Quintanilla se resiste a dejar de ser de On¨¦simo
El pueblo vallisoletano renombrado en honor al fundador de las JONS quiere mantener su top¨®nimo franquista
En Quintanilla de On¨¦simo no parece importar mucho la ley de memoria hist¨®rica. En este pueblo vallisoletano de 1.100 habitantes a¨²n pesa m¨¢s la memoria de On¨¦simo Redondo, vecino de la localidad y fundador en 1931 de la Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS). Es dif¨ªcil encontrar en la localidad a quien defienda el cambio de top¨®nimo. ¡°Que lo dejen como est¨¢¡±, es lo que m¨¢s se oye. Unos esgrimen el papeleo que provocar¨ªa; otros, que es historia y que debe respetarse.
El bar Redondo de Quintanilla vive los lunes un especial trasiego de clientes que van a cobrar la quiniela o a comentar los partidos. Aunque estamos en la comarca de la Ribera del Duero, el vino cede ante la pujante demanda de caf¨¦. Pablo Fadrique, de 83 a?os, y Carlos Garc¨ªa, de 86, curtidos por una vida en el campo, explican que los quintanilleros ven bien el nombre actual del pueblo y que, si acaso, deber¨ªan ser sus habitantes quienes decidieran cambiarlo. Celso Almui?a, catedr¨¢tico de Historia en la Universidad de Valladolid, afirma que Redondo, muerto a los 31 a?os en un tiroteo en los primeros d¨ªas de la Guerra Civil, era un ¡°fascista castellano¡±. Su movimiento se fusion¨® en 1934 con la Falange de Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera antes de que Franco lo convirtiese en partido ¨²nico.
De momento, el nombre se queda. Un juzgado de Valladolid desestim¨® en 2016 la demanda de Eduardo Ranz, un abogado activista de la memoria hist¨®rica. Ranz apunta ahora que ser¨ªa necesaria la implicaci¨®n firme de personas o entidades del pueblo ¡ªel Ayuntamiento en primer lugar¡ª para solicitar el cambio.
Entre an¨¦cdotas de la posguerra, Pablo Fadrique y Carlos Garc¨ªa asumen que tarde o temprano la justicia acabar¨¢ aplicando la ley y obligar¨¢ a quitar el apellido ¡°de On¨¦simo¡±. El camarero del bar, Jos¨¦ Redondo, de 59 a?os, nada tiene que ver con el creador de las JONS. No quiere entrar en la pol¨¦mica, pero opina tambi¨¦n que la decisi¨®n ¨²ltima deber¨ªa ser de los vecinos.
Google a¨²n indica que la actual plaza Mayor de la localidad tambi¨¦n lleva el nombre de On¨¦simo Redondo, aunque se retir¨® en 2016 en aplicaci¨®n de la ley de memoria. Un informe jur¨ªdico de mayo de ese a?o expresaba que el Ayuntamiento, con Ra¨²l Piquero (PP) como alcalde, consideraba ¡°procedente¡± el cambio de denominaci¨®n. Pero la normativa legal no se aplic¨® por completo. En el Consistorio, junto a una iglesia adornada con una cruz con la inscripci¨®n ¡°Ca¨ªdos por Dios y por Espa?a presentes¡±, aguarda el actual regidor, el socialista Carlos del Barrio, de 69 a?os, quien tampoco se moja. ¡°Lo que diga el juez, ser¨¢¡±, afirma este maestro jubilado. Tan solo deja entrever su opini¨®n al admitir que, seg¨²n la ley, el cambio de top¨®nimo ser¨ªa ¡°l¨®gico¡±. Llegado el caso, el alcalde contempla elegir un nuevo nombre mediante consulta popular. Del Barrio querr¨ªa algo vinculado con el cercano r¨ªo Duero.
Una opci¨®n es recuperar denominaciones pasadas. El pueblo, a 35 kil¨®metros al este de Valladolid, ha tenido al menos cuatro apellidos: de Muza ?lvarez, de Duero, de Yuso y de Abajo. Este se sustituy¨® en 1941 por el de On¨¦simo como homenaje, seg¨²n recogi¨® el Bolet¨ªn Oficial del Estado, a un ¡°colaborador preclaro de Jos¨¦ Antonio [Primo de Rivera]¡± para fundar la Falange. Y as¨ª sigue.
Del PCE al PP
Pasear por Quintanilla descubre curiosidades m¨¢s all¨¢ de un alcalde del PSOE en un pueblo con nombre falangista. Un regidor anterior, Antonio Castrillo, de 68 a?os, gobern¨® durante tres mandatos, el primero de los cuales (1987-1991) lo hizo bajo las siglas del PCE y los dos siguientes, de las del PP. Su primer programa inclu¨ªa rebautizar el municipio, pero asegura que cuando accedi¨® al Consistorio comprendi¨® que ¡°la gente ten¨ªa otras preocupaciones¡± y enterr¨® su promesa. Despu¨¦s, se desencant¨® del partido y se pas¨® al PP al abrigo de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. El expresidente del Gobierno veraneaba en Quintanilla, de donde es hijo adoptivo, y jugaba al domin¨® en el bar Redondo. Aznar es amigo de Javier Rojo Redondo, un vecino del pueblo sobrino de On¨¦simo. Ese primer apellido despierta algunas sonrisas en el pueblo. Rojo, de 83 a?os, se proclama ¡°incorrecto pol¨ªticamente¡± y ¡°falangista de nacimiento y de coraz¨®n¡±. Se siente dolido porque el alcalde Piquero, a quien consideraba af¨ªn ideol¨®gicamente, eliminara el nombre de su t¨ªo de la plaza. A Rojo le agrada que Quintanilla honre al apodado Caudillo de Castilla, y define la ley de memoria hist¨®rica como ¡°la mayor cat¨¢strofe que ha tenido Espa?a¡±. Rojo, no obstante, dice que respetar¨ªa el hipot¨¦tico cambio de nombre y si ocurre, prefiere que sea Quintanilla de Abajo, como se llamaba cuando ¨¦l naci¨®.
Ninguno de los quintanilleros consultados defiende la modificaci¨®n, aunque confirman que el pueblo la asumir¨ªa ¡°sin revueltas¡±. No las iniciar¨¢, desde luego, Carlos Garc¨ªa, que fuma tranquilo apoyado en un coche. ¡°Est¨¢n removiendo el fango¡±, reflexiona antes de volver a sus pensamientos y a su memoria.
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