Ay, Carmena
La alcaldesa perder¨¢ Madrid ante la suma de los tres partidos de derechas
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Cuentan sus m¨¢s estrechos colaboradores, una variopinta tropa entre mileniales y sesentones, que Manuela Carmena es testiga. Y que como la inmortal Chus Lampreave en la m¨ªtica escena de Mujeres al borde de un ataque de nervios, no podr¨ªa mentir aunque quisiera porque su religi¨®n se lo proh¨ªbe. Que a la jefa se le nota todo a la legua, vamos. Y lo cierto es que a la se?ora alcaldesa se le ha notado todo, todito, todo esta campa?a. La mirada de abuela clueca con su delf¨ªn ??igo Errej¨®n en los m¨ªtines. La cara de ¡°Ay, Se?or, ll¨¦vame pronto¡± que pon¨ªa en los debates escuchando seg¨²n qu¨¦ salidas del tiesto de sus adversarios pol¨ªticos. Y el rictus de yo no quer¨ªa, pero me lo han pedido de rodillas y si hay que presentarse, se presenta una. Pero si algo se le transparentaba del todo este domingo por la noche, en la hora de la verdad de las urnas, era su ambivalente semblante entre la l¨®gica desolaci¨®n por los suyos y, quiz¨¢, solo quiz¨¢, el alivio por ella misma. Y es que en cuatro horas hab¨ªa pasado, ay, de alcaldesa a abuela jubilada al solo conseguir con M¨¢s Madrid 19 concejales.
Primorosamente vestida de medio luto de lunares en blanco y negro, con un bolso tama?o capazo de playa colgado de la mu?eca izquierda, compareci¨® Carmena ante los medios bien pasada la media noche rodeada de todo su equipo. R¨ªmeles corridos, caras descompuestas, ojos bajos, rictus l¨ªvidos, hab¨ªa l¨¢grimas contenidas en todos los ojos menos en los suyos. A Errej¨®n solo le faltaba soltar un puchero. Rita Maestre los hab¨ªa soltado, seguro. In¨¦s Saban¨¦s, quiz¨¢ por veterana en noches aciagas, parec¨ªa de las m¨¢s serenas. Nadie, sin embargo, tan entero como la presunta ganadora, finalmente, derrotada.
Ocurri¨® como ocurre siempre en las noches electorales. Las expectativas iniciales de las encuestas van calentando o enfriando el ambiente de los cuarteles generales de los partidos seg¨²n va avanzando el escrutinio y, o bien se instala entre el gallinero un guirigay de verbena, o un silencio de velatorio. A veces, ambas cosas al tiempo. Y eso sucedi¨® este domingo por la noche en el Espacio Harley, el local entre castizo e hipermoderno, pegado a la plaza de Las Ventas donde M¨¢s Madrid convoc¨® a los medios para seguir el recuento. La noche empez¨® como empiezan las v¨ªsperas de las grandes noches. Todos esperando a Carmena como quien espera a la ganadora de la contienda. Luego, el ambiente empez¨® a espesarse, los ¨¢nimos a nublarse y los cronistas a cambiar los titulares de sus cr¨®nicas a destajo seg¨²n iba cambiando el escenario, sill¨®n municipal arriba, sill¨®n municipal abajo. Y pas¨® que la fiesta mut¨® en funeral en media hora.
Para entonces, el rancho de batalla ¡ªvasitos de cocido madrile?o, obviamente, s¨¢ndwiches de fuagr¨¢s, caf¨¦ de c¨¢psulas y galletas de supermercado, que M¨¢s Madrid anda tieso de fondos¡ª languidec¨ªa en las bandejas al tiempo que languidec¨ªan las esperanzas de los convocantes, reunidos en c¨®nclave en el piso de arriba mientras pensaban qu¨¦ cara poner ante las c¨¢maras. Todos menos, quiz¨¢, Carmena. Ella, como es testiga y no miente, se limit¨® a poner cara de circunstancias.
Hab¨ªa dejado dicho antes y durante la campa?a que, si no era alcaldesa, se jubilaba. Tiene 75 a?os. No est¨¢ para tonter¨ªas. Y, o gestiona Madrid, o se retira tan ricamente a sus aposentos a vivir la vida de jubilosa jubilada que dej¨® aparcada hace cuatro a?os. Que su antigua oposici¨®n est¨¢ brindando con licor de Madro?o es cosa segura, pero tambi¨¦n que hay quien se alegra de su vuelta a la rutina en su entorno m¨¢s cercano. Igual, pasado el duelo inicial, lo celebra hasta ella misma. Por cierto, la corrida de este domingo en Las Ventas era de rejones. Errej¨®n tampoco sali¨® por la puerta grande.
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