Francis Franco, colega honorario
El nieto del dictador deplora que los periodistas no tuvieran libertad de movimientos y muestra su desprecio al Gobierno no dirigi¨¦ndole la palabra a la ministra de Justicia
Ayer empec¨¦ la ma?ana enternecid¨ªsima escuchando a Francisco Francis Franco lamentar las dificultades que ¨ªbamos a sufrir los se?ores y se?oras periodistas para informar de la?exhumaci¨®n, ¨¦l dijo profanaci¨®n con todas las s¨ªlabas, de su abuelo por culpa del Gobierno. Qu¨¦ mono, Francis, colega. Dijo que ellos, los Franco, hubieran preferido un acto privado o, ya puestos, una barra libre de corrillos, carreras y canutazos por la explanada y la bas¨ªlica. ¡°Con luz y taqu¨ªgrafos¡±, dijo, y ah¨ª es donde me vine definitivamente abajo a?orando las plural¨ªsimas conferencias de prensa que daba su general¨ªsimo abuelo sin cuestionarios ni acreditaci¨®n ni censura previa. Nost¨¢lgica que es una.
En realidad, quer¨ªa decir Francis, la familia hubiera preferido que el abuelo siguiera enterrado con honores en el Valle de los Ca¨ªdos rodeado de sus v¨ªctimas por los siglos de los siglos. Pero ya que el Gobierno y el Parlamento y el Tribunal Supremo, esos traidores indocumentados, les obligaban a desenterrarlo ante la execrable indiferencia de su ex Santa Madre Iglesia, al menos que se oyera y se viera su cabreo urbi et orbe. Por ellos que no quedara. Quiz¨¢ por eso, y para darles gusto a las c¨¢maras que le esperaban antes de partir a Cuelgamuros, el exniet¨ªsimo hab¨ªa colgado del balc¨®n de su casa una bandera preconstitucional tama?o s¨¢bana asistido por una se?ora de servicio vestida como Gracita Morales en Cine de barrio, solicit¨ªsima con su se?orito aunque no constara ni constase su afecci¨®n al franquismo. El hecho de que el aguilucho de la ense?a luciera pico abajo a?ad¨ªa un punto inquietante a tama?a fantas¨ªa. La cosa iba remontando.
Al llegar los deudos al Valle en unos microbuses como los de las bodas, volvieron a salt¨¢rseme las l¨¢grimas, no obstante. Esperaba una en su delirio nost¨¢lgico ver al prior d¨ªscolo, Santiago Cantera, amarradito con un c¨ªngulo a la puerta para que no sacaran a Franco de su bas¨ªlica, como Carmen Thyssen se amarr¨® en su d¨ªa a un pl¨¢tano del paseo del Prado para que no talaran los ¨¢rboles frente a su museo. Ilusa. En vez de eso, el padre Cantera, quiz¨¢ apercibido por su obispo, quiz¨¢ guardando fuerzas para la vigilia, se limit¨® a hacer pi?a con los dolientes y a echarle el ¨²ltimo responso al difunto antes de su ¨²ltimo y definitivo alzamiento dentro de su f¨¦retro cubierto por el pend¨®n laureado ¡ªel idioma espa?ol es maravilloso¡ª del escudo de los Franco. Todo muy previsible.
Testigo de carga y descarga, y de que no se rompiera la cadena de custodia del difunto, la ministra de Justicia, Dolores Delgado, tampoco dio mucho juego, concentrada como estaba en no mover ni una ceja para no pecar de mucho ni poco empaque en su papel de notaria mayor del Reino. A no menos de 10 metros y 30 segundos de distancia, Francis Franco no le dirigi¨® ni la palabra ni la mirada en ninguno de los numerosos ratos muertos de la jornada, para que le quedara claro a ella, al Gobierno, al Parlamento, al Tribunal Supremo y a su ex Santa Madre Iglesias que a agraviado y soberbio no le gana nadie.
Total, que al final, tuvo que venir lo que queda del ex teniente coronel Tejero a presentar sus respetos de golpista a golpista a lo que queda del general Franco para que se oyera una voz m¨¢s alta que otra. ¡°Periodistas, terroristas¡±, gritaban los afectos contradiciendo la doctrina de libertad de prensa del colega Francis. Lamentable.
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