Granada, capital de la marihuana
La Guardia Civil desmantela en la provincia casi una plantaci¨®n casera por d¨ªa
La primera cosecha cubre los gastos. La segunda, por si te pillan. La tercera ya da beneficios. Esa es la pauta de rentabilidad de la marihuana, explica un teniente de la Guardia Civil. Y cada cosecha dura tres meses. Si no hay contratiempos, en seis meses llegan los beneficios. Pero esta ma?ana de marzo, los contratiempos han llegado sin avisar a una vivienda en una localidad del ¨¢rea metropolitana de Granada. Una docena de agentes de la Guardia Civil ha irrumpido en la casa y ha descubierto casi 600 plantas de marihuana. Su llegada ha roto la puerta y la pauta de rentabilidad. Estas macetas ya no dar¨¢n un euro.
El a?o 2018 acab¨® con 123.000 plantas de marihuana intervenidas en la provincia de Granada por la Guardia Civil y 458 personas puestas a disposici¨®n judicial. La producci¨®n de c¨¢?amo en esta zona de Andaluc¨ªa ha alcanzado tales niveles que en algunos lugares hasta ha acarreado serios problemas de suministro el¨¦ctrico a la poblaci¨®n, porque la cantidad de energ¨ªa que consumen las plantaciones caseras provocan frecuentes cortes de luz. ¡°Mucha de la marihuana que se produce en Granada acaba en Holanda, Francia y en otros pa¨ªses de Europa porque las redes de distribuci¨®n de esos pa¨ªses vienen, con camiones incluidos, aqu¨ª a buscar su suministro¡±, explica uno de los investigadores de la Guardia Civil
Todo comienza con un olor o un chivatazo. En este caso, los agentes lo intuyeron por el aroma y comenzaron la investigaci¨®n, explica el agente que la ha dirigido. ¡°Una noche incluso estuvimos por all¨ª de madrugada. No pudimos avanzar mucho porque unos perros empezaron a ladrar y tuvimos que irnos para no delatarnos¡±, cuenta. Antes de empezar la operaci¨®n, hay tranquilidad y buen humor. No parece que en un rato vayan a echar abajo una puerta sin saber seguro qui¨¦n habr¨¢ al otro lado. Los encargados de irrumpir primero en la vivienda son cuatro miembros de una patrulla lince ¡ªequipos itinerantes¡ª de la Unidad de Seguridad Ciudadana. ¡°Abrimos, limpiamos y despu¨¦s entra el resto de compa?eros¡±, resumen. El resto son ocho agentes que se har¨¢n cargo de la incautaci¨®n propiamente dicha. A ellos se unir¨¢n cinco trabajadores del equipo antifraude de Endesa y dos de la empresa de agua. Diecinueve personas y ocho veh¨ªculos en total.
El jefe del equipo distribuye las tareas. Dos tirar¨¢n la puerta abajo con un ariete. Otro entrar¨¢ primero con su escudo antibalas. Y luego, el jefe. Todos, pistola en mano. El a?o pasado, hubo en Granada 341 intervenciones como la de hoy. Y este grupo ya est¨¢ muy experimentado. Llaman tres veces a la puerta de la casa, situada en un callej¨®n estrecho y con apenas 30 metros de largo. Como nadie responde, el ariete entra en acci¨®n. La puerta es met¨¢lica, no se abre f¨¢cil y requiere varios golpes. Finalmente, el primer agente logra cruzar el umbral al grito de ¡°?Guardia Civil!¡± mientras blande su escudo. Pero las precauciones son innecesarias: no hay nadie dentro.
El teniente sale satisfecho. ¡°La casa est¨¢ llena de plantas¡±, dice. No hay nadie porque el sistema est¨¢ totalmente automatizado. Un marcador indica 25? de temperatura y un 15% de humedad. ¡°El due?o solo viene aqu¨ª para regar, es lo ¨²nico que no funciona de modo autom¨¢tico¡±, explica el teniente. El recuento final ser¨¢ de 575 macetas distribuidas en cuatro habitaciones perfectamente pertrechadas para que las cosechas se multipliquen.
Las plantas, en su gran mayor¨ªa, est¨¢n solo a dos o tres semanas de poder ser recogidas. Las de una habitaci¨®n, dicen los agentes, apenas tienen una semana de cultivo. Una cosecha como esa genera aproximadamente 30.000 euros. Por cuatro al a?o, 120.000. En las paredes, a modo de recordatorio, hay anotaciones a l¨¢piz de cu¨¢ndo se cort¨® una cosecha o cu¨¢ndo se plant¨® la otra. Una inscripci¨®n indica que hubo alguna especialmente prol¨ªfica, con un millar de plantas.
Las plantaciones de marihuana bajo techo suelen usar viviendas alquiladas a nombre de alg¨²n testaferro, que solo cobra por dar su nombre. El negocio requiere una inversi¨®n en material el¨¦ctrico y de ventilaci¨®n: aire acondicionado para oxigenar la habitaci¨®n, ventilador para mover el aire, extractores con filtros de carbono para sacar ese mismo aire y que el olor no salga fuera, as¨ª como focos para dar calor. Todos esos componentes se pueden comprar legalmente en tiendas especializadas, desde las semillas a la tierra, pasando por los focos o los extractores. Por dar de alta la luz no hay que preocuparse. Se engancha clandestinamente a la l¨ªnea general y a tirar.
La operaci¨®n sigue su curso. Mientras unos agentes guardan las 30 plantas y las cinco hojas necesarias para que un laboratorio certifique que lo incautado es marihuana, otros, tijeras en mano, cortan todas las dem¨¢s para destruirlas.
Cuando, una hora y media despu¨¦s de salir del cuartel, la Guardia Civil emprende el regreso, aparece una brigada civil para completar el trabajo. Es el equipo antifraude de Endesa, que se afana en hacer las mediciones que prueben que los responsables de la plantaci¨®n han cometido un fraude el¨¦ctrico. Antes de empezar a inutilizar la instalaci¨®n, hay que ponerla a toda potencia para ver qu¨¦ consumo genera. En el caso de la vivienda intervenida en esta operaci¨®n, el medidor indica 110 amperios. ¡°Ese es el consumo de 20 o 30 viviendas normales¡±, dice uno de los trabajadores, que tambi¨¦n ha medido el consumo de las casas aleda?as. Han probado en seis viviendas y en cuatro, la medici¨®n apunta al fraude. Y una, con las ventanas tapiadas y 56 amperios en el marcador, algo m¨¢s que fraude. Pero para entrar en esa casa no hay orden judicial. Habr¨¢ que esperar a otra oportunidad. En Granada nunca faltan: de promedio, casi cada d¨ªa es desmantelada una plantaci¨®n de marihuana.
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