Las dos potencias del sur de Europa se dan la espalda
La ¨²ltima cumbre para la inmigraci¨®n en Malta confirma las dificultades hist¨®ricas para cooperar entre Espa?a e Italia pese a compartir se?as culturales y desaf¨ªos pol¨ªticos
Un hilo com¨²n conecta dos desencuentros del pasado reciente entre Espa?a e Italia, las dos potencias del sur de Europa. En 1996, el entonces presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, se apresur¨® a contar al influyente Financial Times que su hom¨®logo, Romano Prodi, le pidi¨® que Espa?a retrasase la entrada en el euro y que lo hiciese junto a Italia, para suavizar los criterios de Maastricht. La an¨¦cdota abonaba la imagen de una Espa?a avanzada, en disposici¨®n de perdonarle la vida a una Italia que no hab¨ªa hecho los deberes para entrar en la uni¨®n monetaria. Prodi lo neg¨® con rotundidad. ¡°Aznar me la jug¨® y cont¨® esa gran mentira¡±, replic¨® el italiano a EL PA?S en octubre de 2018.
M¨¢s de 20 a?os despu¨¦s, la falta de entendimiento entre los dos Estados ha tomado forma de fricci¨®n migratoria. La cumbre que celebraron varios pa¨ªses europeos la semana pasada en Malta alumbr¨® un germen de reparto de migrantes rescatados en el Mediterr¨¢neo en el que no participa Espa?a. El Ejecutivo de Pedro S¨¢nchez considera que la f¨®rmula fue ideada casi exclusivamente para afrontar los problemas italianos.
Ambos episodios ilustran con nitidez la tortuosa convivencia y, sobre todo, la desconfianza que ha caracterizado hist¨®ricamente la relaci¨®n hispano-italiana. Pese a la proximidad cultural y la identificaci¨®n de retos compartidos, Italia sigue considerando impensable tratar como un igual a Espa?a y tejer alianzas con sus l¨ªderes. En la diplomacia espa?ola, por su parte, persiste el convencimiento de que el tantas veces invocado ¡ªy nunca materializado¡ª sorpasso econ¨®mico se acerca y que resulta m¨¢s rentable pactar con el eje francoalem¨¢n que cultivar la relaci¨®n italiana. ¡°No existen grandes problemas entre los dos pa¨ªses, pero no se ha alimentado la relaci¨®n entre ambos. Es una l¨¢stima porque vamos perdiendo muchas oportunidades. Si Italia y Espa?a se juntaran ser¨ªan un peso en fort¨ªsimo en la zona euro¡±, reflexiona el embajador italiano en Espa?a, Stefano Sannino.
El bucle entre Madrid y Roma ha congelado durante a?os las relaciones sure?as (no se celebra una cumbre bilateral desde 2014) y ha complicado el acercamiento a cuestiones cruciales como la inmigraci¨®n, que solo puede abordarse conjuntamente. Las relaciones se agriaron en la ¨²ltima etapa del anterior Gobierno italiano, con el protagonismo de Matteo Salvini como cara dominante de la coalici¨®n. Tampoco durante el mandato de Matteo Renzi, que mantuvo mala relaci¨®n con Mariano Rajoy, las relaciones superaron el fr¨ªo glaciar. En el pa¨ªs transalpino ¡°hay un cierto complejo de ver a un pa¨ªs que antes de 1977 no era democr¨¢tico y que ahora ha alcanzado a Italia¡±, opina el diputado del socialdem¨®crata Partido Democr¨¢tico (PD) y experto constitucionalista Stefano Ceccanti. ¡°Pero es un error, porque el hecho de que Espa?a entrase en el euro empuj¨® a Italia a hacerlo. Y eso ha sucedido con m¨¢s cosas. No tiene sentido vivir de espaldas esta relaci¨®n¡±, apunta Ceccanti, gran conocedor de Espa?a.
El nacimiento del nuevo Gobierno italiano y el peso recuperado por el PD en Italia y en Europa, opinan fuentes diplom¨¢ticas italianas, abre un nuevo escenario que convendr¨ªa aprovechar. La semana pasada, el ministro del Interior espa?ol, Fernando Grande-Marlaska, se reuni¨® con su hom¨®loga, Luciana Lamorgese. Sucedi¨® solo 10 d¨ªas despu¨¦s de haber tomado posesi¨®n en el cargo y tras 14 meses de incomunicaci¨®n con su predecesor, Matteo Salvini. Este lunes, el secretario de Estado para la Uni¨®n Europea, Marco Aguiriano, mantendr¨¢ en Roma un encuentro con el ministro para Asuntos Europeos, Vincenzo Amendola. Entre otros asuntos, abordar¨¢n las negociaciones para el pr¨®ximo presupuesto de la Uni¨®n Europea.
