El adoqu¨ªn de Rivera y cartapacios llenos de gr¨¢ficos

El ¨²ltimo en unirse al quinteto fue el primero en llegar. La Junta Electoral Central excluy¨® en abril a Santiago Abascal de los debates entre los principales candidatos, pero este lunes el l¨ªder de Vox, el debutante, accedi¨® al Pabell¨®n de Cristal de la Casa de Campo poco antes de las ocho y media, la hora fijada por la Academia de Televisi¨®n. Siguiendo el protocolo, que establec¨ªa una llegada escalonada de menor a mayor representaci¨®n parlamentaria, fueron desfilando Pablo Iglesias, Albert Rivera, Pablo Casado y Pedro S¨¢nchez. Todos bajaron de sus coches oficiales, menos el l¨ªder de Unidas Podemos, que tiene por costumbre desplazarse en taxi en estas ocasiones. Sonrientes, confiados y con ganas de debatir posaron ante una nube de fot¨®grafos y c¨¢maras de televisi¨®n junto a la anfitriona, la periodista Mar¨ªa Casado, presidenta de la academia, y los miembros de la junta directiva. Tras las primeras im¨¢genes, los cinco candidatos se concentraron con sus equipos de asesores en los camerinos instalados a pocos metros del plat¨®.

Antes de comenzar el debate saltaba la primera pol¨¦mica. ?Ten¨ªa el candidato de Ciudadanos un alza detr¨¢s del atril para estar a la misma altura que sus contrincantes? La Academia de Televisi¨®n lo desminti¨® oficialmente, aunque s¨ª admiti¨® que este artilugio estuvo en el estudio durante los preparativos. Y matiz¨® que los asesores de campa?a, que el domingo visitaron el set, escrutaron la iluminaci¨®n, la ubicaci¨®n de las c¨¢maras y la distancia entre los atriles y no hicieron ninguna petici¨®n al respecto.

Antes del debate todo estaba pactado y firmado. Desde los detalles del decorado hasta los bloques tem¨¢ticos, pasando por el orden de intervenci¨®n de los l¨ªderes y hasta los moderadores, una tarea que en esta ocasi¨®n ha reca¨ªdo en Ana Blanco y Vicente Vall¨¦s. Las ¨²nicas incertidumbres que quedaban eran ver la capacidad discursiva o de improvisaci¨®n de los candidatos, sus mensajes no verbales, el grado de comodidad o nerviosismo ante las c¨¢maras, el control de los tiempos, la manera de dirigirse a sus oponentes. Sus propuestas y su puesta en escena.

En los debates de Estados Unidos es una tradici¨®n que los contrincantes no lleven documentos ni cartapacios con todo tipo de utensilios. Llevar notas sugiere que no se han preparado mentalmente. Solo suelen contar con hojas en blanco para tomar apuntes. La liturgia en Espa?a es bien distinta. Los candidatos portan cartapacios llenos de gr¨¢ficos, fotograf¨ªas, libros o tesis doctorales. Es una manera de distraer la atenci¨®n sobre lo que se dice y un reto para los realizadores. Un elemento de espectacularizaci¨®n. A los pocos minutos del comienzo del debate, Rivera mostr¨® un adoqu¨ªn de las calles de Barcelona, similar a los que los violentos han arrojado a las fuerzas de seguridad en los disturbios de las ¨²ltimas semanas.

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Los cinco candidatos no llegaron solos. Lo hicieron arropados por una legi¨®n de asesores, que directamente se instalaron en los camerinos habilitados para seguir el encuentro y dar las ¨²ltimas instrucciones a los candidatos antes del combate electoral. En una campa?a breve como la de las legislativas del 10-N y con un solo debate en la agenda, la cita de este lunes adquiere un peso especial. Muchos electores reafirman su voto o lo cambian tras ver a los l¨ªderes de los principales partidos enfrentarse dial¨¦cticamente en televisi¨®n. Las audiencias son una muestra del inter¨¦s que despiertan. El ¨²ltimo encuentro electoral emitido por la academia, en 2016, que cont¨® con la participaron Rajoy, S¨¢nchez, Iglesias y Rivera, se emiti¨® a trav¨¦s de 17 cadenas y fue visto por 10,5 millones de personas. ¡°Ojal¨¢ hubiera m¨¢s de un debate¡±, dijo Iglesias al inicio del programa. Pero no habr¨¢ m¨¢s. Los partidos son los que marcan el ritmo. Y han decidido que en esta campa?a no habr¨¢ m¨¢s citas entre los principales candidatos.