El jurado declara culpable a Pablo Ibar
Los miembros del ¨®rgano judicial se volver¨¢n a reunir el 25 de febrero para decidir la pena
Mazazo demoledor en Fort Lauderdale. Pablo Ibar, espa?ol-estadounidense de 46 a?os, ha sido declarado culpable. El jurado alcanz¨® su veredicto un¨¢nime poco despu¨¦s de las 10.30 (hora local), tras dos d¨ªas y medio de deliberaci¨®n. La moneda lanzada al aire cay¨®, al final, del lado del horror. Ibar, que ha pasado 24 a?os en la c¨¢rcel, 16 en el corredor de la muerte, regresa al infierno. El jurado volver¨¢ a reunirse el 25 de febrero para acordar la condena. Despu¨¦s, el juez Dennis Bailey decidir¨¢: si el jurado pide muerte, el juez podr¨ªa rebajarla a cadena perpetua; si piden cadena perpetua, no podr¨¢ imponer una pena m¨¢s grave.
Cuando el Tribunal Superior de Florida anul¨® hace dos a?os su pena de muerte, por considerar que las pruebas que condenaron a Pablo eran ¡°escasas y endebles¡±, la fiscal¨ªa volvi¨® a pedir la inyecci¨®n letal. La defensa comenz¨® su lucha por convertir a Ibar en el 29? preso que saldr¨ªa libre tras pasar por el corredor de la muerte en Florida. Una victoria habr¨ªa asestado un duro golpe a un controvertido castigo, vigente en 30 Estados del pa¨ªs, que en Florida se impone con particular frecuencia. No ha podido ser.
El acusado ha escuchado el veredicto con su temple habitual. Apenas un movimiento de negaci¨®n con la cabeza, antes de que le volvieran a esposar las mu?ecas, cubiertas por la chaqueta de su traje azul, para devolverlo a su miseria.
La decisi¨®n de hoy no es firme. Este puede ser solo un nuevo punto y seguido en una interminable batalla judicial. Pero las fuerzas escasean. ¡°Yo no estoy ya para nada¡±, dec¨ªa a la salida C¨¢ndido Ibar, padre de Pablo y hermano del malogrado campe¨®n de boxeo Jos¨¦ Manuel Urtain, pelotari guipuzcoano que vino a hacer las Am¨¦ricas en los frontones y acab¨® entregando 24 a?os de su vida a demostrar la inocencia de su hijo.
C¨¢ndido, de 74 a?os, vasco noble y poco dado a mostrar sus sentimientos, estaba abatido. Sabedor de que hoy pod¨ªa haber veredicto, se hab¨ªa despertado poco antes de las cuatro de la madrugada y no logr¨® volver a conciliar el sue?o. Cuando ha escuchado el primer "culpable", se ha agarrado la frente con la mano. Con los ojos cerrados ha seguido escuchando c¨®mo el juez Bailey le¨ªa el veredicto del jurado, que hallaba a su hijo culpable de cada uno de los seis cargos, que incluyen tres homicidios en primer grado. ¡°No se puede entender, esto no me lo esperaba¡±, dec¨ªa C¨¢ndido a la salida. ¡°Que no alcanzaran un veredicto un¨¢nime y el juicio se declarara nulo, s¨ª. Pero esto¡¡±.
Aunque el jurado no argumenta su veredicto, todo indica que el ADN ha sido clave en su decisi¨®n. Los primeros an¨¢lisis gen¨¦ticos de la camiseta con la que uno de los asesinos cubr¨ªa su cara en el v¨ªdeo de vigilancia que grab¨® el crimen, y que despu¨¦s se quita para secarse el sudor, no arrojaron coincidencias con el ADN de Ibar. S¨ª hab¨ªa abundantes rastros de un sujeto desconocido.
En el juicio conjunto en 1997 de Ibar con el otro acusado, Seth Pe?alver (¨¦l s¨ª, absuelto a la tercera en 2012), el Estado present¨® pruebas de ADN procedentes de la misma camiseta, que exclu¨ªan a Ibar. En el juicio contra Ibar en el a?o 2000, en el que fue condenado a muerte, el an¨¢lisis m¨¢s avanzado de muestras adicionales tomadas de la misma camiseta, testificaron los propios peritos del Estado, de nuevo exclu¨ªa a Ibar. En aquella ocasi¨®n, descartado el ADN, Ibar fue condenado b¨¢sicamente por el v¨ªdeo, en el que el jurado consider¨® que el que aparec¨ªa era el acusado, y por unos testimonios de testigos que, desde entonces, han sido mayormente desacreditados. Esas son las pruebas que el Supremo de Florida consider¨® "escasas y endebles", cuando orden¨® repetir el juicio.
Pero en un nuevo an¨¢lisis gen¨¦tico aportado por sorpresa en 2016 por la fiscal¨ªa, realizado con una nueva tecnolog¨ªa que la defensa ha tratado en vano de desprestigiar, aunque sigue imperando la huella gen¨¦tica del desconocido, s¨ª se hall¨® un m¨ªnimo trazo de ADN de Ibar, solo en uno de los cinco puntos de la prenda analizados. La defensa ha tratado de desmontar el controvertido nuevo an¨¢lisis y de probar, adem¨¢s, que la deficiente custodia de la prueba pudo haber permitido una contaminaci¨®n a posteriori.