Alfonso Dastis, exministro de Exteriores y actual embajador en Roma, cree que este tipo de reuniones abren la puerta a una nueva din¨¢mica de entendimiento. ¡°La relaci¨®n sigue teniendo margen de mejora. El cambio de Gobierno puede ayudar, pero esperemos que la situaci¨®n de interinidad no lo frene. Hay que pelear para establecer algo que las condiciones objetivas e intereses comunes dir¨ªan que viene dado, pero que no es exactamente as¨ª. Ahora veo una oportunidad para que pueda haber otra cumbre bilateral. Depender¨¢ tambi¨¦n de c¨®mo vayan las cosas en Espa?a¡±, se?ala en referencia a las pr¨®ximas elecciones de noviembre.
Donde m¨¢s se evidencia esa falta de cooperaci¨®n, en el tablero europeo, un elemento esencial marca la diferencia. Italia es pa¨ªs fundador del proyecto comunitario (primero en la Comunidad Europea del Carb¨®n y del Acero; m¨¢s tarde, en los Tratados de Roma, que aluden de manera elocuente a la capital italiana). Espa?a, en cambio, se incorpor¨® en la tercera oleada de ampliaciones, en 1986. Italia no puede dejar de mirar a Espa?a como una especie de hermana peque?a, sin trayectoria suficiente para liderar en Bruselas.
Al igual que Dastis, la exministra Ana Palacio aboga por ampliar el espectro de alianzas. ¡°Los intereses de Espa?a son variados. Las relaciones con Francia y Alemania son importantes, pero tenemos que cultivar otras. Italia es un caso paradigm¨¢tico porque tenemos en com¨²n el reto del Mediterr¨¢neo, aunque en ese ¨¢mbito haya tambi¨¦n intereses que no son completamente coincidentes¡±, reflexiona.
Europa no es el ¨²nico ¨¢mbito en el que Italia juega con ventaja. El pa¨ªs mantiene una relaci¨®n privilegiada con Estados Unidos, en buena medida porque alberga la mayor presencia militar estadounidense en el continente (incluido armamento nuclear). Espa?a, por su parte, atesora un v¨ªnculo especial con Am¨¦rica Latina, aunque le cuesta capitalizarlo en la pol¨ªtica comunitaria.
Un diplom¨¢tico de larga trayectoria se retrotrae a la ¨¦poca de dominaci¨®n de la Corona de Arag¨®n en el sur de Italia para explicar la rivalidad y el recelo con que los italianos perciben a Espa?a. Es la tesis de la historiadora Carmen Iglesias, que cita al tambi¨¦n historiador Sverker Arnoldsson para defender que la llamada leyenda negra que persigue a Espa?a no germin¨® en Holanda, sino en Italia. ¡°Son refractarios a cooperar con nosotros. Nos temen y nos empujan hacia abajo¡±, resume el diplom¨¢tico espa?ol.
El espejismo de la renta por habitante
Antes de los desencuentros m¨¢s recientes, la relaci¨®n pol¨ªtica entre Espa?a e Italia qued¨® muy marcada por el llamado sorpasso que anunci¨® Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero en 2007. El entonces presidente proclam¨® este hito en pleno auge del pa¨ªs. Se trat¨® de una ilusi¨®n estad¨ªstica, m¨¢s tarde corregida por la dureza de la crisis en Espa?a, que revis¨® a la baja las cifras espa?olas recogidas por Eurostat, la agencia estad¨ªstica comunitaria. El PIB per c¨¢pita, la magnitud que mejor mide la fuerza econ¨®mica de un pa¨ªs seg¨²n su peso demogr¨¢fico, pareci¨® superar en Espa?a los niveles italianos.
Vista hoy, la serie solo logr¨® acercar los dos indicadores en ese periodo de bonanza. En la actualidad, la distancia es salvable, pero indiscutible: 25.700 euros anuales per c¨¢pita en el caso de Espa?a; 29.100 en el de Italia, seg¨²n cifras de 2018.
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