Las pruebas del juicio de Pablo Ibar que manej¨® el jurado
Aunque el tribunal no ha explicado por qu¨¦ considera a Ibar culpable, varios puntos aparecen como claves
El jurado del caso Pablo Ibar, compuesto por ocho mujeres y cuatro hombres (dos mujeres y un hombre afroamericanos, una mujer de origen hispano y el resto, blancos) concluy¨® el pasado s¨¢bado que Ibar es culpable. El veredicto lo ley¨® el juez Dennis Bailey que presid¨ªa el tribunal e, inmediatamente, Ibar fue esposado y trasladado de nuevo a la c¨¢rcel. Los presentes se quedaron con la informaci¨®n de culpabilidad, pero no con el porqu¨¦ de la conclusi¨®n. El jurado no ha expuesto en qu¨¦ se ha basado o qu¨¦ pruebas ha tenido en cuenta para considerar a Ibar culpable. Repasando el proceso, estas han sido algunas de las claves del juicio contra el espa?ol.
1. El ADN
A diferencia del juicio del a?o 2000, cuando condenaron por primera vez a Ibar, el ADN ha cobrado una importancia vital. Tanto o m¨¢s que el v¨ªdeo borroso de la c¨¢mara de seguridad, que por entonces hab¨ªa supuesto la piedra angular de la condena a Ibar.
En el a?o 2000 no se hab¨ªa hallado un solo resto de ADN en la escena del crimen que correspondiese a Pablo Ibar. Esto ha seguido igual en este juicio: de las m¨¢s de cien huellas dactilares encontradas en la casa donde tuvo lugar el ataque, ni una sola es de Ibar. Solo algunas de ellas, en un ¨²ltimo an¨¢lisis encargado por la fiscal¨ªa, llegaron a un estatus de no concluyentes. Tampoco ninguno de los restos de sangre, ni cabello, ni saliva coinciden. La defensa de Ibar siempre ha considerado ¡°virtualmente imposible¡± no dejar un solo rastro despu¨¦s de un ataque como el de aquella casa.
Lo mismo sucede con el sudor. Ni una sola traza de ADN corresponde a Ibar. Esto se hace especialmente llamativo en una camiseta hallada en el jard¨ªn de la casa donde se cometieron los asesinatos y que era la prenda que cubr¨ªa el rostro de uno de los perpetradores. Esta camiseta apareci¨® empapada en sudor, impregnada de ADN y fue enviada al laboratorio. El resultado fue que se encontraron cinco tipos de ADN: tres correspond¨ªan a las v¨ªctimas y los otros dos a dos varones no identificados, ninguno de ellos era Ibar.
Despu¨¦s de aquellos resultados la camiseta se analiz¨® varias veces m¨¢s. Todas con el mismo resultado: la prenda empapada en sudor del perpetrador no ten¨ªa un solo resto de ADN de Ibar. Todos los an¨¢lisis, adem¨¢s, contaron con el visto bueno de Ibar, quien jam¨¢s se opuso a los env¨ªos al laboratorio.
Con este escenario, la fiscal¨ªa opt¨® siempre por ignorar las pruebas f¨ªsicas y centrarse en el v¨ªdeo de seguridad, intentando ¡ªy logrando¡ª convencer al jurado de que era posible haber cometido aquel crimen sin dejar ni un solo rastro f¨ªsico.
El asunto cambi¨® el 19 de septiembre de 2016. Por primera vez despu¨¦s de numerosos an¨¢lisis, un resto milim¨¦trico de la camiseta impregnada arrojaba un resultado que involucraba a Ibar. De los 15 locus (posici¨®n fija en un cromosoma), seis coincidieron con el ADN de Ibar y los otros nueve estaban demasiado da?ados para analizarlos. Seg¨²n los est¨¢ndares internacionales de los laboratorios, este resultado no es concluyente. Pero la fiscal¨ªa llam¨® a declarar para analizar este resultado al doctor Mark Perlin, inventor del programa inform¨¢tico True Allele. Se trata de un programa controvertido dentro de la comunidad cient¨ªfica y forense que ignora los umbrales m¨ªnimos de an¨¢lisis com¨²nmente aceptados. Lo que lleva a cabo True Allele es un an¨¢lisis de todos los restos biol¨®gicos independientemente de su estado y aplica algoritmos estad¨ªsticos para alcanzar una conclusi¨®n. El programa consider¨® en el an¨¢lisis del caso Ibar?restos que conten¨ªan uno o dos alelos de 15, cuando los laboratorios no usan restos de menos de 6 alelos por considerarlos no concluyentes ni fiables.
