Correa, el hombre que viv¨ªa en G¨¦nova 13
Al empresario le gustaba que sus empleados le llamaran Don Vito y presum¨ªa entre whiskys de todo el dinero negro que le hab¨ªa entregado al tesorero del PP
Para el gran p¨²blico era un perfecto desconocido. No era un cargo p¨²blico, nunca se present¨® a las elecciones, ni siquiera era militante del PP. De hecho, es hijo de un comunista que le llev¨® a ver un mitin de la Pasionaria en los inicios de la democracia. Pero el d¨ªa que fue detenido Francisco Correa, en febrero de 2009, todo el PP supo que los problemas iban a ser muy serios. En la sede central de la calle G¨¦nova Correa lo fue casi todo. ¡°Yo me pasaba el d¨ªa en G¨¦nova, estaba m¨¢s tiempo all¨ª que mi propio despacho. Era mi casa, vamos¡±, solt¨® ante los jueces. ?l siempre fue un histri¨®n, un soberbio, y muy exagerado. Pero en eso no ment¨ªa. Todos los dirigentes de esa ¨¦poca, aunque alguno trate de disimular en p¨²blico, admiten en privado que Correa era uno de los hombres clave del funcionamiento del partido. Estaba en todo: viajes, actos, campa?as. Por eso cuando le detuvieron muchos en el PP se inquietaron. Mariano Rajoy sali¨® arropado por todos los dirigentes clave del partido a tratar de frenar el golpe que ¨¦l, como organizador de varias campa?as y hombre del aparato de toda la vida, sab¨ªa que ser¨ªa dur¨ªsimo. ¡°Esto no es una trama del PP, es una trama contra el PP¡±, clam¨® el entonces l¨ªder de la oposici¨®n.
Han pasado nueve a?os desde que Francisco Correa dio su nombre al mayor esc¨¢ndalo de la historia reciente de la pol¨ªtica espa?ola ¨Cse llama caso G¨¹rtel por la traducci¨®n de su apellido en alem¨¢n- , pero todo indica que ¨¦l a¨²n no entiende bien lo que le ha pasado. No puede comprender c¨®mo ha ca¨ªdo tan bajo -51 a?os de condena despu¨¦s de a?os de prisi¨®n, con un evidente deterioro f¨ªsico y sin un solo amigo- despu¨¦s de haber subido tan alto. Correa era un hombre de familia humilde que empez¨® de botones y acab¨® con una mansi¨®n en Sotogrande, la urbanizaci¨®n de descanso de los millonarios espa?oles en C¨¢diz, y una fortuna de 40 millones de euros. Ni siquiera sab¨ªa cu¨¢nto ten¨ªa. ¡°No soy un t¨ªo al que le haya preocupado saber exhaustivamente lo que tiene y lo que no tiene¡± solt¨® ante los jueces con su inconfundible tono chuleta. Llevaba una vida de millonario sin mirar muy bien en qu¨¦ gastaba, regalaba de todo, incluido coches, a sus amigos los pol¨ªticos.
Correa lleg¨® a tener tanto poder que se sinti¨® totalmente impune. De hecho, durante el juicio ha mostrado su sorpresa por las dur¨ªsimas penas que le ped¨ªan. "Yo no ten¨ªa ninguna conciencia de estar cometiendo ning¨²n delito¡±, lleg¨® a decir. Su tesis es que si no se hubiera hecho rico con sus relaciones con pol¨ªticos habr¨ªa recibido ¡°un tir¨®n de orejas y una multa grande¡± por defraudar a Hacienda con sus millones en para¨ªsos fiscales, pero habr¨ªa podido mantener su empresa y su vida de millonario rodeado de mujeres y lujo. El Correa que pide perd¨®n a los jueces recuerda poco a ese que entre whiskys presum¨ªa de haber entregado mil millones de pesetas en dinero negro al tesorero del PP sin saber que lo estaban grabando. Correa siempre fue un hombre excesivo, soberbio, pero tambi¨¦n encantador. Aunque nunca se hab¨ªa movido entre poderosos, supo entenderlos como nadie cuando entr¨® en contacto con ellos casi por casualidad. Empez¨® vendiendo viajes en el PP gracias a un contacto con la hermana de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y acab¨® organizando todos los actos del partido, viajando a todas partes con el presidente y haci¨¦ndose muy amigo de su yerno, Alejandro Agag. ¡°Mi especialidad son las relaciones con pol¨ªticos¡±, lleg¨® a confesar.
