Los 2.000 j¨®venes que tratan de sembrar el caos cada noche en Barcelona
La polic¨ªa detecta un incremento de la ¡°violencia organizada¡± a manos del independentismo revolucionario, ¨¢cratas y estudiantes indignados
Se les puede ver en la primera l¨ªnea, buscando el cuerpo a cuerpo con la polic¨ªa. Van tapados, algunos usan casco y coderas, se comunican por radio y no se arredran ante casi nada. Son los 500 antisistema, que la polic¨ªa divide entre militantes del independentismo revolucionario y ¨¢cratas, la mayor¨ªa j¨®venes, que est¨¢n al frente de los disturbios que desde el lunes tienen su epicentro en Barcelona. Este n¨²cleo cuenta con un refuerzo de otros 1.500 que se suman a los altercados.
¡°Nunca hab¨ªamos vivido semejante violencia contra nosotros¡±, aseguran fuentes policiales. El viernes mantuvieron una batalla campal contra la polic¨ªa que dur¨® m¨¢s de siete horas, hasta que se us¨® la tanqueta de agua de los Mossos, a modo de cami¨®n que abr¨ªa camino derribando las barricadas, para desalojarlos. Han lanzado a los agentes c¨®cteles molotov, bolas de acero, botellas con ¨¢cido, canicas con tirachinas y pirotecnia diversa, tambi¨¦n contra el helic¨®ptero. Tambi¨¦n han quemado un millar de contenedores. No tienen miedo a las pelotas de gomaespuma (foam) que tiran los Mossos, menos lesivas que las de la polic¨ªa (de goma), que tampoco les dispersan. Es la peor crisis de seguridad que han vivido nunca los Mossos y ha sobrepasado las previsiones de todos los cuerpos policiales, igualmente sorprendidos por tan alta agresividad.
Exhaustos, los antidisturbios se relevaban el viernes en la primera l¨ªnea de la plaza de Urquinaona, con contenedores ardiendo en forma de barricada entre ellos y los alborotadores. El material se iba agotando y los agentes gritaban entre ellos desesperados. Ni los botes de gases lacrim¨®genos les deten¨ªan. ¡°Iban a matarnos¡±, afirman fuentes policiales, que recibieron una lluvia de adoquines y de bolas de acero que les golpearon los cascos y les rompieron escudos. En la plaza tomada se pod¨ªa a ver grupos de personas con reparto de tareas: uno con un martillo reventaba la acera, pasaba los adoquines a otro que los troceaba, y un tercero los tiraba. ¡°Violencia organizada¡±, repiti¨® el s¨¢bado el consejero de Interior, Miquel Buch.
¡°Est¨¢n entrenados¡±, insisten fuentes policiales. Intentan pinchar las ruedas de las furgonetas e incluso acorralarlas y abrirlas. El viernes ocurri¨® con un veh¨ªculo de Mossos que qued¨® sitiado: intentaron forzar la puerta trasera con una barra y agujerearon el dep¨®sito de gasolina con una piqueta y trataron de prenderle fuego, seg¨²n fuentes policiales. Tambi¨¦n complican la planificaci¨®n policial cambiando de escenario desde que empezaron las protestas: el lunes, el aeropuerto; el martes, la Delegaci¨®n del Gobierno; el mi¨¦rcoles, el Departamento del Interior; el jueves, dos marchas enfrentadas; el viernes y el s¨¢bado, la plaza de Urquinaona y el Tribunal Superior de Justicia (TSJC).
Algunas personas pertenecen a grupos de ¨¢cratas, ajenos hasta ahora a la causa independentista. Muchos son espa?oles y otros, italianos y griegos afincados desde hace a?os en Catalu?a. La polic¨ªa teme que el conflicto se convierta en un polo de atracci¨®n internacional y asegura que ya ha detectado a anarquistas alemanes dispuestos a sumarse.
El colch¨®n estudiantil
La virulencia de la protesta est¨¢ impidiendo a los polic¨ªas detener a los m¨¢s violentos. ¡°Son muchos y si metemos a polic¨ªas de informaci¨®n [de paisano] podr¨ªan lincharlos¡±, dicen fuentes policiales. La mayor¨ªa de los arrestados (171) forman parte de lo que definen como ¡°musculatura¡± que sirve de colch¨®n: los 1.500 j¨®venes, muchos estudiantes, algunos de fuera de Barcelona, que se suman a los disturbios con menor planificaci¨®n. No tienen antecedentes policiales ni judiciales y act¨²an movidos por la frustraci¨®n, seg¨²n indican esas mismas fuentes. Cuando les detienen, no llevan el DNI, sino tan solo el tel¨¦fono de su abogado apuntado en el brazo.
En esa masa se mezclan tambi¨¦n perfiles sin una motivaci¨®n clara, como el caso de cuatro menores tutelados detenidos en Girona. O de una persona de 38 a?os detenida en Lleida, con diversos antecedentes policiales a?os atr¨¢s, entre ellos atentado a la autoridad.
En las protestas se repite la misma escena: una primera l¨ªnea de m¨¢s de 2.000 personas en una actitud muy violenta y enquistada, que atacan a la polic¨ªa. El viernes incluso serraban se?ales de tr¨¢fico. Les sigue una segunda l¨ªnea, que se calcula que puede llegar a las 10.000 personas, casi todos estudiantes, que charlan y se toman algo sin inmutarse ante los altercados que pasan a 300 metros. Las cargas en esa situaci¨®n pueden provocar estampidas muy peligrosas. Cuando por fin logran disolver el foco principal de disturbios, la protesta se atomiza y se dispersa por el centro de la ciudad. Los 500 resistentes desgastan hasta la madrugada a la polic¨ªa.
¡°No saben d¨®nde se meten¡±
¡°Algunos son cr¨ªos que no saben d¨®nde se meten¡±, lamentan fuentes policiales. Y ponen como ejemplo la detenci¨®n de un joven, que una vez arrestado, admiti¨® haber tirado piedras a los agentes. ¡°?Pero eran peque?as y nos os dieron!¡±, aleg¨® en su defensa. Otros se revuelven con violencia, como un detenido el martes ante la Delegaci¨®n del Gobierno en Barcelona. Ya en el suelo intent¨® quitarle la porra a un antidisturbios y de camino al furg¨®n policial trat¨® de zafarse de los polic¨ªas y se agarr¨® al techo del veh¨ªculo.
Los polic¨ªas ven una escalada en la violencia, que ha obligado a atender sanitariamente a 576 personas (19 hospitalizadas). Los mandos de los cuerpos policiales que intervienen en Catalu?a no son optimistas, aunque algunos esperan que a partir de ma?ana baje la intensidad de los altercados, que mantienen tensionados a los antidisturbios a diario, con una capacidad de reacci¨®n limitada. La sensaci¨®n es que los disturbios seguir¨¢n hasta que quienes los provocan se cansen, algo que nadie se atreve a predecir cu¨¢ndo pasar¨¢.
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