En el contrainterrogatorio, Perlin admiti¨® que su programa no est¨¢ sujeto a la American Society of Crime Laboratory Directors (ASCLD), entidad p¨²blica que se ocupa de comprobar que los laboratorios cumplan una serie de normas y requisitos para garantizar la fiabilidad de su labor. Perlin tambi¨¦n explic¨® que, de los 250 laboratorios de criminal¨ªstica que hay en Estados Unidos, solo 8 han recurrido a su programa True Allele, mientras que el resto (incluido el FBI) usa el programa STRmix, que arroja resultados negativos de Pablo Ibar. Perlin, por ¨²ltimo, tambi¨¦n admiti¨® que el resto de manchas de sudor de la camiseta (mucho m¨¢s grandes) no contienen ADN de Ibar.
Para rebatir el testimonio del doctor Mark Perlin, la defensa cont¨® con el doctor Allan Jamieson, bi¨®logo y genetista. Jamieson explic¨® que, dependiendo de la forma en la que se utilice el programa True Allele, los an¨¢lisis de una misma traza pueden arrojar resultados distintos. Calific¨® de ¡°no fiable¡± el an¨¢lisis estad¨ªstico y afirm¨® que el resultado que involucraba a Ibar se conclu¨ªa sin que la traza superase el umbral m¨ªnimo que la comunidad cient¨ªfica considera incriminatorio. La fiscal¨ªa respondi¨® alegando que la tecnolog¨ªa ha evolucionado y que el programa True Allele es vanguardista y fiable. El jurado escuch¨® ambos puntos de vista.
La defensa, por ¨²ltimo, intent¨® demostrar que esta coincidencia del ADN guardaba relaci¨®n con una posible contaminaci¨®n. Para ello llam¨® a declarar al analista Marchese, del laboratorio BSO, que en 2010 analiz¨® la camiseta sin encontrar restos de Ibar. Marchese lleg¨® a admitir que, cuando recibi¨® la camiseta, la bolsa que la conten¨ªa estaba abierta y con el precinto roto. Y que le pusieron cinta aislante nueva. El juez no permiti¨® a la defensa de Ibar contarle al jurado que el laboratorio BSO se hab¨ªa visto en el pasado involucrado en varios casos de contaminaci¨®n por errores en la cadena de custodia de las pruebas.
2. La pisada
Un experto de la fiscal¨ªa asegur¨® que una de las pisadas encontradas sobre la sangre del escenario del crimen correspond¨ªa con unas zapatillas que estaban en el piso donde en 1994 viv¨ªa Pablo Ibar y que fueron recogidas por la polic¨ªa (con la aprobaci¨®n y colaboraci¨®n, en su momento, de Ibar, quien nunca se opuso a la recolecci¨®n de pruebas). La defensa, adem¨¢s de recordar que Ibar compart¨ªa piso con otros j¨®venes que, en sus testimonios, afirmaron que todos compart¨ªan y se prestaban la ropa, intent¨® llamar a declarar al doctor Jamieson para que explicara que, en el mundo forense el an¨¢lisis de huellas de zapatos es considerado una disciplina, pero no una ciencia. El juez no permiti¨® este testimonio.
Otro amigo de Ibar, Jay Taylor, testific¨® que esas zapatillas no eran de Ibar y a?adi¨® que la polic¨ªa le amenaz¨® para que identificara a Ibar en las im¨¢genes del v¨ªdeo, pero que no lo hizo.
3. El v¨ªdeo de seguridad
La escena del triple asesinato fue captada por una c¨¢mara de seguridad instalada en la casa donde se cometi¨® el ataque. El v¨ªdeo es de muy baja calidad, borroso y en blanco y negro. Tampoco cuenta con sonido.
