El ¨²ltimo de la fila
El exconseller y "traidor" se desmarc¨® de la desconexi¨®n, pero arriesga siete a?os de c¨¢rcel
La barcaza de 12 pasajeros que pilota Junqueras en el? parqu¨¦ del Tribunal Supremo aloja una plaza de poliz¨®n. Ser¨ªa la que ocupa Santi Vila. El ¨²ltimo asiento de la ¨²ltima fila. El lugar del oportunismo y de la heterodoxia.
Homosexual en una mayor¨ªa heterosexual. Taurino en una mayor¨ªa antitaurina. Religioso en una mayor¨ªa agn¨®stica. Personaje people en una mayor¨ªa bur¨®crata. Poco nacionalista en una mayor¨ªa muy nacionalista. Y conseller excacerlado en una mayor¨ªa de consellers reclusos.
Puede que Santi Vila (Granollers, 1973) haya dilatado excesivamente la m¨¦trica del verso suelto, hasta el extremo de haberse convertido en el traidor oficial, o de?haberse sustra¨ªdo el martirio que emprendieron Junqueras y los siete samur¨¢is del Govern.? ?Las razones? Transcurri¨® una noche en la c¨¢rcel. Y le ¡°acojon¨® la experiencia¡± (sic) a semejanza de una pel¨ªcula turca, pero la colaboraci¨®n con la juez Lamela y el rechazo a la declaraci¨®n unilateral de independencia le facilitaron el acceso a la puerta de salida.
-Se nota que no has hecho la mili-, le espet¨® el compa?ero de celda.
Alud¨ªa el recluso a la torpeza con que Vila intentaba hacerse la cama en la celda de la prisi¨®n de Estremera, pero el exconseller? de Cultura y Empresa ignoraba si le estaba hablando en clave. Permaneci¨® insomne, en vela, en vilo, en Vila, r¨ªgido como el telar del camastro, hipnotizado con las manillas del reloj. ¡°Es algo que no recomiendo ni a mi peor enemigo. Es terrible. Las c¨¢rceles son dur¨ªsimas¡±, declar¨® Santi Vila a los reporteros, como si hubiera estado en prisi¨®n 15 a?os.
Y no fueron ni 15 horas las que permaneci¨® enchironado. Tuvo que apoquinar 50.000 euros de fianza. Y hubo de sobreponerse al tormento de la grey indepe, indignada con la maniobra de escapismo que Vila protagoniz¨® en homenaje al gran Houdini. Antepuso su incolumidad. Dimiti¨® del Govern en la vigilia de la desconexi¨®n, antes de que pudieran relacionarlo con la fechor¨ªa de la independencia.
Llevaba a?os foment¨¢ndola, es verdad, pero la posici¨®n cr¨ªtica respecto al delirio del proc¨¦s en su fase ag¨®nica le ha proporcionado una maniobra de salvaci¨®n a costa del escarnio ajeno. Se ha lanzado del vag¨®n cuando el tren iba a cruzar el puente de Casandra.
Indemne no est¨¢ Santi Vila. Ocupa el asiento m¨¢s alejado de Junqueras. No solo por distancia jer¨¢rquica, sino porque sus presuntos delitos -desobediencia, malversaci¨®n- forman parte del lado m¨¢s suave de la horquilla, aunque podr¨ªan condenarlo a siete a?os de prisi¨®n.
Es un tipo sofisticado, cosmopolita. 45 a?os. Buena planta. Habla idiomas. Lo cas¨® Puigdemot con un chef de cocina brasile?o, pero han durado poco los matrimonios. El del cocinero, y el de Carles Puigdemont, cuya posici¨®n de turista en Waterloo al margen de la represalia de los tribunales explica que los acusados en el banquillo del Supremo hayan hecho las cuentas: si la ¨²ltima cena re¨²ne a Cristo y 12 ap¨®stoles, no cabe duda de que Puigdemont es Judas.
Hab¨ªa medrado Vila a la cima del aspirantazgo?a la versa del expresident. Se pavoneaba no ya como delf¨ªn, sino como ex¨¦geta de un fen¨®meno pol¨ªtico que ha ido adquiriendo envergadura en la propia estructura amorfa del proc¨¦s: el independentismo¡ no nacionalista.
Resulta parad¨®jico y ambiguo semejante artefacto. Pero define a quienes no participan de los mitos y leyendas identitarias. Quienes no se emocionan con Els segadors. Y quienes ve¨ªan en la patria catalana la oportunidad de un pa¨ªs m¨¢s pr¨®spero, de izquierdas.? El espejismo se ha distorsionado. Y Vila ya no se parece ni a s¨ª mismo.
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