La verg¨¹enza de pedir el voto
No estar¨ªa mal que alguien pidiera perd¨®n. No solo por repetir elecciones, sino por emplear maneras que luego se multiplican en bares y campos de f¨²tbol
Uno de los momentos m¨¢s divertidos de Abril, la pel¨ªcula de Nanni Moretti sobre la campa?a italiana de 1996, tiene lugar cuando el actor y director se dirige al televisor de su casa durante un debate y suplica al candidato del antiguo Partido Comunista: ¡°D'Alema, di algo de izquierdas¡±. Esta noche habr¨¢ millones de espectadores haciendo el Moretti durante el debate a cinco. Dado el miedo al g¨¦nero de algunos candidatos y la rigidez del formato en Espa?a, por momentos el show parecer¨¢ el zapping de cinco m¨ªtines. Pero no lo ser¨¢. Por eso los protagonistas de la gran noche har¨ªan bien en tener en cuenta el aviso de Christopher Hitchens: ¡°La gente como masa tiene muy a menudo una inteligencia inferior a la de sus partes integrantes¡±. Uno se imagina el clamor de un polideportivo y entiende el af¨¢n por asaltar los cielos, dividir el pa¨ªs en dos bloques ¡ªcasta y ETA¡ª o prometer la campanada, la reconquista y el pleno empleo. Tambi¨¦n a Woody Allen le entraban ganas de invadir Polonia cuando escuchaba a Wagner. ?C¨®mo no vas a verte entrando el primero en la meta de La Moncloa si te hacen el pasillo y ponen a todo trapo la en¨¦sima clonaci¨®n de Carros de fuego?
Cosa bien distinta ha de ser el silencio del Pabell¨®n de Cristal de la Casa de Campo. All¨ª las palabras huecas retumban el doble. Balzac, que escribi¨® una comedia humana para contraponer a la divina ¡ªdantesca por definici¨®n¡ª, lo ten¨ªa muy claro: el alma de cada uno es su IRPF. Lo mismo cabr¨ªa decir de su idea de patria o de democracia. Estar¨ªa bien que los candidatos evitaran las abstracciones, las generalizaciones y las grandes palabras. No va a sonar Vangelis. Entre los poetas corre el perturbador consejo de que en un verso es mejor la palabra manzana que la palabra soledad. En pol¨ªtica es preferible o¨ªr hablar del precio de las manzanas. Solo as¨ª podremos pedir cuentas luego.
Tampoco estar¨ªa mal que alguien pidiera perd¨®n. No ya por llevarnos a otras elecciones ¡ªprohibido decir fueron ellos¡ª o por lo que prometieron y no cumplieron ¡ªprohibido decir mercados, Bruselas¡ª, sino por emplear en horario pseudoinfantil maneras que luego se multiplican en los bares y en los campos de f¨²tbol. El minuto de oro del debate de portavoces del viernes pasado no fue ese t¨ªpico final precocinado mirando a c¨¢mara sino el momento en que Gabriel Rufi¨¢n pidi¨® disculpas a In¨¦s Arrimadas por referirse a Ciudadanos como ¡°estos¡±. ?El minuto dorado oficial? A estas alturas del partido es el minuto de la basura. Tal vez Irene Montero inaugurase ese mismo d¨ªa un subg¨¦nero nuevo al leer el cuadrante de una trabajadora. Aunque cinco cuadrantes ser¨ªan demasiados, tendr¨ªa gracia que Pablo Casado leyera el de Florentino P¨¦rez. El cierre m¨¢s cre¨ªble sigue siendo, no obstante, el que Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s us¨® en unas europeas: ¡°Me da mucha verg¨¹enza, pero os tengo que pedir el voto¡±.
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