Las 24 hect¨¢reas de c¨¢?amo que ol¨ªan a marihuana
Un robo en una plantaci¨®n legal de cannabis en C¨¢diz lleva a investigar a tres empresarios
Una buena ma?anas de octubre, a Carmen -nombre ficticio, ¡°a ver si alguien me dice algo por hablar¡±- le vino un ¡°olor muy fuerte a apio¡± cuando abri¨® la ventana de su casa en Setenil de las Bodegas (C¨¢diz). Su marido, entre risas, la sac¨® de la duda: ¡°?Anda ya!, lo que hueles es marihuana¡±. Las 24 hect¨¢reas de c¨¢?amo, supuestamente industrial y legal, que crec¨ªan a dos kil¨®metros del pueblo avisaban con su aroma que era tiempo de recolecci¨®n. Pero eso ni lleg¨® a pasar. Los responsables de la plantaci¨®n est¨¢n investigados por un supuesto delito contra la salud p¨²blica, despu¨¦s de que un robo haya destapado que los niveles de THC -el elemento psicoactivo- son muy superiores a lo permitido.
¡°Dec¨ªan que era para hacer medicamentos y textil. Al final, a ver si era para otra cosa¡¡±, deja caer la vecina mientras sigue barriendo la calle con la escoba que le han dado en el plan de empleo en el que participa. Aunque Carmen asegura que ella solo cuenta ¡°lo que se rumorea en el pueblo¡±, resume a la perfecci¨®n la extra?a encrucijada en la que se encuentran en la Fiscal¨ªa Antidroga de C¨¢diz, en uno de sus casos m¨¢s singulares, pese a estar acostumbrada a ver de todo en una provincia que cada a?o mueve cientos de toneladas de hach¨ªs.
Hac¨ªa m¨¢s de seis meses que las hojas palmeadas del cannabis hab¨ªan comenzado a crecer al abrigo de la discreta finca Dehesa del Pilar, un inmenso terreno de 80 hect¨¢reas de olivares en torno a un cortijo andaluz. Un espa?ol, un ingl¨¦s y un italiano son los responsables de un cultivo supuestamente legal que pasaba desapercibido si no fuese por el olor que desprend¨ªa con el roc¨ªo de cada madrugada. El primero -un misterioso gaditano cuya identidad es una inc¨®gnita en Setenil- pone los terrenos; los otros dos forman parte de una empresa inglesa que se encapricha de la zona por sus buenas cualidades clim¨¢ticas y ofrecen al latifundista pasarse a la plantaci¨®n industrial de c¨¢?amo -permitido en Espa?a- para producir fibras textiles y cosm¨¦tica.
?Pero todo se tuerce el pasado 11 de octubre. El servicio de seguridad del cultivo denuncia el robo de parte de las plantas. ¡°Fue una furgoneta mediana blanca¡±, resume un colaborador cercano al terrateniente gaditano que prefiere mantenerse en el anonimato. Un veh¨ªculo de las mismas caracter¨ªsticas se estrella contra un caballo en el cercano pueblo de Algodonales en la madrugada de ese mismo d¨ªa. Los ocupantes huyen a la desesperada. La paquetera est¨¢ tan atestada de cannabis que la tiene que vaciar un cami¨®n de los servicios municipales del pueblo, seg¨²n publica el medio local ¡®Diario de C¨¢diz¡¯. La Guardia Civil se hace cargo de la investigaci¨®n, asocia el hallazgo con la finca y descubre que las matas superan con creces los niveles de THC.
¡°Superaban el 14%, cuando en Espa?a los niveles legales permitidos para el c¨¢?amo industrial de 0,2%¡±, asegura una fuente cercana al caso. Unas semanas despu¨¦s del suceso, m¨¢s de 50 agentes se presentaron en la Dehesa del Pilar, justo el d¨ªa que comenzaba la recolecci¨®n. M¨¢s de 100 trabajadores, en su mayor¨ªa mujeres de pueblos cercanos, llegaban a las claras del d¨ªa dispuestas a cortar las matas a mano. Ni pudieron acceder a la finca. ¡°Vinieron hasta con un helic¨®ptero y suerte que se vinieron a razones y no prendieron fuego a las 24 hect¨¢reas¡±, asegura el empleado del due?o.
La finca qued¨® precintada con un escueto cartel que, m¨¢s de un mes despu¨¦s, languidece, pero en el que a¨²n se puede leer que la orden viene del Juzgado N¨²mero 3 de Arcos de la Frontera. En este tiempo, las nuevas anal¨ªticas del cultivo han arrojado cifras dispares: de zonas en las que la concentraci¨®n de THC est¨¢ por debajo de lo permitido a otras en las que lo supera con creces. La media de la plantaci¨®n rebasa el 5%. El empresario espa?ol -con el que EL PA?S ha intentado ponerse en contacto sin ¨¦xito- ha presentado facturas que demuestran que compr¨® legalmente variedades permitidas de semillas de cannabis. El resto de responsables tambi¨¦n han mostrado unas anal¨ªticas de la Fundaci¨®n Canna y de la Universidad de Mil¨¢n en los que los niveles s¨ª est¨¢n dentro de los par¨¢metros permitidos.
¡°?Qui¨¦n asegura que se cumpli¨® la cadena de custodia en esos an¨¢lisis, que son las mismas plantas?¡±, se pregunta una fuente judicial. Los socios tambi¨¦n alegan que las condiciones clim¨¢ticas pudieron disparar los niveles de THC de forma involuntaria. Pero la Fiscal¨ªa muestra sus dudas de que eso sea posible y ha encargado un informe al Ministerio de Agricultura. Adem¨¢s, la investigaci¨®n ha descubierto que los socios cumplieron con su obligaci¨®n de informar a esta instituci¨®n sobre su intenci¨®n de plantar c¨¢?amo con fines textiles. Sin embargo, no parece constar la autorizaci¨®n de la Agencia Espa?ola de Medicamentos, necesaria para extraer el CBD para producir cosm¨¦tica, lo que les conllevar¨ªa, al menos, una infracci¨®n administrativa.
La finca sigue cerrada a cal y canto. Dentro, el c¨¢?amo se ha secado y ¡°con toda probabilidad tendr¨¢ que ser arrancado por superar los niveles¡±, seg¨²n asegura un agente. Por ahora, el juez instructor, en contra del criterio de la Fiscal¨ªa, no ha impuesto medidas cautelares contra los investigados. El due?o espa?ol acumula p¨¦rdidas superiores a los 800.000 euros y ha perdido la confianza en su socio ingl¨¦s. ¡°Est¨¢ mal, arruinado y con un tratamiento por depresi¨®n¡±, aunque su empleado asegura que su intenci¨®n es buscar un nuevo socio inversor para retomar la explotaci¨®n legal ¡°cuanto antes¡±.
Mientras, en Setenil, ese bello pueblo excavado en la Sierra de C¨¢diz, siguen ¡°en ascuas¡±, como reconoce su alcalde Rafael Vargas. Para sus 2.700 habitantes, el turismo no es suficiente excusa para menguar unas tasas de paro que no suelen bajar del 24%. ¡°Hubiese sido bonito que funcionase¡±, a?ade Vargas. Pero a la sobrina de Carmen, que trabaj¨® en la plantaci¨®n, incluso ¡°le han dejado hasta deber dinero¡±, seg¨²n denuncia la vecina. Nadie sabe en el pueblo si volver¨¢n a oler a marihuana en un pr¨®ximo amanecer. Solo en algo, reconocido por el propio amigo del terrateniente, todos parecen coincidir: ¡°Aqu¨ª hay algo extra?¨ªsimo¡±.
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