La defensa de Pablo Ibar: ¡°La polic¨ªa manipul¨® a cada uno de sus testigos¡±
Arranca en Florida el nuevo juicio contra el espa?ol condenado a muerte en el a?o 2000 por un triple asesinato del que se declara inocente
Lleg¨® la hora de la verdad, y C¨¢ndido Ibar est¨¢ esperanzado. Pero 24 a?os de proceso le han ense?ado a ser cauto. ¡°Ah¨ª iremos, en contra de todo, pero bien¡±, dice el padre, antes de entrar en la sala donde su hijo, Pablo Ibar, condenado a muerte en el estado de Florida en el a?o 2000, acusado de un triple asesinato del que siempre se ha declarado inocente, se dispone una vez m¨¢s a jugarse la vida.
Lo que anima a C¨¢ndido Ibar es que esta vez, al menos, cuentan con una defensa mejor que la que llev¨® a su hijo al corredor de la muerte. ¡°Pero los contrarios est¨¢n fuertes tambi¨¦n¡±, advierte el expelotari y hermano del famoso exboxeador Urtain, inmigrante vasco que vino a triunfar a Estados Unidos y lleva 24 a?os luchando por la vida de su hijo. ¡°El juez no est¨¢ de nuestra parte. Ha estado duro y lo va a estar. El juez y el fiscal trabajaron juntos y su mujer fue fiscal en la primera apelaci¨®n. Quisimos cambiar de juez, pero nada. ?l se present¨® voluntario. Es un abuso m¨¢s. Uno de tantos. Pablo est¨¢ bien. Pero est¨¢ harto de tanta injusticia¡±, resume el padre.
En el interior, dos polic¨ªas quitan a Pablo Ibar las aparatosas cadenas que le atan las manos al torso trajeado. Tiene la mirada perdida de alguien que ha pasado la mitad de sus 46 a?os en prisi¨®n, 16 en el corredor de la muerte. El juez Dennis D. Bailey llama a los miembros del jurado, que entran en la sala. Once mujeres y siete hombres (hay seis suplentes) que decidir¨¢n si Pablo Ibar es ejecutado o pasa el resto de su vida libre. El juez les recuerda que no pueden hablar sobre el caso entre ellos hasta el momento de la deliberaci¨®n. Que deben decidir solo en base a los hechos expuestos entre estas cuatro paredes. Que no deben informarse por su cuenta, en Internet, sobre un caso que ha generado una enorme atenci¨®n p¨²blica. Tanta, que un grupo de senadores y diputados espa?oles han acudido a la vista oral. ¡°Lo que pedimos es un juicio justo despu¨¦s de 24 a?os. Venimos a solidarizarnos con la familia y a afirmar nuestra defensa de los derechos humanos¡±, explica Mar¨ªa Jos¨¦ Fern¨¢ndez Mu?oz, senadora socialista.
El juicio, que ha arrancado este lunes en un tribunal del condado de Broward (lim¨ªtrofe con Miami), durar¨¢ varios meses. El jurado deber¨¢ decidir si Ibar es o no culpable de matar a Casimir Sucharski, due?o de un local nocturno, y las bailarinas Sharon Anderson y Marie Rogers. Tras un proceso que termin¨® sin que el jurado pudiera emitir un veredicto un¨¢nime, y otro declarado nulo, en agosto del a?o 2000 Ibar fue condenado a la pena m¨¢xima. Tambi¨¦n fue condenado por el mismo caso Seth Pe?alver, que fue absuelto tras recurrir su condena y repetirse su juicio.
La defensa de Ibar, con un abogado que entr¨® en una espiral autodestructiva, fue, cuando menos, deficiente. Desde entonces la familia pelea por un juicio justo. Dos veces se le deneg¨® la repetici¨®n y, al fin, el Tribunal Supremo de Florida admiti¨® en 2016 que Ibar hab¨ªa sido condenado con ¡°pruebas escasas y d¨¦biles¡± y que no hab¨ªa tenido una defensa ¡°eficaz¡±.
