El CDR de los jubilados
Veteranos independentistas cuentan ante el tribunal su determinaci¨®n de defender las urnas a toda costa
Desde hace un par de d¨ªas, los testigos de la defensa han aprendido que, despu¨¦s de declarar, pueden permanecer en el sal¨®n de plenos presenciando el espect¨¢culo. As¨ª que, a eso de las once y veinte, el s¨¦ptimo testigo de la ma?ana, Antoni Caralt, un maestro de educaci¨®n especial de Badalona, se dirige al presidente del tribunal:
¨CDisculpe, ?puedo quedarme?
Y Manuel Marchena, con esas maneras de gal¨¢n de Estudio 1 que saca a pasear de vez en cuando, le contesta con una amplia sonrisa:
¨CEncantado si se queda.
El p¨²blico sonr¨ªe por encima de sus prejuicios, y una se?ora de la segunda fila, elegante como para ir de boda, le susurra a las amigas: ¡°Esto es un teatro¡±. El periodista la mira y ella se anima: ¡°Lo de Marchena es un teatro. Esa es mi opini¨®n, pero cr¨¦ame, soy psiquiatra y s¨¦ lo que digo. Eso s¨ª, lo hace bien. Es un buen actor¡±.
La jornada se presenta id¨¦ntica a la del mi¨¦rcoles ¨Cciudadanos que fueron a votar en colegios donde no intervino ni la Polic¨ªa ni la Guardia Civil y que, ante la pasividad de los mossos, se lo pasaron la mar de bien d¨¢ndole cumplimiento a su sue?o pac¨ªfico y democr¨¢tico¨C, pero en esta ocasi¨®n el abogado Jordi Pina introduce dos sorpresas. La primera llega con la testigo n¨²mero cinco, Carmen Baqu¨¦, documentalista del hospital de Vic. Al contrario de lo que contaron ayer y siguen contando hoy los dem¨¢s testigos, a su colegio s¨ª que llegaron a media tarde cinco furgonetas de antidisturbios de los Mossos d¡¯Esquadra, entraron sin mayores complicaciones y se llevaron las urnas. ¡°A la gente le supo mal¡±, recuerda Baqu¨¦ todav¨ªa con pena, ¡°pero no hubo ninguna violencia¡±.
El abogado quiere demostrar in extremis que la mediaci¨®n funcion¨®, aunque sus propios testigos siguen empe?ados en llevarle la contraria. El inform¨¢tico Joan Manuel Andreu, el jardinero Antoni Altai¨® o la jubilada N¨²ria Riera dejan constancia de que si se levantaron a las cinco o las seis de la ma?ana para congregarse por centenares en las puertas de los colegios no era precisamente para negociar con los mossos, sino para dejarles claro, por abrumadora mayor¨ªa, que no les dejar¨ªan entrar en los colegios. La estrategia de Pina, al igual que la de su compa?era Ana Bernaola durante la jornada del mi¨¦rcoles, pretende inocular la idea de que, si no hubiera sido por la actuaci¨®n de polic¨ªas y guardias civiles, la jornada del 1 de octubre de 2017 hubiese sido una jornada festiva y pac¨ªfica en toda Catalu?a. Y, sin embargo, esas declaraciones repetidas ¨C¡°¨¦ramos mucha gente, era imposible que pasaran¡±¨C sugieren un par de preguntas: ?la presi¨®n de 300 personas contra dos agentes de la ley es resistencia pasiva? ?qu¨¦ habr¨ªa pasado si, en vez de apartarse a un rinc¨®n tranquilo, los mossos hubieran intentado cerrar los colegios a toda costa?
La segunda sorpresa que tiene preparada el abogado Jordi Pina es la del ¨²ltimo testigo de la jornada. Nemesio Fuentes, un se?or de pelo blanco, 68 a?os de edad y lazo amarillo en la solapa que cuando el abogado le pregunta por su profesi¨®n, responde:
¨CSoy polic¨ªa nacional jubilado.
Ah¨ª es nada. Con el ah¨ªnco de los conversos, el exagente detalla las perrer¨ªas que sus excompa?eros de la Guardia Civil cometieron al llegar al instituto de Vilatorrada:
¨CGolpearon a todo el que hab¨ªa. Mis tres hijos estaban en el patio, y a los tres les agredieron. Lleg¨® un guardia con un mazo, empez¨® a golpear la puerta, si hubiera preguntado se le pod¨ªa haber dicho que se abr¨ªa hacia el otro lado.
¨C?Y la gente insult¨® a los agentes?
¨CBueno, los insultos normales. Hijos de puta, cabrones¡
La gente se r¨ªe y la agente judicial ordena silencio en la sala. Pero es l¨®gica la alegr¨ªa. Nemesio, como su nombre indica, es un soldado robado al enemigo. Y esto es muy importante en una guerra que pill¨® a muchos con la jubilaci¨®n cumplida, cuando ya cre¨ªan que hab¨ªan librado todas las batallas. Independentistas de toda la vida que ya ten¨ªan asumido que se ir¨ªan al otro barrio sin ver su sue?o cumplido descubrieron aquel oto?o que tal vez no todo estaba perdido. Se organizaron con los de su quinta. Se convirtieron en el CDR de los jubilados. Y, como Venanci Saborit, se levantaron a las cinco y media de la ma?ana y fueron de un colegio a otro en busca de algo que hacer. Hoy est¨¢ aqu¨ª, ante el tribunal, con la decepci¨®n de que Marchena no le ha dejado terminar su proclama patri¨®tica y las acusaciones no le han hecho ninguna pregunta. Se queda a la puerta del tribunal solo, desolado, pregunt¨¢ndole a los testigos que van saliendo:
¨C?A ti tampoco te ha preguntado el fiscal?
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