Sobre el abad Cantera no manda nadie

Los que malician contra el Gobierno S¨¢nchez porque creen que se ha metido en un jard¨ªn a prop¨®sito de la exhumaci¨®n de Franco no se pueden imaginar el jard¨ªn que acongoja a la Iglesia cat¨®lica, en concreto a la Conferencia Episcopal y al Arzobispado de Madrid. Los cardenales Bl¨¢zquez y Osoro, el primero como l¨ªder de los obispos, y el segundo como el prelado al que, en teor¨ªa, pertenece Cuelgamuros, alzaron la voz en su momento y todo eran facilidades. Incluso el Vaticano parec¨ªa colaborar, aunque no se lo dijo a la atribulada vicepresidenta Carmen Calvo cuando fue en octubre pasado a despachar con el secretario de Estado de la llamada Santa Sede, Pietro Parol¨ªn. Ahora resulta que la llave la tiene un abad benedictino, Santiago Cantera, que, para colmo, fue en el pasado candidato de Falange Espa?ola.

?Qui¨¦n manda en el Valle de los Ca¨ªdos? Depende en d¨®nde. En la bas¨ªlica mandan los benedictinos, que es una congregaci¨®n fundada por san Benito de Nursia a principios del siglo VI. En origen, fue una orden contemplativa, pero ha sufrido m¨²ltiples reformas, muchas veces a disgusto de los Papas de turno. En eso se han parecido a los jesuitas, sin llegar en su caso la sangre al r¨ªo, es decir, a suspensiones o castigos insoportables. Hoy, los monasterios benedictinos son aut¨®nomos, cada uno tiene su propio abad, que es el que manda, en todo caso con la coordinaci¨®n del Abad General. Este reside en Roma y no ha sido, que se sepa, sondeado por el Ejecutivo, por la Conferencia Episcopal o por Osoro.

Queda por ver si el abad Cantera va a resistir las presiones que vuelven a ponerse sobre la mesa. Debe hacer caso, dijo Bl¨¢zquez el pasado verano. Preguntado por EL PA?S, un portavoz del cardenal presidente insiste en que no hay m¨¢s que a?adir. Y lo mismo en el Arzobispado. Los Acuerdos con el Vaticano, que cumplen 40 a?os, nada dicen al respecto, salvo consagrar la autonom¨ªa de la Iglesia para organizarse.

Cantera puede mantener su negativa a colaborar. Ni siquiera el abad de la llamada Confederaci¨®n Benedictina, creada en 1893, puede torcer su decisi¨®n. Pol¨ªtico antes que fraile, sopesa, sin duda, que el Valle de los Ca¨ªdos sin Franco dentro pierde todo su atractivo, con irreparables quebrantos econ¨®micos. Le avalan, adem¨¢s, los antecedentes de su congregaci¨®n. El segundo de Franco, el almirante Luis Carrero Blanco, sab¨ªa lo que se hac¨ªa cuando escogi¨® al primer abad para Cuelgamuros. Justo P¨¦rez Santiago, que posteriormente firmar¨ªa como Fray Justo P¨¦rez de Urbel y Santiago O.S.B. (Pedrosa del R¨ªo ?rbel, 1895- Valle de los Ca¨ªdos, 1979) era catedr¨¢tico de Historia de la Edad Media cuando recibi¨® el encargo. Fue tambi¨¦n consejero nacional del Movimiento, procurador en Cortes y miembro del Consejo Nacional de Falange Espa?ola y de las JONS. Desde esos cargos, se convirti¨® en poder f¨¢ctico de la dictadura. Caldera es su heredero, puro temperamento.