El mal end¨¦mico
Vienen esquinados desde arriba de Despe?aperros, supuestamente a apoyar a los candidatos de su partido. Circulan desconfiados por la tierra extra?a, una Andaluc¨ªa de ERES y pateras. Hablan de los ni?os del subdesarrollo, andaluces retrasados, paniaguados. Como vienen se van y dejan el muerto a sus compa?eros locales, que despu¨¦s de la visita de sus santos l¨ªderes deben levantar la losa apelando a las esencias de la tierra. Vienen a congraciarse con esta plebe ¨¢rida y socarrona, bulliciosa pero en el fondo distante. Inaprensible. Quieren congraciarse y arengan desde el p¨²lpito del mitin: ¡°Lev¨¢ntate y anda, pueblo¡±. Not¨¢ndoseles la frustraci¨®n, la mala digesti¨®n por tanto desaire. Andar es votar a otra cosa que no sea socialista, porque ese es un voto cautivo, hijo de la incultura. Cuando en Catalu?a gobernaba una d¨¦cada tras otra la extinta Converg¨¨ncia i Uni¨® nadie lo achacaba al analfabetismo pol¨ªtico de los catalanes. Era seny,prudencia, ciencia europe¨ªsta. Aqu¨ª es distinto.
?Aqu¨ª todo es distinto. El nacionalismo, despu¨¦s de aquel canto de sirena ronca de Alejandro Rojas-Marcos y sus cinco diputados nacionales, empez¨® a desmoronarse. Los 325.000 votos de aquella Andaluc¨ªa blanquiverde se fueron convirtiendo en migajas. No pod¨ªa ser de otro modo. Desde el arranque de la Transici¨®n, el PSOE era nuestro partido. Era el partido andaluz porque era el partido de Felipe y de Guerra. Ellos abanderaron al mismo tiempo la izquierda, es decir, la encarnaci¨®n del desquite hist¨®rico, y el nacionalismo o pseudo nacionalismo andaluz. Era el partido de aqu¨ª. Eran los nuestros. Esa identificaci¨®n cal¨® muy hondo. Y sigue pesando. Chaves fue un heredero directo de aquella comuni¨®n mental, an¨ªmica. Susana D¨ªaz es la nieta lista. Pizpireta, proletaria, hija de currante y mujer de currante, carne del pueblo. Bautizada a s¨ª misma como ¡°roja y decente¡± por m¨¢s que le salga un eczema cada vez que se roza con la ortiga de Podemos y por m¨¢s que su cuna pol¨ªtica estuviera mecida con la nana de los ERES, esa cruz.
Ese es el muro de las lamentaciones al que cada cuatro a?os ha estado yendo a hacer pucheros el PP. Cuando este partido era la ¨²nica alternativa de gobierno se mov¨ªa entre la resignaci¨®n y la pataleta, siempre viendo la llegada al poder como un espejismo que se dilu¨ªa al posar en ¨¦l la yema de los dedos. Y ah¨ª est¨¢n de nuevo, ahora acompa?ados por Ciudadanos y la marca blanca de Podemos m¨¢s IU, de nuevo ante ese muro que deben sobrepasar o demoler. Un muro que para muchos representa el mal end¨¦mico de los andaluces. Empecinados en tropezar con la misma piedra. Una debilidad que supuestamente define su falta de criterio y su ciudadan¨ªa de segunda. As¨ª les va.
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