Cuando Lorca invit¨® a Falla a ba?arse en el mar de M¨¢laga
Dos documentos hist¨®ricos permiten recuperar la admiraci¨®n del poeta granadino por la ciudad en la que pasaba sus vacaciones veraniegas
¡°Querid¨ªsimo Don Manuel: ?Cu¨¢ndo nos avisa de su llegada? Dios quiera que sea pronto, pues aqu¨ª estamos encantados pensando en que ustedes van a venir. ?Animarse se?ores!¡±. Con estas palabras, Federico Garc¨ªa Lorca invitaba a su amigo Manuel de Falla a darse un ba?o en las aguas del Mediterr¨¢neo malague?o. Las inclu¨ªa en una postal fechada en septiembre de 1923 enviada desde el hotel Hern¨¢n Cort¨¦s, en el que Lorca se aloj¨® con su familia en distintas temporadas de los veranos entre 1918 y 1924. ¡°?Al agua patos!¡±, escrib¨ªa el poeta granadino antes de insistir a Falla su visita a la capital malague?a: ¡°?Es imprescindible!¡±.
La postal inclu¨ªa una vista desde la terraza o el balc¨®n de alguna de las habitaciones del hotel. La imagen descubre que entonces no hab¨ªa playa, ni paseo mar¨ªtimo. S¨ª unas peque?as casas junto a un pedregal sobre el que se asentaban las v¨ªas por las que circulaba el antiguo tranv¨ªa. Es uno de los dos documentos localizados ahora en el Archivo Manuel de Falla, en Granada, que han permitido rescatar la estrecha relaci¨®n de Garc¨ªa Lorca con M¨¢laga, as¨ª como su fascinaci¨®n por esta ciudad. El segundo es una carta con papel timbrado del mismo establecimiento hotelero y encabezada por una copla popular local escrita del pu?o y letra del granadino: ¡°Viva M¨¢laga se?ores, viva el puente de Tetu¨¢n, el Cristo de los Claveles y el barrio de la Trinidad¡±.
El hotel Hern¨¢n Cort¨¦s era entonces un lugar privilegiado. Sus atractivos eran la cercan¨ªa al mar, las vistas a los montes, sus jardines y unas c¨®modas y amplias habitaciones. Ubicado en la barriada de El Limonar, fue el primer edificio construido espec¨ªficamente para alojar a turistas en la hoy capital de la Costa del Sol. Se convirti¨® en hospital durante la Guerra Civil, uso que mantuvo durante el franquismo, cuando fue conocido como 18 de julio. Tras su restauraci¨®n, el inmueble es ahora sede de la Subdelegaci¨®n del Gobierno, que ha querido recordar el tiempo que el poeta pas¨® descansando en ¨¦l con una placa conmemorativa. ¡°Es mejor que este lugar se recuerde por las estancias de Lorca que por uno de los episodios m¨¢s tr¨¢gicos de nuestra historia¡±, afirmaba este lunes la Subdelegada del Gobierno en M¨¢laga, Mar¨ªa G¨¢mez.
A principios del siglo pasado, la relaci¨®n de Granada (¡°la que suspira por el mar¡±, como la defini¨® Lorca) era m¨¢s fluida con la costa malague?a que con la granadina, ya que el sistema monta?oso de Sierra Nevada ejerc¨ªa como barrera natural dif¨ªcil de superar con los antiguos medios de transporte. De ah¨ª que la familia del poeta eligiera M¨¢laga para sus vacaciones, donde pod¨ªa llegar f¨¢cilmente en tren.
Su hotel preferido ¡°se encontraba en un barrio para la burgues¨ªa donde muchas otras familias del interior andaluz alquilaban villas o incluso las ten¨ªan en propiedad para sus vacaciones¡±, destaca el historiador V¨ªctor Heredia. En algunas se alojaban j¨®venes con los que Garc¨ªa Lorca comenz¨® a relacionarse. Entre ellos estaban Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Jos¨¦ Mar¨ªa Hinojosa o Vicente Aleixandre, quienes pondr¨ªan en marcha con el tiempo la revista Litoral y encontraban en la ciudad un ambiente m¨¢s cosmopolita que en el resto de Andaluc¨ªa. ¡°Son amistades que nacieron junto a las olas de M¨¢laga y luego se desarrollaron en Madrid¡±, a?ade el hispanista Ian Gibson.
¡°M¨¢laga es maravillosa y ahora ya lo digo dogm¨¢ticamente. Para ser un buen andaluz hay que creer en esta ciudad, que se estiliza y desaparece ante el mar divino de nuestra sangre y nuestra m¨²sica¡±, le explicaba Garc¨ªa Lorca a Manuel de Falla sobre un lugar donde el turismo era apenas incipiente y que le recordaba a la Andaluc¨ªa rom¨¢ntica del siglo XIX. Sobre todo, gracias a los ¡°montes rojos que, llenos de casas blancas y de campanillas azules, vibran en este pedazo incomparable de mar¡±, como dej¨® escrito en el documento enviado al n¨²mero 11 de la calle Antequeruela Alta, donde Falla resid¨ªa en una vivienda t¨ªpica granadina denominada Carmen del Ave Mar¨ªa.
El buen clima, los paseos en autom¨®vil hasta Fuengirola junto a su familia, las nuevas amistades literarias o los ba?os en la min¨²scula playa que hab¨ªa junto al hotel en la desembocadura del arroyo de La Caleta dejaron, sin duda, huella en Lorca, que se desped¨ªa de su amigo Manuel de Falla con una nueva admiraci¨®n a la ciudad que le acog¨ªa cada verano: ¡°Un abrazo desde este para¨ªso de Andaluc¨ªa¡±. Eso s¨ª, a pesar de su insistencia, el m¨²sico nunca acudi¨® a la llamada malague?a del poeta. Quiz¨¢s prefiri¨® las playas de su C¨¢diz natal.
Un destino para familias adineradas
A comienzos del siglo XX, el turismo era apenas una actividad incipiente en M¨¢laga. Lo practicaban principalmente importantes familias adineradas que viajaban con el personal de servicio y buscaban gran confort. Ocurr¨ªa no solo en la capital, tambi¨¦n en el gran balneario de Carratraca o el hotel Reina Victoria de Ronda. Pero tambi¨¦n hab¨ªa una clase media que, a pesar de su menor capacidad econ¨®mica, empezaba a visitar la localidad malague?a por puro placer. Entonces, un grupo de visionarios supo entender que el clima ser¨ªa una de las principales bazas tur¨ªsticas de M¨¢laga. De ah¨ª surgieron iniciativas como los Ba?os del Carmen, balneario donde la ciudad vio su primer campo de f¨²tbol o su primer torneo de tenis. Y tambi¨¦n el propio hotel Hern¨¢n Cort¨¦s, que a partir de 1925 se denominar¨ªa Caleta Palace con el objetivo de buscar un p¨²blico m¨¢s cosmopolita, principalmente brit¨¢nico. En los impulsores de esta renovaci¨®n y aperturismo estaban F¨¦lix S¨¢enz y el arquitecto Fernando Guerrero Strachan, ligados tambi¨¦n al hotel Pr¨ªncipe de Asturias, inaugurado en febrero de 1926 y que, tras ser sede judicial, es hoy un establecimiento de lujo denominado Hotel Miramar.
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