nueve a?os de c¨¢rcel por abuso sexual continuado. Los jueces no apreciaron violencia ni intimidaci¨®n en la actuaci¨®n de los cinco hombres. En el caso de Alejandra, los magistrados s¨ª que recogen en su fallo que existi¨®, y citan jurisprudencia que se?ala que esa intimidaci¨®n y violencia "basta que sean suficientes y eficaces en la ocasi¨®n concreta para alcanzar el fin propuesto, paralizando o inhibiendo la voluntad de resistencia de la v¨ªctima". Ella ni siquiera se movi¨®: "Piensas que sea lo que tenga que ser y que acabe cuanto antes. Te quedas como muerta, ni te mueves ni sientes", recuerda. "Lo ¨²nico que piensas es que se acabe. Fue muy poco tiempo, pero en el momento te parecen horas".
La pena al violador ¡ªsiete a?os por agresi¨®n sexual m¨¢s los citados a?os por los abusos¡ª es m¨¢s baja que la impuesta a los miembros de La Manada. Pero la consideraci¨®n del caso que ha conmocionado a la sociedad espa?ola ha cosechado duras cr¨ªticas pol¨ªticas, un anuncio del Gobierno de revisi¨®n del C¨®digo Penal y gritos que han recorrido decenas de manifestaciones desde ese d¨ªa: "No es abuso, es violaci¨®n".
Ocurri¨® la madrugada de un domingo. En la tarde del lunes, Alejandra acudi¨® a un reconocimiento al hospital. Cuenta que el agente de Polic¨ªa que le tom¨® declaraci¨®n para su denuncia no le mand¨® directamente al centro sanitario, un paso que hay que dar de inmediato para no perder pruebas. A ella se le hizo especialmente duro que quien le tomara la primera declaraci¨®n fuera un hombre. No hab¨ªa ninguna mujer en la comisar¨ªa.
El estatuto de la v¨ªctima de 2015 recoge que se atienda a los denunciantes por personas de su mismo sexo "cuando esta as¨ª lo solicite". No obstante, Lina Gonz¨¢lez, secretaria de la Federaci¨®n de Igualdad y Conciliaci¨®n del sindicato policial SUP, recuerda que "se trata de una recomendaci¨®n, pero no una obligaci¨®n". En las Unidades de Familia y Mujer de la Polic¨ªa Nacional, a?ade, se incluyen c¨®digos ¨¦ticos que "siempre recogen que si hay mujeres agentes sean ellas las que atiendan".
Aquel polic¨ªa, recuerda Alejandra, no la mand¨® al hospital de inmediato ni le dijo que deb¨ªa intentar preservar todo el ADN posible. "Yo lo ¨²nico que quer¨ªa era ducharme y me duch¨¦. Por suerte, a¨²n no se hab¨ªa lavado la ropa interior", dice. Esa ropa ayud¨® a comprobar que su agresor era el de las dos menores. En aquella entrevista en el hospital, la joven sinti¨® la culpa.
"El 99% de las mujeres a las que atendemos llegan con ese sentimiento de culpa: por qu¨¦ fui a ese sitio, por qu¨¦ beb¨ª, por qu¨¦ no me di cuenta de que era un agresor, como si llevaran un cartel", explica Mariti Pereira, portavoz de la Federaci¨®n de Asociaciones de Asistencia a Mujeres V¨ªctimas de Agresiones Sexuales, Famuvi, y presidenta de la asociaci¨®n de Asturias, Cavasym.
El forense le pregunt¨® si hab¨ªa bebido ¡ªuna intoxicaci¨®n et¨ªlica puede determinar que una v¨ªctima estaba privada de conocimiento y no ten¨ªa capacidad decisoria¡ª y tambi¨¦n qu¨¦ ropa llevaba puesta. Hoy, dos a?os despu¨¦s, Alejandra arremete enfadada contra aquella pregunta: "Me parece absurdo que quiera saber si llevas minifalda, vestido o pantal¨®n". Pero aquella tarde sinti¨® que hab¨ªa hecho algo mal: "Al final, te hacen pensar: 'La culpa es m¨ªa por llevar determinada ropa o por no cerrar el portal ese d¨ªa". Mariti Pereira repite siempre a las v¨ªctimas que atiende: "Esto es como un accidente m¨¢s en tu vida. Si te roban, no piensas que t¨² hayas hecho algo malo".
