Pablo Iglesias no acepta la realidad
El l¨ªder de Podemos insiste en reclamar un Gobierno de coalici¨®n a S¨¢nchez
¡°Les pediremos a los espa?oles que lo digan a¨²n m¨¢s fuerte y claro el 10 de noviembre¡±, dijo el candidato socialista, Pedro S¨¢nchez, cuando en septiembre se convocaron de nuevo elecciones generales tras el fracaso de las negociaciones para su investidura. Calculaba entonces que saldr¨ªa muy reforzado de la repetici¨®n electoral, que el camino se le har¨ªa m¨¢s ancho y m¨¢s corto, e incluso que dormir¨ªa mejor. S¨¢nchez ha ganado, pero vienen d¨ªas de insomnio.
Los resultados han desbaratado estas previsiones tan optimistas. ¡°Las elecciones las carga el diablo; m¨¢s vale p¨¢jaro en mano¡±, le advirtieron al presidente del Gobierno en funciones, sin ninguna originalidad, pero con la sabidur¨ªa propia de la gente que vive en pueblos peque?os. Conviene siempre mirar a estos sitios y escuchar a sus vecinos, porque es donde antes se percibe la realidad. Los escenarios de pactos son m¨¢s complicados y el diablo viste de Vox.
Lo que se ha producido este 10 de noviembre es una voxificaci¨®n del Congreso. La izquierda suma menos: de los 165 esca?os de las elecciones del 28 de abril, hace seis meses, junta ahora 155. El PSOE ha sacado tres menos y de tener 123 diputados pasa a 120; y Unidas Podemos, incluidas sus confluencias, de 42 a 35. ?A¨²n m¨¢s fuerte? ?Y m¨¢s claro?
El debate de la izquierda ¡°sac¨¢ndose los ojos¡±, como afirm¨® en el fracasado debate de investidura Gabriel Rufi¨¢n, no era el ejemplo m¨¢s edificante para que la gente fuera a votar con el mismo ¨¢nimo y con la misma papeleta.
La buena noticia para la izquierda (PSOE, Unidas Podemos y los tres esca?os de M¨¢s Pa¨ªs) es que suma m¨¢s que el bloque de derechas (PP, Vox, Ciudadanos), pero ser¨¢n necesarias primorosas alianzas, en forma de votos afirmativos o abstenciones, con formaciones regionalistas e independentistas. Los dos partidos de izquierda no fueron capaces hace seis meses de llegar a un acuerdo de gobernabilidad, cuando hicieron antes el camino m¨¢s dif¨ªcil como fue el de alcanzar un pacto sobre los Presupuestos Generales del Estado, que el resto de las formaciones tumbaron. Ni el PSOE ni Unidas Podemos, siguiendo la tradici¨®n de la izquierda espa?ola, se dieron una oportunidad de ensayar una trayectoria en com¨²n, aunque solo fuera para comprobar, pasado el tiempo, su imposibilidad y certificar su fracaso. Ni siquiera lo intentaron.
Ahora ya no vale la absurda disquisici¨®n de si es mejor un Gobierno de cooperaci¨®n, como ped¨ªa el PSOE, o una coalici¨®n revisable, como reclam¨® la formaci¨®n que lidera Pablo Iglesias. Est¨¢n obligados, como m¨ªnimo, a la s¨ªntesis y a partir de ah¨ª a ir sumando.
Pero no fue eso lo que se escuch¨® en la noche del domingo a Pablo Iglesias. ¡°Se duerme peor con la extrema derecha que con ministros de Unidas Podemos¡±, se?al¨® al hacer balance del resultado, culpando a los socialistas del ascenso del partido de Santiago Abascal. El coordinador de IU, Alberto Garz¨®n, carg¨® en S¨¢nchez la ¡°grave irresponsabilidad¡± de la repetici¨®n electoral. Y la l¨ªder de Podemos en Andaluc¨ªa, Teresa Rodr¨ªguez, los maldijo: ¡°Malditos sean quienes decidieron darle gratuitamente una segunda oportunidad a la extrema derecha. Maldita su irresponsabilidad y su connivencia. Es imperdonable y lo pagaremos muy caro¡±.
Iglesias asegur¨® que la ¨²nica manera de frenar a la ultraderecha de Vox es un Gobierno que d¨¦ estabilidad. Este lunes propondr¨¢ a Pedro S¨¢nchez una coalici¨®n con un programa centrado en la pol¨ªtica social recogida en la Constituci¨®n y donde la presencia de sus miembros se decida en funci¨®n de los votos obtenidos por cada partido. Lo dijo igual de claro, pero ahora mucho menos fuerte.
Es evidente que Iglesias no es de pueblo. Lo suyo no es la realidad.
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