Ese contrato casi en exclusiva con el PP hizo crecer a sus empresas ¨Clleg¨® a tener hasta 80- pero Correa no se conformaba. ?l miraba a lo grande. Cada vez ten¨ªa una relaci¨®n m¨¢s estrecha con Luis B¨¢rcenas, el gerente, el hombre del dinero en el PP. Otro que tampoco se conformaba con su alt¨ªsimo sueldo ¨Clleg¨® a ganar casi 20.000 euros al mes incluso cuando supuestamente ya estaba fuera del partido- y ten¨ªa planes mayores. Seg¨²n la confesi¨®n de Correa, B¨¢rcenas y ¨¦l establecieron un acuerdo a partir de 1996, cuando el PP lleg¨® al Gobierno, para repartirse mordidas de contratos p¨²blicos. ¡°Vamos a favorecer a empresarios que luego van a colaborar con el partido¡±, le dijo B¨¢rcenas. La parte del gerente en teor¨ªa deb¨ªa ir para el partido. La realidad es que ambos se hicieron multimillonarios. B¨¢rcenas ten¨ªa toda la influencia en el PP ¨Cera amigo personal de todos los dirigentes clave, desde Mariano Rajoy a Javier Arenas o Ana Mato- y Correa era la tapadera perfecta.
Ahora todos en el PP tratan de decir que no lo conoc¨ªan, pero nadie que viviera esa ¨¦poca ha olvidado a ese hombre siempre engominado que se comportaba a veces en los actos como si fuera el jefe del partido. Su autoridad era total. ?l sab¨ªa que su fortuna depend¨ªa de los pol¨ªticos y los mimaba. Les regalaba viajes, les organizaba fiestas con prostitutas, lo que fuera. La mayor¨ªa eran hombres, as¨ª que encontr¨® una debilidad en los relojes de lujo de la joyer¨ªa Su¨¢rez. Se los dejaba encima de la mesa en una bolsa roja al final de las comidas. ¡°?brela en casa¡±, les dec¨ªa. La mayor¨ªa aceptaban. Y ¨¦l apuntaba todo. Con eso los encandilaba y a la vez los ten¨ªa atrapados. Por si acaso.
Para ¨¦l los regalos no eran gasto, sino inversi¨®n. "Es que ya no se pueden hacer regalos ni en Navidad", se quejaba ante los jueces. Dice que es una pr¨¢ctica habitual en el mundo empresarial. Pero ¨¦l no hac¨ªa regalitos de compromiso. ?l pod¨ªa entregar incluso un coche de lujo si el homenajeado era Jes¨²s Sep¨²lveda, el alcalde del municipio m¨¢s rico de Espa?a, Pozuelo de Alarc¨®n, donde vive Cristiano Ronaldo. Ellos le daban contratos de todo tipo, hasta alcanzar, solo en la parte probada, 8,4 millones con sobreprecios notables y 2,85 millones por intermediar ante la Administraci¨®n en favor de empresas ajenas. Todo funcionaba tan bien que Correa pens¨® que esa fiesta nunca acabar¨ªa. Con el tiempo en la c¨¢rcel fue cambiando de idea. Pero a¨²n ten¨ªa una ¨²ltima esperanza: colabor¨® con la justicia y confes¨® una parte de sus delitos, de forma muy medida. La condena de 51 a?os, en un hombre de 62, probablemente le habr¨¢ hecho entender que las cosas han cambiado mucho desde que G¨¦nova 13 era su segunda casa.
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