Los tres hilos de los que pende la vida de Pablo Ibar
En el a?o 2000 fue condenado a muerte por un triple asesinato del que siempre se ha declarado inocente
¡°Lo peor que te puede pasar en un caso como este es que te asignen un mal abogado, y eso es lo que le pas¨® a Pablo. Todo lo que pod¨ªa haber salido mal le sali¨® mal¡±, explicaba la senadora espa?ola Rosa Vindel, del PP, a la salida del juicio que se sigue estos d¨ªas en Fort Lauderdale, Florida, contra el espa?ol Pablo Ibar. En el a?o 2000, Ibar fue condenado a muerte por un triple asesinato del que siempre se ha declarado inocente. Su abogado entr¨® en una espiral autodestructiva que le dej¨® en la indefensi¨®n. As¨ª lo reconoci¨® el Tribunal Supremo de Florida, que orden¨® repetir el juicio porque tuvo una defensa deficiente y porque las pruebas fueron ¡°escasas¡± y ¡°endebles¡±. La semana pasada comenz¨® el nuevo juicio que acabar¨¢ con el regreso de Ibar al corredor de la muerte o con su libertad, tras media vida en la c¨¢rcel. Ahora, coinciden todos, Pablo Ibar s¨ª cuenta con una buena defensa. Y su estrategia es clara. Se limitar¨¢ a desmontar las endebles pruebas de la fiscal¨ªa: los tres hilos de los que pende la vida de Pablo Ibar.
1. El testigo estrella
El 26 de junio de 1994, los dos asesinos huyeron de la escena del crimen en el coche del empresario de la noche Casimir Sucharski, al que acababan de matar junto a las dos bailarinas Sharon Anderson y Marie Rogers. El 14 de julio, una semana despu¨¦s de que detuvieran a Ibar porque un polic¨ªa consider¨® que se parec¨ªa a una imagen capturada por una c¨¢mara de vigilancia, los detectives encargados del caso recibieron en la comisar¨ªa a Gary Foy, un vecino de Sucharski que asegur¨® que el Mercedes negro del empresario se detuvo detr¨¢s de su coche en un sem¨¢foro. Foy vio que no era Sucharski quien viajaba en su interior, sino dos j¨®venes que le parecieron latinos. Apenas los vio, advirti¨® Foy, en el espejo retrovisor, durante los escasos segundos que permaneci¨® en rojo el sem¨¢foro. Los detectives mostraron a Foy seis fotograf¨ªas, una de las cuales era de Ibar, y le preguntaron si reconoc¨ªa a alguno de los ocupantes del veh¨ªculo. Foy primero dijo que no. Los agentes le dijeron que ten¨ªa que se?alar a alguno y el testigo se?al¨® una foto que no era la de Ibar. Le pidieron que volviera a intentarlo y entonces s¨ª se?al¨® a Ibar. Pero advirti¨® de que no estaba seguro. Ya solo el hecho de que los agentes que le mostraron las fotograf¨ªas supieran qui¨¦n era el sospechoso constituye una irregularidad, seg¨²n expondr¨¢ un experto, ya que pueden condicionar, incluso involuntariamente, al testigo. Al d¨ªa siguiente se le organiz¨® a Foy una rueda de reconocimiento en vivo. Hab¨ªa seis j¨®venes, solo uno de los cuales coincid¨ªa con alguno de los de las fotograf¨ªas: Pablo Ibar. Foy le se?al¨®. En el nuevo juicio, la defensa pretende poner en evidencia las irregularidades en la identificaci¨®n. ¡°Manejaron a Foy de una manera totalmente ilegal, lo manipularon deliberadamente, no ten¨ªan caso y tuvieron que fabricar uno¡±, resumi¨® el abogado.
2. La cinta de v¨ªdeo
Al entrar en la casa de Sucharski en Miramar, localidad del condado de Broward (Florida), donde yac¨ªan los tres cad¨¢veres, los detectives hallaron una c¨¢mara de vigilancia que hab¨ªa registrado, con escasa calidad, c¨®mo dos individuos, uno con una gorra y otro tapado con una camiseta, irrump¨ªan en la casa y mataban a las v¨ªctimas con disparos a bocajarro. La fiscal¨ªa sostiene que Ibar es el individuo que lleva el rostro cubierto por una camiseta y que, al final, se quita la prenda para secarse el sudor, descubri¨¦ndose brevemente ante la c¨¢mara, y la deja tirada en el suelo. Tambi¨¦n fue condenado a muerte por el crimen Seth Pe?alver, a quien los detectives identifican como el otro asaltante. Pero el Supremo de Florida detect¨® irregularidades en el juicio y tambi¨¦n orden¨® su repetici¨®n, tras la que Pe?alver sali¨® libre. ¡°Una parte esencial de su defensa fue la afirmaci¨®n de que no era el sujeto de la cinta de v¨ªdeo y para apoyarlo utiliz¨® un experto en antropolog¨ªa forense. En el juicio de Ibar, su abogado no present¨® un experto en reconocimiento facial pese a que Ibar lo solicit¨®¡±, explica el alto tribunal. Esta vez, la defensa s¨ª tiene un experto. Una eminencia mundial en la materia que traer¨¢n desde Reino Unido, un pa¨ªs donde la presencia de videoc¨¢maras en las calles hace muy frecuente el trabajo de identificaci¨®n. ¡°El experto concluye que Ibar no es el individuo que se ve en el v¨ªdeo¡±, explica la defensa.
3. La camiseta
Se hallaron m¨¢s de cien huellas en el lugar del crimen, una de ellas incluso con sangre. Ninguna se?ala a Ibar. La falta de pruebas f¨ªsicas es una de las grandes flaquezas de la acusaci¨®n. Hasta ahora. La camiseta que cubr¨ªa el rostro de uno de los asesinos ha sido analizada en cinco ocasiones. Nunca arroj¨® coincidencias con el ADN de Ibar. Pero ahora, tras un nuevo an¨¢lisis realizado en 2016, hay una coincidencia en una superficie min¨²scula. La fiscal¨ªa atribuye el nuevo hallazgo a la mejora de las t¨¦cnicas de an¨¢lisis. La defensa sostiene, directamente, que la prueba ha sido manipulada. ¡°Llevaba la camiseta en la cara, hablaba a gritos. Saliva, sudor¡ el ADN deb¨ªa estar por toda la camiseta. Y lo est¨¢. Pero no es el de Ibar. Se ha analizado cinco veces y el ADN sigue siendo de un desconocido n¨²mero 1. Ahora parece que hay una coincidencia en un espacio peque?o. En 16 a?os ha cambiado mucho la t¨¦cnica, s¨ª. Sobre todo para poner una mota de ADN de alguien¡±, expuso el abogado al jurado.
La defensa explicar¨¢ que la camiseta lleg¨® al laboratorio en un sobre de papel, metido en una caja, que estaba abierto y en cuyo interior hab¨ªa m¨¢s objetos. En los primeros d¨ªas de la vista realizaron con ¨¦xito un viejo truco: mostraron a uno de los peritos de la fiscal¨ªa cogiendo con sus dedos una prueba. Si un experto ha contaminado una prueba ante el juez, ?qu¨¦ no puede haber sucedido en 24 a?os?
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