La rep¨²blica del qu¨¦ dir¨¢n
Santi Vila, el h¨¦roe de la retirada que no pudo ser, destac¨® el papel que la presi¨®n de las redes jug¨® en la Declaraci¨®n Unilateral de Independencia
La semana pasada el exconseller Toni Com¨ªn colg¨® en sus redes una vi?eta de Fot-litpou que muestra a los 12 juzgados en el Supremo y, detr¨¢s, una masa de gente con urnas. 2.286.217 personas, concretamente, o sea los votantes del 1 de octubre de 2017. El dibujo que colgaba Com¨ªn llamaba la atenci¨®n por algo: de ¨¦l hab¨ªa desaparecido uno de los doce procesados, borrado a la manera estalinista. As¨ª, en la ¨²ltima fila, entre Carles Mund¨® y Dolors Bassa, hab¨ªa un asiento vac¨ªo. Ese asiento correspond¨ªa a Santi Vila, el conseller que dimiti¨® horas antes de la DUI. El apestado oficial del soberanismo; el hombre que, desde dentro, en el coraz¨®n del propio Gobierno de la Generalitat, dio un paso atr¨¢s y denunci¨® la pantomima.
Enzensberger lo llamar¨ªa h¨¦roe de la retirada, si lo hubiese sido. Porque el h¨¦roe de la retirada necesita una ascendencia sobre los abandonados que Vila no tiene. Su jerarqu¨ªa es nula. ¡°El lugar del h¨¦roe cl¨¢sico han pasado a ocuparlo en las ¨²ltimas d¨¦cadas otros protagonistas, h¨¦roes de un nuevo estilo que no representan el triunfo, la conquista, la victoria, sino la renuncia, la demolici¨®n, el desmontaje¡±, escribi¨® Enzensberger. Vila, burlado hasta el escarnio por los suyos durante este a?o y medio en que sus antiguos compa?eros de gabinete est¨¢n encarcelados o huidos, se levant¨® el jueves de la silla que le vaci¨® Com¨ªn en un dibujo y declar¨® ante los magistrados del Supremo. Para incidir en la idea-fuerza de la DUI: tras observar las primeras reacciones del independentismo a la noticia de que Puigdemont convocaba elecciones como quer¨ªa Rajoy, en la calle y en las redes, el president se asust¨®. Nadie quer¨ªa ser el traidor, nadie el botifler. Todo eso se lo est¨¢n volviendo a llamar los independentistas en las redes, de Judas para abajo.
De esa noche en la que se fragu¨® la DUI, Vila dijo: ¡°Llam¨¦ al president y le record¨¦ que hab¨ªamos dado la palabra al Gobierno de que ir¨ªamos a elecciones. ?l mismo me hab¨ªa dado la mano. Pero fuimos aprendices de mago ante la presi¨®n de la redes sociales, que incitaban a llegar hasta el final. Yo pens¨¦ que si no ¨¦ramos capaces de gestionar emocionalmente eso, dimit¨ªa¡±.
La declaraci¨®n de Vila fue menos incisiva que la de Jordi S¨¤nchez, presidente de la ANC, al que le acabaron preguntando por las pegatinas aparecidas en los coches de la Guardia Civil en los disturbios del 20 de septiembre. Pero encendi¨® una vieja luz siempre presente en los d¨ªas claves que han llevado a estas 12 personas al banquillo: el lugar que cada una ocupar¨¢ en la Historia y la gesti¨®n de las emociones que provoca eso. Relatando la ca¨ªda de Francia ante el nazismo, Chaves Nogales hablaba de c¨®mo el pueblo no supo estar a la altura de sus gobernantes, estableciendo un paralelismo en sus responsabilidades. De la noci¨®n que del pueblo tienen los l¨ªderes independentistas -s¨®lo la mitad de Catalu?a lo es- procede el equ¨ªvoco: ante el temor de que el pueblo, reuni¨¦ndose en una plaza o escribiendo tuits, estuviese a la altura que se pretend¨ªa de ¨¦l, Puigdemont quiso ser el h¨¦roe cl¨¢sico que hace lo que esperan de ¨¦l y no el moderno que reclama Enzensberger
Dos de los pilares sobre los que se construye el h¨¦roe de la retirada que nunca pudo ser Santi Vila, el hombre al que le faltaron galones para ser tenido en cuenta en el independentismo y le sobraron en el constitucionalismo, pues dimiti¨® en el ¨²ltimo segundo. En el argot ciclista, demarr¨® demasiado pronto y demasiado tarde: lo que declar¨® en el Supremo fue su p¨¢jara, l¨²cida y sincera como cualquier desfondamiento hist¨®rico.
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