"Le dir¨ªa a otras v¨ªctimas que nunca se sientan culpables", resume Alejandra. Nunca dud¨® en denunciar, apoyada por su familia. Y es lo que recomienda a otras mujeres: "Cuantas m¨¢s denunciemos, mejor. Igual la persona que te agredi¨® a ti le ha hecho da?o tambi¨¦n a otra". A?ade que la ayuda terape¨²tica ¡ªella sigue acudiendo a la psic¨®loga pero con citas m¨¢s espaciadas¡ª es fundamental: "Es un trago duro que te va a dejar marca para siempre, pero se puede superar".
Alejandra, que ha seguido muy de cerca el caso de La Manada, lamenta el mensaje que ha calado en la sociedad tras este fallo: "Esta sentencia no ayuda. Es normal que las mujeres piensen que no est¨¢n protegidas", afirma. Espa?a tiene una de las tasas m¨¢s bajas de denuncias por violaci¨®n, seg¨²n datos de Eurostat de 2015. Se registraron 2,65 denuncias por cada 100.000 habitantes, 20 veces menos que en Suecia.
"Al final, es como que sales perdiendo", prosigue ella con la voz queda, sentada en una silla de la oficina de la asociaci¨®n Cavasym, donde acudi¨® tras denunciar y donde recibe asistencia jur¨ªdica y psicol¨®gica gratuita. A su lado, su abogada, Ana Gonz¨¢lez, le explica los detalles de su sentencia y lamenta el doble juicio que pueden sufrir este tipo de v¨ªctimas: "Si te roban el bolso no te cuestionan, no te podr¨ªa pasar que te manden al equipo psicosocial para ver si resultas o no cre¨ªble. Existe otra mirada para este tipo de delitos".
A la joven de La Manada la sigui¨® un detective, contratado por uno de los abogados de la defensa para presentar un informe que posteriormente retir¨® durante el juicio. Intentaba demostrar que la chica llevaba una vida normal tras el supuesto ataque. Alejandra, que se indigna con este episodio, relata c¨®mo ella misma se aferr¨® desde el primer momento a intentar recuperar su vida.
"Ocurri¨® la madrugada del s¨¢bado al domingo y yo el lunes fui a trabajar", explica. "Eso no significa que est¨¦s estupenda y maravillosa. Solo que hay que salir adelante".
La "tortura" de contar lo ocurrido una y otra vez
Ana Gonz¨¢lez, abogada especialista en agresiones sexuales de Cavasym, siempre les dice a las v¨ªctimas que son muy valientes por denunciar. Se enfrentan a que no las crean, a que las cuestionen y a tener que repetir su testimonio una y otra vez: en comisar¨ªa, en el hospital, ante el equipo psicosocial, varias veces en el juzgado... "Tienen que contarlo hasta cinco o seis veces", explica Gonz¨¢lez. Entre un testimonio y otro, la v¨ªctima adem¨¢s ha podido iniciar un proceso de recuperaci¨®n que se ve resentido por esta repetici¨®n. Una de las peticiones que hace Alejandra es no hablar de lo que ocurri¨® en su portal, unos hechos que ya est¨¢n recogidos en la sentencia.
Es la "revictimizaci¨®n" que recuerda Altamira Gonzalo, vicepresidenta de la asociaci¨®n de mujeres juristas Themis. "Se les obliga a recordar de manera exhaustiva y, por supuesto, no contradictoria ni en el m¨¢s m¨ªnimo detalle. Es una tortura para ellas". Distintos colectivos reclaman que se grabe la primera declaraci¨®n ante el juez, para que no se repita durante el procedimiento y que se recoja como prueba. La asociaci¨®n de Mujeres Juezas solicita para ello una reforma del art¨ªculo 448 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que permite tomar una ¨²nica declaraci¨®n que sirva de prueba en el juicio en caso de que la v¨ªctima salga de Espa?a o si se teme por su vida. Su portavoz, la magistrada Luc¨ªa Avil¨¦s, se?ala que se trata de evitar la "violencia institucional" y de extender esta prueba preconstituida a v¨ªctimas especialmente vulnerables, como sucede en los delitos sexuales o de trata de seres humanos. Pide hacerlo con "todas las garant¨ªas procesales y grabada en condiciones que garanticen la serenidad y seguridad de la v¨ªctima".
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