La fiscal¨ªa us¨® este v¨ªdeo una y otra vez en el juicio del a?o 2000 ante la completa ausencia de pruebas f¨ªsicas, insistiendo en que la persona que aparece en ¨¦l es Pablo Ibar. En esta ocasi¨®n ha vuelto a insistir en esta idea, pese a que varios expertos en fisonom¨ªa y peritos ¡ªincluido el agente del FBI que analiz¨® el v¨ªdeo¡ª explicaron durante el juicio que no pod¨ªan afirmar, seg¨²n las im¨¢genes, que esa persona fuera Pablo Ibar. El jurado pudo escuchar todos estos testimonios y tambi¨¦n vio el v¨ªdeo en numerosas ocasiones, incluido el alegato final de la fiscal¨ªa.
4. Testigos
Gary Foy ha sido el ¨²nico testigo con el que ha contado la fiscal¨ªa todos estos a?os. Se trata de un vecino de una de las v¨ªctimas, Casimir Sucharski, quien fue asesinado junto a sus dos invitadas en su casa. Foy asegur¨® en 1994 que aquella ma?ana vio salir a dos j¨®venes hispanos con el coche de Sucharski, un Mercedes negro. Pero que solo los vio a trav¨¦s de las lunas tintadas de su veh¨ªculo, con el sol saliendo y deslumbr¨¢ndole y por el espacio de tiempo de la espera de un sem¨¢foro. Estas circunstancias no pudieron ser escuchadas por el jurado, ya que el juez as¨ª lo consider¨®.
S¨ª que pudo explicar Foy que, en la identificaci¨®n en comisar¨ªa dijo no estar seguro y se?al¨® la fotograf¨ªa de Ibar a la segunda. Despu¨¦s, en la rueda de reconocimiento en vivo, Ibar fue el ¨²nico que repiti¨® tras las fotos.
Foy asegur¨® en este juicio que el hombre que vio aquella ma?ana podr¨ªa ser Ibar ¡°o un amigo que viene a jugar conmigo a la bolera¡± y que identific¨® a Ibar porque su mujer le dijo ¡°no te metas en l¨ªos¡±. Esos l¨ªos a los que alude podr¨ªan estar relacionados con la denuncia de un hombre que, d¨ªas despu¨¦s del asesinato, explic¨® en comisar¨ªa que se trataba de un ajuste de cuentas de la familia de la mafia Gambino. Aquel hombre aparecer¨ªa muerto d¨ªas despu¨¦s y la polic¨ªa nunca sigui¨® esta l¨ªnea de investigaci¨®n.
Exist¨ªan, adem¨¢s, unas cintas de seguridad que recog¨ªan amenazas a Sucharski, uno de los asesinados. Pero esas cintas, durante el juicio, aparecieron borradas y con restos de im¨¢n.
Otro testigo, Gene Klimeczko, entonces amigo de Ibar, afirm¨® durante el juicio que le hab¨ªan pagado mil d¨®lares por incriminarle. Y que ese pago, asegur¨®, hab¨ªa sido aprobado por Paul Manzella, uno de los detectives del caso.
5. Seth Pe?alver
Junto a Pablo Ibar en 1994, fue tambi¨¦n detenido Seth Pe?alver, por aquel entonces amigo de Ibar y tambi¨¦n condenado a muerte como coautor de los asesinatos. Pe?alver recurri¨® y en 2012 fue absuelto tras la repetici¨®n del juicio, a pesar de que las pruebas usadas en su caso son pr¨¢cticamente las mismas que las de Ibar.
Este hecho iba a ser puesto encima de la mesa por los abogados de Ibar, pero la fiscal¨ªa solicit¨® al juez que prohibiese mencionar este asunto ante el jurado y el juez acept¨®.
6. El futuro
El 25 de febrero Pablo Ibar conocer¨¢ la sentencia, que podr¨ªa ser de nuevo pena de muerte o cadena perpetua. Sea cual sea el resultado, sus abogados volver¨¢n a recurrir y pondr¨¢n en valor lo que consideran irregularidades durante el proceso como la decisi¨®n de no poder mencionar a Pe?alver o la frase del fiscal Chuck Morton durante su alegato final, en donde llam¨® ¡°asesino¡± a Pablo Ibar delante del jurado.
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