Fren¨¦tico pulso por el trono ¡®indepe¡¯

Atropellados por la insania fan¨¢tica, 16 ciudadanos de todo el mundo fallecieron s¨²bitamente hace dos a?os en la Rambla de Barcelona y en Cambrils por un atentado del terror yihadista. Este s¨¢bado se les recordar¨¢ con afecto. Pero sin prosopopeya. Un acto breve, un protocolo escueto, una clamorosa ausencia de discursos. Y es que aquella tragedia se acompa?¨® de un drama menor pero persistente: la desaz¨®n pol¨ªtica, el intento de aprovechar la desgracia ajena para desprestigiar el orden vigente.

El 17-A se troc¨® por azar en preludio del oto?o levantisco y convulso de la pol¨ªtica catalana: las leyes de desconexi¨®n, el refer¨¦ndum ilegal, la ef¨ªmera proclamaci¨®n de la rep¨²blica. Pero entonces el bloque independentista marcaba la pauta sin temblores.

Su pauta era triple: unilateralismo para ultimar la secesi¨®n; radicalismo excluyente de dudosos y desafectos; unidad del secesionismo, con su exigua ventaja en esca?os carente de mayor¨ªa en votos (47,7%). Esa unidad estaba patrocinada por las sociedades de agitaci¨®n soberanista, Assemblea Nacional Catalana (ANC) y ?mnium Cultural (OC).

Aquella movida multiforme la dirig¨ªan a trompicones, pero con energ¨ªa, los l¨ªderes postconvergentes del PDeCat, Artur Mas (hoy condenado por desobediencia) y Carles Puigdemont (huido a Waterloo). La pujante Esquerra Republicana (ERC) de Oriol Junqueras se doblegaba ante ese liderazgo tildado de burgu¨¦s: listas conjuntas, rol segund¨®n en los Gobiernos de coalici¨®n... De todo aquello no queda nada. La unidad se reemplaz¨® por la fractura total y por la infructuosa llamada a la unidad perdida.

Y el impulso de ANC y OC como influencers de esa unidad del proc¨¦s dio paso al descr¨¦dito de ajenos, y a cuantiosas bajas propias, mantenidas en sordina. Los l¨ªderes quedaron velados en la c¨¢rcel, y por la fuga. O por la desafecci¨®n. Exconsellers de Esquerra (Anna Sim¨®, Josep Huguet) anuncian que no ir¨¢n a la Diada de la ANC, que califican como ¡°aquelarre¡± antipartidos. ¡°Ser¨¢ positivo si los profesionales de la pol¨ªtica recuperan su papel, es un requisito de la normalizaci¨®n¡±, apunta el secretario de organizaci¨®n socialista, Salvador Illa.

Un dirigente del PDeCat: ¡°La lucha entre Puigdemont y Junqueras es descarnada"

Y as¨ª, la unilateralidad cede paso al pragmatismo. La radicalidad, a la centralidad algo moderantista. La unidad se esfum¨®: ahora se llama competencia por el poder. La clave desde el 17-A es la lucha despiadada por la hegemon¨ªa indepe, entre el mundo postconvergente y ERC, con la radical Candidatura d'Unitat Popular (CUP) como convidada de piedra pero siempre jaleada por el inane president Quim Torra.

Como confiesa desde la intimidad a este diario un dirigente del PDeCat, ¡°la lucha entre Puigdemont y Junqueras es descarnada, feroz y salvaje¡±. El fugado reniega de Roger Torrent (ERC), titular del Parlament, por vedarle repetir como candidato a president.

Y Junqueras cree que su cercan¨ªa al mill¨®n de votos en las legislativas ¡ªdobl¨® a los convergentes¡ª le acredita m¨¢s futuro; esteriliza la victoria p¨ªrrica del fugado en las europeas, y le mandata para ¡°amortiguar¡± las aristas del proc¨¦s, convencido de que las heroicidades, si suponen enviar a m¨¢s j¨®venes a la c¨¢rcel, son est¨²pidas.

Nada se entiende de Catalu?a si se ignora la dureza de ese fren¨¦tico y ag¨®nico pulso por la hegemon¨ªa del independentismo que libran ambos. Y por ende, por el liderazgo de Catalu?a. Y de rebote, por encarnar la influencia catalana en toda Espa?a (el Estado, la llaman), como se vio en sus escaramuzas cruzadas ante la investidura fallida de Pedro S¨¢nchez.

Frente a ERC se perge?a una alternativa desde la postconvergencia

El no del PDeCat y el quiz¨¢ abstencionista de ERC simbolizan el unilateralismo reincidente (¡°ho tornarem a fer¡±, lo volveremos a hacer) y una inclinaci¨®n al compromiso. ERC est¨¢ mejor compuesta para la carrera hacia la centralidad que suceder¨¢ a la de la radicalidad: solo el 9% de los catalanes apuesta por la unilateralidad, seg¨²n revela la ¨²ltima encuesta de la Generalitat. Y no es art¨ªculo de fe que la reacci¨®n a la sentencia (desconocida) de los 12 procesados en Supremo ¡°sea insurreccional¡±, augura un dirigente del PDeCat. ¡°No es seguro que sirva para recomponer su unidad estrat¨¦gica¡±, coincide otro del PSC.

En esa carrera, el pragmatismo de Esquerra lleva ventaja, demosc¨®pica y discursiva. Pero algunos recelan: fueron los de Junqueras quienes abocaron a la declaraci¨®n de independencia del 27-O neg¨¢ndose a convocar elecciones; quienes frustraron los presupuestos del PSOE; quienes abortaron el aterrizaje de Miquel Iceta a la presidencia del Senado.

Frente a ERC se perge?a una alternativa desde la postconvergencia. Si Puigdemont acaba de cortar amarras con su antiguo partido, dirigido por el joven David Bonveh¨ª con apoyo de todos los moderados (Merc¨¨ Conesa, Ferran Bel, Marta Pascal, Carles Campuzano...), ¡°nuestro posibilismo inspirado en el PNV se impondr¨¢ a su legitimismo aplaudido por la CUP¡±; y Artur Mas ¡°tendr¨¢ que elegir: su mayonesa de consenso es imposible, Puigdemont solo piensa en ¨¦l¡±, aduce ese sector, el menos ruidoso y quiz¨¢ el m¨¢s efectivo: ha pactado con el PSC la Diputaci¨®n de Barcelona.

La batalla se acelera. ERC se va de Congreso el 15 de septiembre. El PDeCat celebra su conferencia el 20 de septiembre. Y en medio, otras peripecias, la Diada, la nueva investidura o las urnas; los presupuestos catalanes o su segunda pr¨®rroga; el eventual adelanto de elecciones auton¨®micas. Cu¨¢nto fragor.