?Nadie defiende las cabinas telef¨®nicas?
El cambio legislativo previsto rechaza que estos tel¨¦fonos sean un servicio p¨²blico. Ning¨²n colectivo se opone a su desaparici¨®n
Las cabinas ser¨¢n pronto reliquias para museos. El Gobierno tiene ya lista una ley que las excluir¨¢ del servicio universal de telecomunicaciones que obliga ahora al Estado a mantener esta prestaci¨®n en todo el territorio nacional. A diferencia de lo que suele ocurrir durante la tramitaci¨®n de cualquier ley en el periodo de alegaciones, ning¨²n colectivo (organizaciones de consumidores, sindicatos, federaci¨®n de municipios, compa?¨ªas de telecomunicaciones, etc¨¦tera) se ha posicionado activamente para evitar la desaparici¨®n de esos tel¨¦fonos p¨²blicos. Todos parecen estar a favor de su defunci¨®n.
En las cat¨¢strofes naturales, como huracanes, falla la cobertura celular
En Espa?a, sobreviven alrededor de 15.000 cabinas. El actual servicio universal garantiza que tiene que haber al menos un tel¨¦fono p¨²blico de pago y uno m¨¢s por cada 3.000 habitantes, en cada localidad de 1.000 o m¨¢s habitantes y una cabina en cada uno de los municipios de menos de 1.000 habitantes en los que est¨¦ justificado en base a los criterios de oferta m¨ªnima. Pero ya en 5.000 municipios no hay ninguna cabina.
?No son estos tel¨¦fonos un servicio p¨²blico? La Comisi¨®n Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), la misma firme valedora de su desaparici¨®n, aduce que adem¨¢s del hecho objetivo de que el 81% de los espa?oles nunca han usado una, el 88% de ellos est¨¢ en desacuerdo de que sigan siendo consideradas un servicio p¨²blico, seg¨²n la ¨²ltima encuesta de la Comisi¨®n Europea. Los operadores de telecomunicaciones, que son los encargados de costear el mantenimiento, argumentan que si el Gobierno quiere mantener a las cabinas dentro del servicio p¨²blico, el coste de mantenerlas (2 millones de euros al a?o) lo deber¨ªa pagar el Estado.
Seg¨²n cifras de Telef¨®nica, que est¨¢ obligada por ley a prestar el servicio en toda Espa?a, la media de llamadas por cabina es de 1,15 al d¨ªa, y casi todas se concentran en unos pocos terminales, es decir, que la mayor parte de ellas est¨¢n siempre inactivas. Sin contar con que el vandalismo y los robos se ceban con las que tienen m¨¢s usuarios.
El adi¨®s a las cabinas no es solo espa?ol. En Francia, B¨¦lgica o Dinamarca han comenzado a retirarlas. Y en Estados Unidos, la FCC, el regulador de telecomunicaciones, ha dado el visto bueno a su desaparici¨®n total (actualmente hay 100.000 cabinas en el pa¨ªs, de los 2 millones que exist¨ªan en 1999). Pero all¨ª ya se han alzado voces en favor de su mantenimiento. Dicen sus defensores que forman parte del servicio p¨²blico y se han demostrado ¨²tiles en caso de cat¨¢strofes naturales como huracanes o nevadas, cuando falla la cobertura celular. "Cada vez que hay un desastre, el uso se dispara. El sistema de tel¨¦fono p¨²blico se mantiene intacto durante la parte m¨¢s dif¨ªcil del desastre mientras las redes m¨®viles se hunden en muchos puntos", argumenta Tom Keane, presidente de Pacific Telemanagement Services, que opera 20,000 tel¨¦fonos p¨²blicos en todo el pa¨ªs.
En Espa?a, solo algunos alcaldes de peque?os municipios han alzado la voz en su defensa, pero el debate es m¨ªnimo. Reconocen que su uso es muy limitado, pero tambi¨¦n lo es de, por ejemplo, los desfibriladores, y casi todos los polideportivos p¨²blicos han instalado uno de ellos, se?alan.
La media de llamadas por cabina es de 1,15 al d¨ªa, seg¨²n Telef¨®nica
Desafortunadamente, la discusi¨®n se centra ahora no en el mantenimiento activo de las cabinas sino en qu¨¦ hacer con su cad¨¢ver. As¨ª, en Jap¨®n se han reconvertido en peceras. En el Reino Unido, donde se pueden comprar o adoptar, se han transformado en esculturas urbanas o minipubs. Y en Andaluc¨ªa trabajan para transformarlas en cargadores de m¨®viles.
El Ayuntamiento de Madrid acaba de anunciar que colocar¨¢ una cabina telef¨®nica roja en memoria del guionista Antonio Mercero y Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez en su m¨ªtica pel¨ªcula La cabina . Parece que las cabinas son cosa del pasado. Aunque no olviden que en Matrix, la pel¨ªcula que revolucion¨® la ciencia ficci¨®n, serv¨ªan para volver al mundo real.
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