La ¡°pu?etera verdad¡± de Pablo Iglesias
El l¨ªder de Podemos llama a la rebeld¨ªa para combatir la supuesta cruzada contra el partido
Nada enardece m¨¢s a una audiencia motivada que la dulce promesa de que va a escuchar la verdad. Mucho m¨¢s si se trata de "la pu?etera verdad" y si quien la relata es la persona a la que lleva esperando m¨¢s de hora y media, despu¨¦s de haber atendido pacientemente a una quincena de teloneros. Pablo Iglesias regres¨® este s¨¢bado a la arena pol¨ªtica para contar su verdad. Que implica desnudar a quienes presuntamente dirigen los destinos de Espa?a ¡ª"hay 20 familias que tienen m¨¢s poder que todos los diputados"¡ª, pero tambi¨¦n desnudarse ante un p¨²blico entregado ¡ª"hemos dado verg¨¹enza ajena con nuestras peleas internas"¡ª. Como en los grandes cl¨¢sicos del cine, la historia acaba bien e Iglesias (Pablo, para los muchos seguidores que jaleaban cada una de sus digresiones) cierra el c¨ªrculo con la tercera y ¨²ltima verdad de la noche: el pr¨®ximo 28 de abril, las personas an¨®nimas pueden cambiar las cosas.
La emblem¨¢tica plaza del museo Reina Sof¨ªa de Madrid, testigo de celebraciones anteriores del partido, empez¨® a caldearse mucho antes de que apareciera el l¨ªder de Podemos. Se?oras de edad media alta, padres empujando carritos de beb¨¦s y algunos j¨®venes ¡ªmenos que en otros actos de esta formaci¨®n¡ª ocupaban el espacio con gritos de S¨ª se puede. Ese fue el lema que Iglesias trat¨® de cincelar en las conciencias de los asistentes a lo largo de un discurso de 45 minutos, ¨¢gil y pronunciado con pasi¨®n. Sus palabras trazaban un h¨¢bil ¡ªy fr¨¢gil¡ª equilibrio entre la defensa del Podemos de las pancartas (el que demoniza a banqueros y propietarios de los medios de comunicaci¨®n privados, que fueron vapuleados en m¨²ltiples ocasiones por los intervinientes en el acto) y del Podemos institucional (el que acude a La Moncloa para proclamar: "Pedro, no voy a bajar de los 900 euros", seg¨²n su narraci¨®n del toma y daca con el presidente del Gobierno que culmin¨® en una subida salario m¨ªnimo).
El dirigente emple¨® repetidamente el m¨¦todo socr¨¢tico, lanzando preguntas al p¨²blico que contestaba reforzando sus consignas. Y apel¨® hasta el ¨²ltimo resquicio de rebeld¨ªa de los podemitas para movilizarlos frente a una supuesta cruzada contra el partido morado. "?Van a por nosotros porque no les ha gustado nada esa foto en La Moncloa!", alert¨®, apoy¨¢ndose en una supuesta revelaci¨®n que le hab¨ªa hecho un alto ejecutivo espa?ol. "?No tenemos miedo!", respondi¨® el p¨²blico.
Entre tanta arenga pol¨ªtica, Iglesias quiso reservar un hueco a la experiencia del nacimiento de sus hijos. Y enlaz¨® una vivencia ligada a ese episodio ¡ªuna enfermera de las que atendi¨® a sus beb¨¦s prematuros le pregunt¨® c¨®mo pod¨ªa ofrecer microcr¨¦ditos a Podemos¡ª para volver a afear a su partido el desmoronamiento exhibido ante sus at¨®nitos votantes. "No se puede consentir la imagen que hemos dado", admiti¨®, toda una llamada de atenci¨®n a los suyos para que dejen de airear sus diferencias.
Est¨¢ por ver que el retorno del l¨ªder logre cauterizar las heridas abiertas y recuperar la ilusi¨®n de los votantes. El acto de este s¨¢bado al menos demostr¨® que Iglesias vuelve cargado de f¨®rmulas imaginativas para ganarse al votante decepcionado.
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