El pacto constitucional que salt¨® por los aires
Nacionalistas vascos y catalanes se comprometieron en 1978 a aceptar el Estado auton¨®mico y la unidad de Espa?a
Aquel 5 de mayo de 1978, Miquel Roca, representante de la minor¨ªa catalana, habl¨® en la comisi¨®n constitucional del Congreso para tranquilizar a quienes tem¨ªan un desaf¨ªo inquietante sobre la independencia de Catalu?a: ¡°Desde mi perspectiva nacionalista no puedo dejar de constatar, no sin emoci¨®n, que hoy coincidimos todos en la voluntad de poner fin a un Estado centralista; coincidimos todos en alcanzar, por la v¨ªa de la autonom¨ªa, un nuevo sentido de la unidad de Espa?a; y coincidimos casi todos en dar al reconocimiento de la realidad plurinacional de la naci¨®n espa?ola el sentido de un punto final a viejas querellas internas¡±.
El diputado vasco Xabier Arzalluz tambi¨¦n emple¨® palabras conciliadoras para explicar sus intenciones: ¡°No hemos venido aqu¨ª a establecer ¡ªy que quede esto bien claro¡ª un trampol¨ªn o una plataforma de m¨¢s f¨¢cil secesi¨®n. Nosotros traemos aqu¨ª una misi¨®n muy concreta: limitarnos a reclamar una integraci¨®n¡±.
Aquel pacto fabricado con palabras para la reconciliaci¨®n y no agresi¨®n est¨¢ gravemente herido.
Veintis¨¦is a?os despu¨¦s de aquel compromiso pol¨ªtico, el Gobierno nacionalista vasco impuls¨® un proyecto para la secesi¨®n con un nuevo estatuto que consideraba Euskadi un Estado libre asociado a Espa?a. El pleno del Parlamento vasco lo aprob¨® (39 votos a favor y 35 en contra) en diciembre de 2004. Dos meses despu¨¦s, el Congreso de los Diputados lo rechaz¨® por 313 votos en contra (PSOE, PP, IU, CC y CHA), 29 a favor (PNV, ERC, CiU, EA, NaBai y BNG) y dos abstenciones (ICV). Tres a?os despu¨¦s, el lehendakari Juan Jos¨¦ Ibarretxe lo volvi¨® a intentar. Convoc¨® una consulta sobre el derecho a decidir, pero el Constitucional sentenci¨® que aquello no era posible: ¡°El ¨²nico titular del derecho a decidir es el pueblo espa?ol¡±.
Frenados por el Estado de derecho y por la Constituci¨®n, los nacionalistas vascos que gobernaban Euskadi aceptaron las reglas del juego y olvidaron sus aventuras independentistas.
El ejecutivo nacionalista de Catalu?a es quien ha izado ahora esa bandera para abordar un proceso unilateral de independencia de Espa?a sin pasar por el Congreso de los Diputados, orillando su propio Estatuto de Autonom¨ªa y de espaldas a la Constituci¨®n.
El socialista Alfonso Guerra, que asisti¨® a la sesi¨®n constituyente de mayo de 1978 donde Roca y Arzalluz se dieron por satisfechos con el modelo de Estado de las Autonom¨ªas que establec¨ªa la nueva Constituci¨®n, se muestra muy decepcionado con el comportamiento de nacionalistas vascos y catalanes. ¡°Fuimos bastante ingenuos en aquel momento. Los hechos vienen a confirmarlo, los que dec¨ªan que ten¨ªan ya suficiente respecto a la descentralizaci¨®n, despu¨¦s ha resultado que no. Entonces dieron un punto de vista para calmar, para que nadie pensara que iban a llegar adonde est¨¢n hoy. En ese sentido, hay una cierta deslealtad¡±, declar¨® Guerra a este peri¨®dico hace unos a?os.
El exvicepresidente socialista describi¨® as¨ª el problema: ¡°Al hacer la Constituci¨®n, aqu¨ª se hizo un pacto. El quid de la cuesti¨®n est¨¢ en que en Espa?a hist¨®ricamente hab¨ªa habido dos Estatutos, el catal¨¢n y el vasco. Cuando se recupera la democracia en 1977, la posici¨®n del PSOE es: recuperemos la legalidad de aquellos Estatutos. Eso no fue posible porque el Gobierno de entonces, no exento de raz¨®n, argument¨® que la recuperaci¨®n de la legalidad republicana no ser¨ªa aceptada por el Ej¨¦rcito. No se pudo hacer, y entonces lleg¨® la f¨®rmula del caf¨¦ para todos, aceptada por todo el mundo, incluyendo el nacionalismo vasco y catal¨¢n. Y ellos siempre argumentan que no se oponen a que los dem¨¢s tengan todo lo que quieran. Pero los hechos no responden a eso: cuando los dem¨¢s han igualado las competencias del Pa¨ªs Vasco y Catalu?a, ellos quieren un escal¨®n m¨¢s, y cuando los otros piden subir ese escal¨®n, ellos piden otro m¨¢s. Y as¨ª estamos en un cuento de nunca acabar. Hasta llegar uno [Pa¨ªs Vasco] a querer ser un Estado asociado, y otro [Catalu?a] a querer ser un Estado independiente. Ese es el problema¡±.