El nuevo juicio ha comenzado con las alegaciones iniciales de las partes. El juez Bailey dio la palabra primero a la fiscal¨ªa. Quien la tom¨® no fue Chuck Morton -el veterano fiscal ya jubilado a quien teme C¨¢ndido, que logr¨® la condena a muerte para Ibar en el a?o 2000 y pidi¨® regresar al ejercicio solo para poder ocuparse de nuevo de este caso- sino un fiscal m¨¢s joven sentado junto a ¨¦l.
Paseando alrededor del atril con los brazos cruzados, sin apartar la mirada de los miembros del jurado, el representante del Estado explic¨® que los detectives que acudieron a la residencia de Sucharski realizaron un ¡°descubrimiento asombroso¡± en la escena del crimen: una c¨¢mara, conectada a un equipo de v¨ªdeo, con una cinta dentro que permite conocer lo que sucedi¨® aquella madrugada del 26 de junio de 1994. Dos asaltantes armados, uno tocado con una gorra y el otro con una camiseta cubriendo su rostro, golpean y disparan brutalmente a las tres v¨ªctimas. Al final del v¨ªdeo, el individuo que va cubierto con la camiseta se la quita y se seca el sudor con ella. Lo que se demostrar¨¢, dice el fiscal se?alando en direcci¨®n el acusado, es que ¡°ese hombre es el se?or Ibar, que est¨¢ all¨ª sentado¡±.
La fiscal¨ªa anunci¨® que presentar¨¢ como prueba esa camiseta. Despu¨¦s de varios an¨¢lisis de ADN que no encontraron rastro de Ibar en todos estos a?os, uno nuevo llevado a cabo en 2016, aseguran, arroja una coincidencia en una superficie muy peque?a.
A continuaci¨®n, Bailey dio la palabra a la defensa. El abogado Kevin Kulik -que llevaba "su corbata verde de la suerte", bromeaban sus colegas a la entrada- explic¨® que ¡°la polic¨ªa manipul¨® a cada uno de sus testigos¡±, presionada por la expectaci¨®n que rode¨® al caso. ¡°Encontraron un hombre que se parec¨ªa al del v¨ªdeo y decidieron ir a por ¨¦l, dejando de lado todas las pistas¡±, explic¨®.
La polic¨ªa distribuy¨® por las comisar¨ªas una octavilla con el rostro del sospechoso, capturado de un par de fotogramas del v¨ªdeo. Entonces un agente, que hab¨ªa detenido a Ibar por una pelea que no ten¨ªa que ver con el caso, llam¨® y dijo que ten¨ªa un detenido que se parec¨ªa al de la imagen.
El abogado repas¨® las contradicciones de los principales testigos. Y se pregunt¨® por qu¨¦ supuestamente solo hay una mota de ADN de Ibar, cuando el pistolero del v¨ªdeo llevaba la camiseta en la cara y tendr¨ªa que estar llena de saliva y sudor. Lo est¨¢, explic¨®, pero llena de saliva y sudor del ¡°Desconocido n¨²mero 1¡±, como se identifica en los diferentes an¨¢lisis, incluido el ¨²ltimo, el principal aportador an¨®nimo de ADN. Respecto al peque?o rastro gen¨¦tico de Ibar aparecido 16 a?os despu¨¦s, el abogado defiende que fue puesto ah¨ª por la polic¨ªa, y explica que la camiseta lleg¨® al laboratorio dentro de un sobre sin cerrar y con m¨¢s objetos en el interior. La camiseta est¨¢ llamada a ser un elemento clave en la suerte del acusado.
La exposici¨®n de Kulik satisfizo a la familia de Pablo Ibar. ¡°Es el arranque que llevamos esperando todos estos a?os¡±, aseguraba Tanya, su esposa, que lo visit¨® cada s¨¢bado durante 16 a?os en el corredor de la muerte, y luce un collar con una pe de plata y brillantes sobre su vestido negro. ¡°Apoyo, tenemos todo. Ahora solo falta que el jurado¡ Yo creo que esta vez va a ser. Tiene que ser¡±, remata C¨¢ndido.
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