La b¨²squeda incesante del ni?o del polo azul
Los equipos de rescate encuentran la mochila y una chaqueta de Artur, el peque?o de seis a?os desaparecido en la riada de Sant Lloren?
Los militares de la Unidad Militar de Emergencias (UME) han tomado un peque?o receso. Lo justo para beber agua, sentarse al lado de los camiones y retomar la b¨²squeda de Artur. El ni?o, de seis a?os, llevaba puesto un polo azul cuando se vio atrapado por la tromba de agua que arras¨® Sant Lloren? des Cardassar el martes. Iba con su madre, Joana Lliteras, farmac¨¦utica de Manacor, y su hermana ?rsula, de cinco. Joana, que circulaba en un Hyundai negro, tuvo tiempo de poner a salvo a su hija, pero la corriente acab¨® arrollando a ella y a Artur. El cad¨¢ver de la mujer fue encontrado en el interior del coche en Son Carri¨®, donde los militares siguen peinando la zona. El cuerpo del menor no estaba con ella.?Esta tarde ha aparecido la mochila del ni?o y una chaqueta en el cauce del torrente de Sa Branca.
¡°Vamos mirando, apartando los matorrales¡±, explica uno de los militares. Pero es muy complicado, hay mucha maleza y restos de sedimentos que arrastr¨® el agua. Con las ca?as se van valiendo para desbrozar cada tramo del cauce del r¨ªo para localizar el cuerpo de Artur. Bomberos, buzos, perros especializados y la Guardia Civil le buscan por cielo, mar y tierra. Casi 900 efectivos para dar con el ¨²ltimo de los desaparecidos que constan oficialmente en Sant Lloren? des Cardassar. En total, 12 personas han muerto por la crecida del torrente de Ses Planes, que se llev¨® por delante todos los veh¨ªculos que encontr¨®, con personas en su interior.
Muchos de esos coches siguen todav¨ªa apilados, dos d¨ªas despu¨¦s, dentro del torrente, que apenas tiene 10 metros de ancho a medida que discurre hacia el mar. Son una mara?a de hierros donde a duras penas se distinguen unos camiones y varios coches reducidos a chatarra.
La mayor¨ªa de esos veh¨ªculos pertenecen a los vecinos de Sant Lloren?, que vieron c¨®mo el agua los engull¨ªa. Pero recuperarlos es su ¨²ltima preocupaci¨®n. La prioridad sigue siendo limpiar los bajos de sus casas que fueron anegadas por una mezcla de sedimentos, piedras, ca?as y agua. El centro del pueblo sigue siendo una pista de patinaje de lodo y un laberinto sin salida para los coches que intentan circular por su interior.
¡°Nos hemos quedado sin pan, ya no tenemos nada¡±, lamenta la camarera en un bar del centro de Sant Lloren?, que no deja de servir mesas a los llegados al pueblo, que recibe de forma constante a voluntarios, que se suman a los militares, polic¨ªas locales, bomberos y guardias que trajinan con los muebles ya inservibles de toda una vida. Un poco m¨¢s arriba, el due?o de otro restaurante pide un receso hasta las ocho de la tarde para que los trabajadores puedan descansar. En el centro cultural se ha organizado un punto de avituallamiento, que se suma al del centro de control de emergencias del pueblo.
Llorar a escondidas
El trasiego es incesante. Algunos vecinos se abrazan llorando, casi sin que les vean. No hay demasiado tiempo para desahogarse. ¡°Aqu¨ª uno viene a ensuciarse¡±, advierten dos miembros de Protecci¨®n Civil a unas j¨®venes voluntarias, escobas en mano. Se distingue al reci¨¦n llegado porque, a diferencia del resto, a¨²n no parece que salga de una pelea en el barro.
Los especialistas advierten que en Sant Lloren? no ha ocurrido algo que no pueda pasar en cualquier otro punto de la costa espa?ola. ¡°Est¨¢ plagada de municipios levantados en torrentes o pasos fluviales¡±, explica Antonio Prieto, expresidente del Colegio de Ge¨®grafos de Espa?a. ¡°En los a?os 80 y 90 nos pusimos las botas ocupando torrentes¡±, se suma Cels Garc¨ªa, ge¨®grafo de la Universidad de las Islas Baleares. Para el primero, la soluci¨®n pasa por ir poco a poco despejando esas zonas; para el segundo, por crear un sistema de avisos de posibilidad de crecidas, con determinadas prohibiciones, como circular por puentes o aparcar en las ramblas de los r¨ªos. Dos medidas que no son incompatibles.
Los mayores del pueblo -muchos arremangados y con las botas puestas, como Pedro Alero, de 89 a?os que va sacando barro a paladas de casa de una amiga- no han olvidado la ¡°torrentada¡± de 1989. Entonces las lluvias dejaron 160 litros por metro cuadrado, frente a los 220 del martes, seg¨²n explica Mar¨ªa Jos¨¦ Guerrero, portavoz de la Agencia Espa?ola de Meteorolog¨ªa en Mallorca. Las lluvias de hace 30 a?os no dejaron muertos en Sant Lloren?, pero s¨ª en Felanitx.
El martes, la intensidad de las precipitaciones pill¨® por sorpresa a la AEMET. Inicialmente, emitieron una alerta amarilla (una intensidad hasta 39 litros por metro cuadrado). A las 18.53 elevaron el aviso a naranja. Pero nunca llegaron a emitir la m¨¢xima alerta, la roja, de forma preventiva. Ya solo se hizo de forma reactiva, a las diez de la noche, cuando la ola de lodo hab¨ªa arrasado el centro del municipio.
¡°Habr¨ªa que mejorar los modelos num¨¦ricos de las predicciones¡±, admite Guerrero, pero alega que en ning¨²n caso, con los mapas que trabajan, pudieron ver venir las tormentas de esa forma y alertar a los ciudadanos con tiempo para que no salieran de sus casas. ¡°?A cu¨¢nta gente pudo llegar realmente nuestros avisos?¡±, se pregunta Guerrero. Cuando se elev¨® a nivel naranja, a las siete de la tarde, los vecinos explican que ya vieron bajar la ola de barro.
El ciclista que salv¨® a ?rsula
La familia de Joana Lliteras busca a un ciclista que el martes por la noche logr¨® salvar a ?rsula. La farmac¨¦utica viajaba con sus dos hijos, Artur y ?rsula, cuando la riada la sorprendi¨® a bordo de su Hyundai negr¨® y les arrastr¨®. Logr¨® hablar un segundo por tel¨¦fono con su marido, pero la llamada se cort¨®.
En ese peque?o intervalo de tiempo, la mujer tuvo tiempo de sacar del coche a su hija mayor, ?rsula, de cinco a?os. Un ciclista la ayud¨® al encontrarla en la zona de Son Carri¨® y la puso a salvo. Joana y Artur fueron arrollados. Ahora la familia trata de encontrarlo, seg¨²n recogen ?ltima Hora y el Diario de Mallorca, para poder agradecerle su gesta. Todav¨ªa no est¨¢n seguros si se trata de un turista alem¨¢n que casualmente se encontraba en la zona o una persona que vive en el municipio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.