?El miedo a la ruptura sobrevol¨® las primeras sesiones de las Cortes Constituyentes, cuando se discuti¨® el art¨ªculo 1.2 (¡°La soberan¨ªa nacional reside en el pueblo espa?ol, del que emanan los poderes del Estado¡±) y el art¨ªculo 2 (¡°La Constituci¨®n se fundamenta en la indisoluble unidad de la naci¨®n espa?ola, patria com¨²n e indivisible de todos los espa?oles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonom¨ªa de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas¡±).
El art¨ªculo 1.2 se aprob¨® por 310 votos a favor, tres en contra (dos parlamentarios de ERC y uno de EE) y 11 abstenciones (PNV, dos diputados de AP, uno de UCD y uno de Minor¨ªa Catalana). El art¨ªculo 2, que hablaba de ¡°nacionalidades y regiones¡± recibi¨® 278 votos favorables, 20 en contra (incluidos 16 de AP) y 13 abstenciones (PNV).
Mientras Manuel Fraga (Alianza Popular) defendi¨® ¡°la unidad sagrada de Espa?a¡±, el socialista Gregorio Peces-Barba sostuvo que Espa?a era ¡°una naci¨®n de naciones¡±. Los dirigentes de UCD defendieron que Espa?a hab¨ªa sido siempre ¡°una y varias¡± y plantearon ¡°armonizar la unidad con la diversidad¡±.
Fraga fue beligerante desde el comienzo de las deliberaciones. No admit¨ªa el t¨¦rmino nacionalidades y advert¨ªa sobre el peligro de deshacer Espa?a. "Si Espa?a no existe, como algunos pretenden, si hay respecto de ella derecho de autodeterminaci¨®n entendido como de secesi¨®n, aqu¨ª no hacemos nada. Si estamos aqu¨ª es porque queremos hacer una Constituci¨®n para Espa?a, y por eso s¨ª que yo creo que no podemos pasar, que la hagamos en contra de Espa?a. Esa unidad es sagrada, y ah¨ª s¨ª que no admitiremos tr¨¢galas de nadie".
Los comunistas aceptaron la realidad de un pa¨ªs unido. Jordi Sol¨¦ Tura declar¨® que Espa?a no era una invenci¨®n sino ¡°una realidad forjada por la Historia¡±. ¡°Hay que terminar con el eufemismo de designar esto con el nombre de Estado espa?ol. Espa?a es una realidad multiforme, pero es una realidad".
Solo dos portavoces, con una m¨ªnima representaci¨®n, esgrimieron razones para dise?ar en la Constituci¨®n mecanismos de ruptura de la unidad de Espa?a. ¡°El anteproyecto ignora la verdadera naturaleza del Estado espa?ol y persiste en el grave error de no restituir lo esencial de su soberan¨ªa a cada una de las naciones que lo integran¡±, se?al¨® Heribert Barrera (ERC). ¡°Esto no significa, de ninguna manera, que yo sea separatista, que la mayor¨ªa de los catalanes seamos separatistas, que queramos destruir el Estado espa?ol. Consolidado por siglos de Historia, este Estado es hoy, probablemente, necesario. ?Cu¨¢l es el fondo del problema? El fondo del problema es la soberan¨ªa. [...] El planteamiento de un pueblo espa?ol soberano que nos concede una autonom¨ªa administrativa no puede convencernos. Queremos soberan¨ªa nuestra, solo nuestra, aunque sea parcial¡±.
Francisco Letamendia (Euskadiko Ezkerra) reclam¨® el derecho de autodeterminaci¨®n: ¡°El art¨ªculo 2? niega radicalmente el derecho de los pueblos a decidir sobre s¨ª mismos. [...] Desde aqu¨ª hago un ¨²ltimo llamamiento a las fuerzas de oposici¨®n que se llaman socialistas para que apoyen la inclusi¨®n de este derecho en la Constituci¨®n. Si no sois fieles a vuestra herencia doctrinal pol¨ªtica, que os obliga a defender este derecho [de autodeterminaci¨®n], no podr¨¦is lamentaros de la ilegalidad ni de sus efectos, que nadie desea, y menos que nadie los vascos. Si os lament¨¢is, vuestras l¨¢grimas ser¨¢n l¨¢grimas de cocodrilo y vuestra condena la de los fariseos¡±.
Aquel llamamiento de Letamendia cay¨® en saco roto. Los socialistas rechazaron la invitaci¨®n y las sesiones constituyentes fueron conformando un Estado de las autonom¨ªas que descentralizaba mucho el poder concediendo a las comunidades amplias competencias.
El profesor Enrique Tierno Galv¨¢n, entonces diputado del Partido Socialista Popular tir¨® de iron¨ªa para defender la unidad de Espa?a contra quienes la negaban: ¡°Hay una enorme unidad psicol¨®gica entre todos los espa?oles. Yo creo que la unidad psicol¨®gica de los espa?oles es la m¨¢s profunda de Europa. Viendo aqu¨ª a los que hablan yo he estado pensando que los que m¨¢s niegan a Espa?a est¨¢n hablando porque son espa?oles m¨¢s profundos y psicol¨®gicamente m¨¢s caracter¨ªsticos¡±.
Cuarenta a?os despu¨¦s, la Norma Fundamental ha resistido las acometidas independentistas de los nacionalistas vascos pero apenas puede contener los ataques rupturistas del nacionalismo catal¨¢n, para el que la Ley no importa.
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