El ap¨®stata ante el inquisidor

El major de los Mossos d¡¯Esquadra, Josep Llu¨ªs Trapero, ya estaba consagrado como el gran ap¨®stata de la herej¨ªa secesionista, unilateralista e ilegal: renegado, aunque nunca la hubiera profesado.

As¨ª se evidenci¨® el 15 de marzo ante el Supremo, cuando revel¨® que, dos d¨ªas antes de la declaraci¨®n de independencia, se ofreci¨® a la autoridad judicial catalana para detener al president de la Generalitat y a todos sus consellers. Con empaque sobrio, preciso y demasiado prolijo, ayer ampli¨® su distancia frente al intento levantisco. En cuatro episodios. Uno, reput¨® de ¡°barbaridad¡± la primera declaraci¨®n parlamentaria del proc¨¦s (9-11-2015) en que la C¨¢mara se insubordinaba a las decisiones del Estado, sobre todo a las del Tribunal Constitucional.

Dos, atribuy¨® la dimisi¨®n del consejero Jordi Jan¨¦ a su incomodidad con ¡°los actos ilegales que estaba proponiendo el Govern¡±. Tres, relat¨® su di¨¢logo con el secretario del Ejecutivo aut¨®nomo, Joan Vidal de Ciurana, un a?o antes del refer¨¦ndum del 1-O:

¡ª?D¨®nde estar¨¦is los Mossos si se produce una doble legalidad? ¡ªle inquiri¨®.

¡ªDoble legalidad no existe. O hay una ley u otra, y los Mossos estaremos a lo que digan los jueces ¡ªreplic¨®.

Y cuatro, explic¨® su ¡°conversaci¨®n airada¡±, en defensa de la autonom¨ªa del cuerpo policial, con el hoy condenado Jordi S¨¤nchez el 20 de septiembre de 2017 en la concentraci¨®n ante Econom¨ªa: ¡°T¨² a m¨ª no me dices c¨®mo se monta un dispositivo [policial]¡¯, le dije. Y le colgu¨¦¡±.

El aplomo del polic¨ªa deshilach¨® la beligerancia del teniente fiscal, Miguel ?ngel Carballo. Gast¨® todas las t¨¢cticas. Mantuvo la acusaci¨®n de rebeli¨®n cuando no la hubo, seg¨²n el Supremo, ni jefes condenados por tal. Busc¨® arrinconarle confundiendo fechas y datos. Le interrumpi¨® a cada respuesta. Le quiso enredar poniendo en su boca frases que no dijo. Y ni por esas. El tono inquisitorial del interrogatorio no vino por esos trucos de r¨¢bula veterano. Sino por sus silencios. Es curioso que la Fiscal¨ªa ¡ªtambi¨¦n ocurri¨® en el Supremo¡ª prejuzgue que los eventuales errores policiales siempre proceden del mismo cuerpo, y nunca inquiera a los dem¨¢s.

As¨ª, Carballo se extra?aba ¡ªl¨®gico¡ª de que los coches de la Guardia Civil llevasen horas rodeados por manifestantes, con armas dentro. ¡°?No le pareci¨® grave?¡±, apunt¨® a Trapero. Pero ni ¨¦l ni ning¨²n fiscal ha preguntado en estos procesos por qu¨¦ el instituto armado las abandon¨®. Y si hubo arrestos por descontrol de material tan sensible: lo reglamentario.

Al fiscal tambi¨¦n le escandalizaba que hubiese poca dotaci¨®n de los Mossos en el lugar: correcto. Pero no le interes¨® la explicaci¨®n de que la polic¨ªa auton¨®mica catalana estaba en Babia porque nadie le hab¨ªa siquiera anticipado ¡ªincluso sin detalles¡ª que habr¨ªa alguna operaci¨®n clave ese d¨ªa en el centro de Barcelona.

Y se esforzaba en recriminar al major que los Mossos no garantizasen la salida digna de la comitiva judicial, pero sin escuchar que era esta la que se retrasaba ¡°porque la Guardia Civil ten¨ªa problemas para clonar un ordenador¡±, como detall¨® Trapero.

As¨ª que los principios de ¡°imparcialidad¡± y ¡°proporcionalidad¡± del Estatuto Org¨¢nico del Ministerio Fiscal (ley 50/1981, art¨ªculos 2, 5 y 7) brillaron por su ausencia.