Los doce del apocalipsis del ¨²ltimo d¨ªa
Aunque han llegado a las ¨²ltimas consecuencias sin ni siquiera haber querido llegar a las primeras, los acusados se crecieron en la cita trascendental con proclamas ¨¦picas y mesi¨¢nicas
Si uno llega al juicio del proc¨¦s por primera vez justo el ¨²ltimo d¨ªa nota a todo el mundo muy cansado. Es decir, como fuera, pero peor. Mientras fuera la vida sigue, aqu¨ª contin¨²an atascados en aquello que pas¨®, d¨¢ndole vueltas, a ver qu¨¦ pas¨®. Un psicodrama familiar. Lo m¨¢s curioso es que la defensa de los que entonces quer¨ªan liar la mundial es: hombre, no fue para tanto. Eso desconcierta al reci¨¦n llegado, pero los veteranos explican que esa es la l¨ªnea: si es que yo no quer¨ªa.
Dentro de la sala ocurre algo que no s¨¦ si se ha dicho: es complicado no dormirse. Lo farragoso de los detalles, el aire acondicionado silencioso, la l¨¢mpara de ara?a, producen un efecto anest¨¦sico, de asepsia legal que todo lo congela, los ¨¢nimos, las tonter¨ªas. Las caras son como en una misa largu¨ªsima de esas donde se va obligado. Es que el Supremo fue un convento. La ley habla, todos callan. Hasta aqu¨ª ha llegado el proc¨¦s, al ser llevado a sus ¨²ltimas consecuencias. Pero si ni siquiera quisieron llegar a las primeras consecuencias, c¨®mo iba a pensar esta gente en llegar a las ¨²ltimas, al d¨ªa de ayer. Con todo, los doce acusados, como doce ap¨®stoles ¡ªcon Judas y todo, Santi Vila¡ª, se engrandecieron en la cita trascendental, como una peque?a comunidad pentecostal del apocalipsis del ¨²ltimo d¨ªa.
¡°Vamos a evitar la iron¨ªa introductoria¡±, es una de las frases de Marchena que la prensa ha plasmado en una antolog¨ªa de seis chapas que celebra el fin del juicio. Adem¨¢s de servir de consejo para cr¨®nicas, este esp¨ªritu descarnado ha presidido el juicio, una operaci¨®n de desnudo de enso?aciones. El letrero que indica en el Supremo el camino a la sala le da nombre a eso que pas¨®: ¡°Causa Especial 3/20907/2017¡±. La aridez a la que ha acabado reducida la cuesti¨®n se comprende mirando t¨ªtulos de la biblioteca, donde trabajan los periodistas: tochos del tipo 1700 dudas sobre la ley de lo contencioso administrativo.
O¨ªdas las ¨²timas defensas, Marchena parec¨ªa sarc¨¢stico al preguntar a los acusados: ¡°?Tiene usted algo que a?adir?¡±. C¨®mo no,era el ¨²ltimo discurso para la posteridad. Todo del g¨¦nero pol¨ªtico-sentimental. Los siete jueces les miraban imperturbables, las proclamas les resbalaban y se pod¨ªan o¨ªr sus rueditas mentales descartando todo por carecer de base jur¨ªdica. Junqueras, que fue breve ¡ªminuto uno, cita de Petrarca; minuto dos, referencia a sus convicciones cristianas¡ª; Forcadell, estrictamente legal; y Vila, melanc¨®lico ¡ª¡°?C¨®mo hemos podido llegar a este punto?¡±¡ª se mantuvieron en los l¨ªmites de la prosa. Vila, el traidor a la causa, esgrimi¨® un argumento irrebatible para demostrar que aquello no estuvo planeado: ¡°Pues para saber d¨®nde quer¨ªamos llegar qu¨¦ mal lo hicimos¡±. Pero los abogados de los dem¨¢s acusados, que se entregaron a la l¨ªrica, podr¨ªan perfectamente estar plante¨¢ndose un suicidio colectivo; destrozaban sus arquitecturas racionales de defensa. Aunque algunos abogados tampoco pudieron contener las l¨¢grimas en esta peripecia humana-nacional que toca a su fin. Una vez m¨¢s, una chapa con frase de Marchena sirve para aterrizar: ¡°La fiebre no tiene trascendencia jur¨ªdica¡±.
Pero hab¨ªa algo ¨¦pico en este grupo de trapisondistas, incluso simp¨¢ticos, a los que les ha ca¨ªdo encima una tonelada de peso de la ley, y a quienes la c¨¢rcel ha convertido en personajes tr¨¢gicos. Todos segu¨ªan en su pel¨ªcula, sorprendidos, sin entender por qu¨¦ estaban ah¨ª, si son hombres de buena fe y dem¨®cratas como la copa de un pino. Romeva reproch¨® a los jueces no empatizar con dos millones de personas que, es m¨¢s, asegur¨® que en realidad estaban sentadas all¨ª. Turull, emocionado en varios momentos, dijo que ha dedicado a la pol¨ªtica los mejores a?os de su vida, que quiz¨¢ tambi¨¦n vayan a ser los peores. Pero es verdad que todo este l¨ªo les ha hecho parecer a todos mejores de lo que son, e incluso a los letrados, como dijeron varios, mejores personas incluso que abogados. Turull proclam¨®: ¡°Somos meros instrumentos del clamor de Catalu?a¡±. Una especie de ap¨®stoles de una corriente amorosa. Casi ninguno estaba en la sala, estaba en otro sitio. En la historia, en el relato que se contar¨¢ a los nietos, saliendo en la tele. Es m¨¢s, Dolors Bassa dijo desconfiar de los libros de historia y que la de verdad se cuenta por transmisi¨®n oral de los ancestros, dentro de la leyenda. Est¨¢n prohibidos los lemas en la sala, pero hab¨ªa uno en su cuaderno: ¡°Dream travel repeat¡± (algo as¨ª como repite el viaje de los sue?os).
En este fin de fiesta tan triste, es para recordar ?y la CUP? Eran los m¨¢s contentos el d¨ªa de la independencia, entre los rostros de funeral de los dem¨¢s, los que est¨¢n aqu¨ª. Menos Cuixart, justo es decirlo. Mesi¨¢nico, era el m¨¢s feliciano, casi encantado de estar en la c¨¢rcel si sirve a la causa, lo dijo tal cual. Fue el ¨²nico que dijo que sab¨ªa lo que hac¨ªa. Dejando en evidencia al resto, que vienen a decir que si pudieran volver atr¨¢s se lo pensar¨ªan mejor. Esa es la pregunta que queda en el aire, si esto servir¨¢ para algo, si la sentencia dejar¨¢ una herida, o una lecci¨®n, o ambas cosas, y cu¨¢nto durar¨¢n. Y ahora qu¨¦. Cuixart, el m¨¢s mesi¨¢nico, concluy¨® con una profec¨ªa: advirti¨® que ¡°el dolor termina siendo socializado¡±. En estos cuatro meses de pragmatismo forzado un independentista confiesa en privado que estos meses en Madrid le han hecho comprender algunas cosas del otro lado. Quiz¨¢ si la mitad del juicio se hubiera celebrado en Barcelona habr¨ªa pasado tambi¨¦n al contrario. Y ayer la vista podr¨ªa haber sido a medio camino, en Los Monegros: en el desierto de lo real, como en la verdadera cara del mundo id¨ªlico de Matrix. A las 19.02, ¨²ltima frase de Marchena, sin rodeos: ¡°Visto para sentencia, abandonen la sala¡±.
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