Ha quedado demostrado que la prueba lleg¨® en un sobre abierto a los expertos, en contacto con otros objetos. Y que la custodia en general de las pruebas, durante todos estos a?os, fue deficiente (la defensa aport¨® un v¨ªdeo en el que se ve c¨®mo el propio fiscal manipula una prueba). La experta de la fiscal¨ªa, a preguntas de la defensa, admiti¨® que la contaminaci¨®n con ADN es mucho m¨¢s f¨¢cil hoy que en 1994. A¨²n as¨ª lo cierto es que una prueba gen¨¦tica de la camiseta aporta una coincidencia, aunque peque?a y de origen y fiabilidad discutibles, con el ADN de Ibar
Tampoco los expertos en reconocimiento facial de la defensa han logrado convencer al jurado de que el rostro que se ve brevemente en el v¨ªdeo no es el de Pablo. Son unos instantes y la imagen es poco definida, propia de una videoc¨¢mara de la ¨¦poca. La defensa trajo a una eminencia en la materia, desde Reino Unido, que subray¨® las supuestas diferencias con Ibar. Pero no ha convencido al jurado.
Este s¨¢bado, la emoci¨®n desbordaba la sala 6.900 de los juzgados del condado de Broward, al norte de Miami, despojado de la fren¨¦tica actividad de los d¨ªas laborables. A las 10.30 sonaron los habituales golpes en la puerta de madera, la que separa el juzgado de la sala donde deliberaba el jurado, con los que el alguacil anuncia que iban a entrar. Hab¨ªa veredicto.
El silencio, entre la treintena de personas presentes en la sala, la inmensa mayor¨ªa de ellas de la parte de Ibar, era sepulcral. Apenas lo romp¨ªan los sollozos de una familia destrozada. Tanya Qui?ones, esposa de Pablo, ni siquiera pudo hablar con los medios que la esperaban a la salida y hacia los que ha mostrado un enorme cari?o durante todo el proceso.
Un proceso farragoso
El camino de la apelaci¨®n, farragoso y caro, depender¨¢ de la condena que se decida, explica Benjamin Waxman, el experimentado abogado que ha defendido a Pablo en este juicio. Si hay condena a muerte, la apelaci¨®n es directamente al Tribunal Superior de Florida. Si es cadena perpetua, a la corte de apelaciones federal. En cualquier caso, advierte Waxman, estamos ante un proceso que, de nuevo, puede durar a?os. Seis transcurrieron entre la primera condena y la apelaci¨®n.
¡°Ha habido errores, est¨¢ claro. Yo lo s¨¦, y tengo experiencia en esto¡±, sosten¨ªa Waxman. ¡°Este jurado ha tenido un trabajo muy dif¨ªcil. Yo creo en el sistema de jurado, pero creo que se equivocaron. El caso era muy complicado. El ADN [clave en el juicio] es algo extremadamente complejo¡±.
Waxman conf¨ªa en la fortaleza de los Ibar y los Qui?ones. "Pablo es muy fuerte. Somos muchos los que creemos en su inocencia y no vamos a aflojar", aseguraba. "La fuerza de esta familia, usted lo ha visto, es incre¨ªble. Tanya, Michael [hermano de Pablo]... ser¨¢n capaces de retomar sus vidas y continuar apoyando a Pablo. Son individuos muy fuertes, y como familia a¨²n lo son m¨¢s".
24 a?os dedicados a probar su inocencia
El 14 de julio de 1994 fue el ¨²ltimo d¨ªa en que Pablo conoci¨® la libertad. Fue detenido tras acompa?ar a unos amigos a ajustar cuentas con una familia del norte de Miami por culpa de unos trapicheos con coca¨ªna. Pablo Ibar no era un santo. ?l lo reconoce. Pero sostiene que tampoco es un asesino.
Una imagen borrosa y en blanco y negro, capturada de una c¨¢mara de videovigilancia en la escena de un triple asesinato, un caso diferente, lleg¨® a las manos del detective Paul Manzella, el mismo que hab¨ªa detenido a Pablo. El hombre retratado se parec¨ªa a Pablo. ¡°Te tengo¡±, le dijo. Se le acus¨® por el triple asesinato de Miramar. Se le atribuy¨® el ser uno de los dos individuos que, la madrugada del 27 de junio de 1994, irrumpieron en una vivienda de dicha localidad del condado de Broward y asesinaron a sangre fr¨ªa al empresario de la noche Casimir Sucharski, y a las bailarinas Sharon Anderson y Marie Rogers. Otro hombre, Seth Pe?alver, tambi¨¦n acab¨® en el corredor de la muerte por el triple asesinato. Pero, ¨¦l s¨ª, sali¨® libre despu¨¦s de la repetici¨®n de su juicio.
El primer juicio de Pablo se celebr¨® en el a?o 2000. Culpable. Su ¨²nica victoria en todos estos a?os la depar¨® la decisi¨®n del Supremo de Florida en 2016. Pero aquella alegr¨ªa ha mutado hoy en una profunda pena. La de volver a ver a Pablo Ibar esposado, arrojado de nuevo a su rutina de horror.
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