Los inmigrantes del ¡®Open Arms¡¯: ¡°En 25 a?os he gastado las fuerzas de un hombre de 80 a?os¡±
Ali Maray, 25 a?os y estudiante de Ingenier¨ªa, es uno de los rescatados del buque de la ONG espa?ola
Le falta un cuatrimestre para ser ingeniero. Tiene 25 a?os. Habla cuatro idiomas. Solo piensa en terminar sus estudios. Y hasta ah¨ª llega todo parecido con una vida normal y arranca una peripecia que es una especie de m¨¢quina de novelar: Ali Maray naci¨® cerca de Homs, en Siria, y huy¨® a la desesperada de la guerra que lleva ocho a?os devastando su pa¨ªs. De la noche a la ma?ana se vio obligado a emigrar a Sud¨¢n, escap¨® de un golpe de Estado ¡ªel pasado abril¡ª, fue estafado y maltratado en Libia, tom¨® la decisi¨®n desesperada de cruzar el Mediterr¨¢neo en una barcaza para labrarse un futuro al otro lado. Naufrag¨® y fue rescatado por el Open Arms: en la cubierta de ese buque ha pasado 18 largos d¨ªas bloqueado. Fue evacuado por fuertes mareos un d¨ªa antes de que la nave atracara finalmente el martes por la noche en el puerto de Lampedusa. Capaz de recordar con una sonrisa toda esa historia, Maray se autoimpone mirar hacia delante. ¡°Nunca quise ser un refugiado, es una palabra dura para m¨ª¡±, dice en ingl¨¦s.
El Mediterr¨¢neo fue una opci¨®n desesperada, casi de ¨²ltima hora, en la odisea de Ali. Esa es casi la t¨®nica de su vida: al cumplir la mayor¨ªa de edad, en Siria, el Ej¨¦rcito y los paramilitares trataron de reclutarlo, pero consigui¨® librarse por los pelos, gracias a permisos de estudio. Los combates empezaron a estar a la orden del d¨ªa en 2011: ¡°?Puedes imaginar que la gente de este edificio comienza a disparar a la de este otro y empiezan el fuego cruzado en cualquier momento?¡±, dice mientras se?ala a un lado y a otro de una calle del centro de Lampedusa. Un atentado suicida lo dej¨® dos semanas inconsciente en el hospital. En otra ocasi¨®n dos coches bomba estallaron enfrente de la casa de su hermana, ¡°en un barrio considerado seguro¡± de Homs. ¡°En mi ciudad perd¨ª a m¨¢s de 25 amigos y a m¨¢s de 100 personas conocidas¡±, relata.
Decidi¨® huir de aquel infierno. Compr¨® un billete de avi¨®n y se traslad¨® a Sud¨¢n, ¡°el ¨²nico pa¨ªs para el que no necesitaba un visado¡±. Lo hizo solo, con 23 a?os; sus padres son mayores y sus dos hermanos tienen hijos y prefirieron no seguirle. Trat¨® de continuar all¨ª sus estudios de Ingenier¨ªa, busc¨® becas para la universidad, no las encontr¨® y comenz¨® a trabajar como electricista, de ocho de la ma?ana a seis de la tarde, y como camarero. Las cosas se complicaron cuando comenzaron las revueltas, antes de que el ej¨¦rcito diera el golpe de Estado que forz¨® la ca¨ªda del dictador Omar al Bashir. Alguien le recomend¨® escapar a la vecina Libia, aparentemente de forma legal. ¡°Decid¨ª llamar a esa puerta, buscar trabajo all¨ª o tratar de solicitar asilo despu¨¦s en Canad¨¢¡±. Pag¨® unos 800 euros por un traslado por tierra. ¡°Cuando llegamos, nos quitaron los pasaportes y nos metieron en camiones, sin luz, para llevarnos a Tr¨ªpoli¡±.
Se dirig¨ªa a la capital para encontrarse con su primo, con quien ha compartido traves¨ªa en el Open Arms. El viaje dur¨® casi cinco meses. ¡°Las personas que nos llevaban pegaban a la gente, nos ped¨ªan dinero constantemente, si no pagabas a veces torturaban con descargas el¨¦ctricas¡±, cuenta. ¡°La vida en Libia no vale nada; no eres nadie¡±, a?ade. Su primo vendi¨® su casa y ¨¦l invirti¨® todos sus ahorros para escapar de all¨ª cruzando el Mediterr¨¢neo. ¡°Me dije: ¡®prefiero morir un d¨ªa en el mar que morir todos los d¨ªas¡¯¡±. Les prometieron agua, comida y un viaje c¨®modo, pero al subir a la precaria embarcaci¨®n no encontraron nada de eso. ¡°Cuando nos alejamos de la costa las olas cada vez eran m¨¢s fuertes, empezamos a perder gasolina y la barca empez¨® a hacer aguas. Entonces vimos al Open Arms: me asust¨¦ porque pens¨¦ que eran guardacostas libios¡±. Lleg¨® agotado al buque humanitario. "Me derrumb¨¦. En 25 a?os he gastado las fuerzas de un hombre de 80 a?os¡±.
En medio de esa conversaci¨®n con El PA?S se oficializa el desembarco inminente por orden de la fiscal¨ªa de Agrigento. ¡°?Ahora? ?De verdad?¡±, pregunta, consciente de que la resoluci¨®n de la crisis del Open Arms no entraba en los planes de casi nadie. El giro del fiscal de Agrigento, Luigi Patronaggio, pill¨® al buque de la Marina espa?ola camino de la isla de Lampedusa para recoger a los migrantes y llevarlos a Espa?a. ¡°Lo hemos conseguido. Ahora estamos aqu¨ª¡±, acierta a decir.
La ONG difundi¨® la noche del martes un v¨ªdeo en el que se ve c¨®mo los 83 inmigrantes que a¨²n quedaban a bordo del buque celebran que en unos minutos estar¨ªan en tierra. Maray busca a su primo ¡°No s¨¦ si aparecer¨¢, no le gustan las c¨¢maras¡±, dice. Se dirige al puerto para recibirlos. Cuando el enorme buque comienza a aparecer lentamente por el horizonte en el fondeadero de Lampedusa, se lanza a aplaudir, como un peque?o grupo de personas que se ha concentrado en el muelle para dar la bienvenida al Open Arms. Mientras el barco maniobra para atracar, desde dentro lo reconocen, gritan su nombre. Saca el m¨®vil del bolsillo y graba un v¨ªdeo para envi¨¢rselo a la familia de uno de los j¨®venes e informar de que est¨¢ a salvo. ¡°Preg¨²ntame ahora: ahora vuelvo a estar vivo¡±, dice sonriente.
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