C¨¢ndido Ibar: ¡°Me ha animado m¨¢s Pablo a m¨ª que yo a ¨¦l¡±
El padre del espa?ol condenado a muerte espera que el nuevo juicio cambie la situaci¨®n de hijo
El veterano pelotari supo leer el partido desde el principio. El peligro vendr¨ªa de Chuck Morton. Otro veterano. El fiscal que envi¨® a su hijo al corredor de la muerte. El hombre que, hace dos a?os, cuando el Tribunal Superior de Florida declar¨® que las pruebas que le condenaron eran endebles y orden¨® repetir el juicio, volvi¨® a pedir la pena m¨¢xima para Pablo Ibar. El mismo que, ya jubilado, decidi¨® regresar de su retiro exclusivamente para tratar de convencer al jurado de que el espa?ol de 46 a?os merec¨ªa morir por un triple asesinato del que siempre se ha declarado inocente.
¡°Este, este¡ este hay que tener cuidado¡±, advert¨ªa C¨¢ndido Ibar entre dientes en los primeros d¨ªas del nuevo juicio, levantando discretamente las cejas y clavando su mirada en la voluminosa espalda de Chuck Morton, que avanzaba a paso firme por los pasillos del juzgado de Fort Lauderdale.
Impresiona el temple del pelotari guipuzcoano cada vez que se cruza con Morton. Pero C¨¢ndido, como tantas cosas extraordinarias que le ha tocado vivir en este ¨²ltimo tercio de su vida, ha aprendido a convivir con quien ha sido su n¨¦mesis durante 24 a?os. ¡°Es incomprensible¡±, defiende. ¡°Hablan de justicia... Si la corte suprema dice que le dan otra oportunidad, que le quitan del corredor de la muerte porque las pruebas son escasas y d¨¦biles, eso deber¨ªa ser ya la libertad despu¨¦s de tantos a?os. Pero aqu¨ª hay un veneno metido, que estos no ceden. Lo primero que hizo Chuck, su primera palabra fue decir que volv¨ªa a pedir pena de muerte. Es una cosa que no se puede entender, pero as¨ª es¡±.
C¨¢ndido Ibar ha convertido la resignaci¨®n en una forma de vida. Lleva 24 de sus 74 a?os dedicado en cuerpo y alma a demostrar la inocencia de su hijo. ¡°S¨ª, mi vida no ha sido lo que yo pensaba que iba a ser¡±, reconoce. ¡°Esto ocurri¨® y hay que estar encima. Y muchos viajes. Cu¨¢ntas millas hemos hecho. All¨ª, en el corredor de la muerte. Es triste. Para m¨ª ha sido muy triste. Porque yo no soy creyente de pistolas, ni guerras, ni historias de nada. Y de repente, te ves involucrado en esto. Bueno, pero ya hemos llegado hasta aqu¨ª. Ahora, a esperar¡±.
Esperar a que los miembros del jurado, a los que el juez mand¨® el mi¨¦rcoles por la tarde a deliberar, alcancen un veredicto por unanimidad. En el momento en que lo logren, llamar¨¢n al juez y este abrir¨¢ la sala para escuchar qu¨¦ deciden hacer con la vida de Pablo Ibar.
¡°Yo no me planteo que vaya a salir mal¡±, explicaba C¨¢ndido los primeros d¨ªas del juicio. ¡°Plantear, no me lo planteo. Yo no creo que vayamos a perder el caso, honestamente. ?Pero que no alcancen un veredicto un¨¢nime, como sucedi¨® la primera vez, y haya que repetir? Podr¨ªa ser. Esa es un poquito la precauci¨®n que tiene uno. Adem¨¢s, mientras dependa del jurado, no puedes estar nunca al cien por cien¡±.
Esta vez Pablo Ibar s¨ª ha contado con una buena defensa. Buena y cara, financiada gracias a las donaciones que ha logrado atraer C¨¢ndido en Espa?a, a trav¨¦s de la Asociaci¨®n Contra la Pena de Muerte Pablo Ibar. La estrategia ha sido desmontar una a una las pruebas aportadas por la fiscal¨ªa, que esencialmente son las mismas que el Superior consider¨® endebles.
Chuck Morton mantuvo un perfil relativamente bajo. Pero las suspicacias del viejo pelotari estaban justificadas. El mi¨¦rcoles, en las conclusiones, Morton ech¨® atr¨¢s su cesta y lanz¨® la pelota como un proyectil pegado a la chapa y directo al est¨®mago de los miembros del jurado. Reprodujo entero el terrible v¨ªdeo de la c¨¢mara de videovigilancia que grab¨® c¨®mo dos individuos asesinaban a sangre fr¨ªa, la madrugada del 27 de junio de 1994, al empresario de la noche Casimir Sucharski, y a las bailarinas Sharon Anderson y Marie Rogers.
