La campa?a de la verg¨¹enza
La obsesi¨®n hacia rival, la frivolidad y la desatenci¨®n al votante definen la carrera del 28A
Al sosiego de la sociedad espa?ola le hubieran convenido dos semanas de reflexi¨®n y un d¨ªa de campa?a, entre otras razones porque la recta final hacia el 28A? ha explorado todas las fronteras de la mediocridad y de la verg¨¹enza. No es f¨¢cil fomentar entre los ciudadanos el entusiasmo hacia la pol¨ªtica cuando los partidos y sus l¨ªderes, cada vez m¨¢s identificados en el modelo cesarista y en los criterios de supervivencia particular, se han obstinado en degradar el h¨¢bitat de la cosa p¨²blica hasta transformarlo en irrespirable.
Puede comprenderse as¨ª la pujanza de antipol¨ªtica y el revanchismo de Abascal, aunque ha sido precisamente Vox el movimiento que m¨¢s ha profanado la campa?a electoral. No solamente desde la v¨ªscera, el crucifijo justiciero y la ebriedad patriotera, sino jact¨¢ndose de amordazar a los medios informativos con el recurso totalitario de las listas negras. Vox quiere devolvernos la libertad y las libertades, pero sus costaleros zarandean la Constituci¨®n cuestionando la libertad de prensa y de opini¨®n en volandas de la turbamulta y de sus profetas medi¨¢ticos.
El extremismo de Abascal requer¨ªa un ejercicio de responsabilidad y de mesura entre las fuerzas ¡°convencionales¡±, pero tan evidente ha sido el esfuerzo de S¨¢nchez por cebar al monstruo de la ultraderecha -que viene, que viene- como desconcertante ha resultado la estrategia mim¨¦tica de Pablo Casado en la asimilaci¨®n de los mensajes oscurantistas.
El nuevo PP de Casado es m¨¢s retr¨®grado y anticuado que el viejo. Y m¨¢s radical. Casado se hab¨ªa puesto las cosas muy dif¨ªciles a s¨ª mismo cuando vincul¨® a Pedro S¨¢nchez con las manos ensangrentadas de ETA, aunque ning¨²n episodio de bochorno y de blanqueo puede equipararse a la impostura de Otegi como expresi¨®n de concordia, llevando en su regazo la serpiente de la paz.
El fantasma del terrorismo forma parte de las extravagancias de una campa?a que se ha centrado en lo superfluo -la conquista de M¨¦xico, los neandertales, las mascotas- y que ha subordinado la sensibilidad al ciudadano al desprecio de rival. Se dir¨ªa que los candidatos conocen mejor el programa ajeno que el propio.
Semejante crispaci¨®n dial¨¦ctica se expuso en el barrizal de los debates televisados. Una conspiraci¨®n contra el silencio del que salieron homologadas la mansedumbre pastoral de Iglesias y la agresividad de Albert Rivera en la apolog¨ªa del teatro de variedades.
Ciudadanos ha descompuesto la campa?a. Ha agitado el sprint final con la declaraci¨®n de guerra al PP y con el secuestro consentido de ?ngel Garrido. No es f¨¢cil proyectar el efecto electoral del sabotaje. De hecho, la gran inc¨®gnita de carrera a las urnas consiste trasladar a la frialdad del marcador la inquietud y el desasosiego de las sensaciones.
Porque la campa?a la ha ganado Vox. No cabe mejor ni peor manera de definirla.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.