Morton lo dio todo en el ¨²ltimo minuto. Una intervenci¨®n cargada de dramatismo, que concluy¨® se?alando a Pablo e implorando al jurado: ¡°No permitan que este asesino se salga con la suya¡±. La frase pesar¨¢ sobre 12 hombres y mujeres, sin formaci¨®n jur¨ªdica, obligados a tomar una decisi¨®n en base solo a la evidencia y los testimonio presentados entre esas cuatro paredes.
Si deciden que Pablo salga libre, padre e hijo ya tienen planes. ¡°Eso est¨¢ estudiado¡±, asegura C¨¢ndido. ¡°Primero, va a ir a ver la tumba de la madre. No le dejaron ir al entierro. No pudimos conseguirlo de ninguna manera, ni con cadenas tampoco. Despu¨¦s, el c¨®nsul le va a hacer el pasaporte en 24 horas y tenemos que ir a Espa?a. A dar las gracias a todo el mundo y a apreciar todo lo que han hecho. A partir de ah¨ª, ¨¦l tiene algunas ideas, y no s¨¦ c¨®mo va a ser con la familia. Los padres de Tanya [su mujer] tambi¨¦n est¨¢n mayores, y ellos han ayudado mucho. Pero un tiempo largo pasaremos en Espa?a. ?l quiere tener citas con j¨®venes de las escuelas, hablarles un poco de, a veces, seg¨²n con qui¨¦n andes, las cosas que te pueden ocurrir. Contar un poco su historia. Ser¨ªa una cosa fant¨¢stica yo creo para los j¨®venes¡±.
Tambi¨¦n han pensado en las cosas m¨¢s peque?as. ¡°Bueno, pues ¨¦l quiere comer un arroz que cocino yo y cornish hen, unos pollos as¨ª peque?os que yo hac¨ªa muy bien¡±, dice con una sonrisa. ¡°Eso es lo primero que quiere comer, lo dice cada vez que hablamos. Porque se le ha quedado en la cabeza y no ha podido comer en 24 a?os. Y bueno, andaremos de padre e hijo, haremos las cosas que haya que hacer. El problema es que habr¨¢ que ayudarle tambi¨¦n mucho, seguramente. ?l cree que todo va a ir bien, pero todas las estad¨ªsticas dicen que cuando uno sale despu¨¦s de tantos a?os, no sabe ni donde est¨¢. Habr¨¢ que cuidarlo mucho¡±
Los Ibar son familia de fuertes. El arrojo y el esp¨ªritu de lucha imperaban en el caser¨ªo Urtain, entre Cestona y Zumaia. Pudieron haber sido aizkolaris o harrijasotzailes, deportes rurales en los que destacaron de chavales, pero un hermano lleg¨® a ser un legendario campe¨®n de boxeo y otro se fue a hacer las Am¨¦ricas de front¨®n en front¨®n. No tuvieron suerte los Ibar, pero C¨¢ndido no quiere o¨ªr hablar de maldiciones. ¡°Yo no lo llamar¨ªa as¨ª, es una palabra muy fuerte¡±, dice. ¡°Que hemos tenido mala suerte, s¨ª. El padre se muri¨® as¨ª de repente cuando ¨¦ramos j¨®venes. El hermano se suicid¨® y no sabemos ni por qu¨¦ todav¨ªa. Y luego pas¨® esto. S¨ª, es una tragedia, pero hay que pensar positivo y palante¡±.
C¨¢ndido nunca ha perdido la esperanza en estos 24 a?os. ¡°Perder esperanza, no. Pero ca¨ªdas, s¨ª. Lo que pasa es que ¨¦l ha sido muy fuerte. En vez de animarle yo a ¨¦l, ¨¦l me ha solido animar a m¨ª¡±. Tampoco ha albergado nunca dudas sobre la inocencia de su hijo. ¡°No. Yo ya lo habl¨¦ con ¨¦l. Y luego el ejemplo est¨¢ con Tanya. Una chica que lleva 24 a?os al pie del ca?¨®n, con el marido en la c¨¢rcel. Y era una ni?a, no llevaba m¨¢s que unos meses con ¨¦l. Eso no es normal¡±.
-?C¨®mo le habr¨ªa gustado que hubieran sido las cosas, para Pablo y usted, si todo esto no hubiera pasado?
-?l estaba a punto de ser profesional de cesta punta. Hubiera sido un hito que debut¨¢ramos padre e hijo. Yo estaba activo todav¨ªa. Quer¨ªa jugar aunque fuera una quiniela con ¨¦l, y ya retirarme. Yo estaba en Hartford [Connecticut] jugando todav¨ªa. Entonces fue cuando le dio la pelota en toda la ceja, y yo mismo le recomend¨¦ que se marchara un tiempo a olvidar eso, a estar un poquit¨ªn con la madre en Florida. Si te da en la cara, en el ojo como le dio a ¨¦l, eso te da un patr¨¢s¡ Pero me hubiese gustado haber jugado una quiniela. Yo me habr¨ªa retirado despu¨¦s, porque ya era mi edad de todas maneras. ?l habr¨ªa seguido. Habr¨ªa sido bonito, porque ¨¦l era muy atleta. Es, mejor dicho. Pero bueno, no pudo ser. Y ahora ya es muy tarde.
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