La vida oscura en la periferia de Granada
La degradaci¨®n social se agudiza en barrios de la ciudad andaluza por los continuos cortes de energ¨ªa
Hay barrios que se construyeron en Andaluc¨ªa para alojar a los pobres y mantenerlos lejos del centro de las ciudades. Ocurri¨® a finales de los a?os sesenta del siglo pasado en Sevilla, M¨¢laga, Almer¨ªa y Granada. Almanj¨¢yar fue el nombre que le toc¨® a esa isla de pobres granadina. Entonces estaba distanciado un par de kil¨®metros de los l¨ªmites de la ciudad. Hace a?os que ya no existe esa separaci¨®n, pero, como medio siglo atr¨¢s, el lugar sigue siendo otro mundo. Junto a Almanj¨¢yar surgieron Molino Nuevo, La Paz o Cartuja, barriadas que han corrido la misma suerte. Sufren cortes de luz diarios, la Administraci¨®n ha perdido el control de cientos de viviendas sociales que han sido vendidas y revendidas y se cumplen dos d¨¦cadas de un cultivo ilegal de marihuana que, desde 2012 especialmente, crece sin parar.
En la Nochebuena de 2009, Paqui Sojo, ten¨ªa todo preparado para cenar. ¡°Se nos fue la luz y pasamos la noche calent¨¢ndonos e ilumin¨¢ndonos con una gran sart¨¦n de ascuas de carb¨®n de barbacoa¡±, recuerda. Una d¨¦cada despu¨¦s, poco ha cambiado. ¡°Al principio, los apagones eran salteados. Desde octubre de 2015 son casi diarios. Estamos desesperados¡±, dice. La pasada semana, dos apagones de 10 y 12 horas, en ¨¦poca de fr¨ªo m¨¢ximo, fueron ¨¦picos.
En una pared del sal¨®n de la casa de Paqui, a modo de aplique, una gran linterna adosada a la pared espera el momento de que se vaya la corriente. En la vivienda de su vecina Pepa, la luz se apaga en medio de la conversaci¨®n con el periodista. La mujer recurre a las dos linternas que tiene sobre la mesa camilla. Pepa, con 97 a?os, ya no camina y se pasa el d¨ªa en el sill¨®n. La apertura a distancia de su puerta es el¨¦ctrica. Si se va la luz, no tiene c¨®mo abrir.
Algunos vecinos, explica el p¨¢rroco de La Paz, Mario Picazo, ¡°tienen m¨¢quinas que les ayudan a respirar, pero los apagones hacen dif¨ªcil que sigan sus tratamientos¡±. ¡°La situaci¨®n de esta gente¡±, lamenta, ¡°es de extrema vulnerabilidad. El barrio se ha convertido ¡ªy nadie lo ha evitado¡ª en un espacio para quienes no tienen sitio en la sociedad¡±.
Son unas 2.250 familias o establecimientos, seg¨²n datos de Endesa, los que sufren los constantes apagones. Una portavoz de la compa?¨ªa sostiene que, al contrario de lo que perciben los vecinos, sus instalaciones en el barrio son modernas, han supuesto una fuerte inversi¨®n e incluso est¨¢n sobredimensionadas para la potencia contratada. El problema, a?ade, es que los enganches ilegales absorben el 72% del consumo y solo el 48% de los 4.633 suministros que en la pr¨¢ctica ofrece la compa?¨ªa tienen contrato en vigor. Y, a la hora del suministro, Endesa no puede desconectar solo los ilegales, alega. ?D¨®nde va ese gran consumo el¨¦ctrico clandestino? Sobre todo, al cultivo de marihuana en las viviendas.
Los vecinos, sin embargo, se quejan de falta de atenci¨®n de la el¨¦ctrica. ¡°Llamas [para comunicar un apag¨®n] y te dicen que no les consta ninguna incidencia¡±, concluye enojada Paqui, que necesita la asistencia de un respirador la 24 horas del d¨ªa.
Miguel Melguizo, m¨¦dico del centro de salud de Almanj¨¢yar desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas, explica con contundencia: ¡°La vocaci¨®n pol¨ªtica con la que naci¨® el barrio es que fuera un basurero¡± para acoger a quienes no eran queridos en el centro de la ciudad. Almanj¨¢yar y sus barriadas adyacentes surgieron a partir de la construcci¨®n de miles de viviendas de protecci¨®n oficial. Pero la Administraci¨®n auton¨®mica hace a?os que no las revisa Hoy, por 6.000 euros se puede comprar un piso. Das el dinero en mano, te lo entregan y no hacen falta papeles. Uno sale, otro entra. La cadena de propiedad de algunas de esas viviendas se perdi¨® hace a?os. Cada uno que se vende a esos precios irrisorios, acaba casi siempre alojando una plantaci¨®n de marihuana. Terminar con el cultivo clandestino de cannabis, solventar el problema de la electricidad y regularizar la propiedad de las viviendas son las tres medidas que permitir¨ªan vislumbrar un futuro para el barrio, seg¨²n Melguizo.
Manuel Mart¨ªn, defensor del ciudadano de Granada, un ¨®rgano municipal, conoce bien la zona y no tiene dudas: ¡°El barrio sufre una crisis humanitaria y social¡±. Mart¨ªn acaba de escribirle al presidente del Gobierno invit¨¢ndole a que conozca el barrio. El defensor del pueblo andaluz lo ha visitado ya. Jes¨²s Maeztu dice que las Administraciones conocen el problema pero no buscan soluciones. Maeztu reclama acciones en diversos campos, ¡°polic¨ªa, urbanismo, energ¨ªa, igualdad y bienestar social¡±. La situaci¨®n est¨¢ tan deteriorada que los apagones son solo el m¨¢s llamativo de sus m¨²ltiples problemas.
El m¨¦dico Miguel Melguizo define el barrio como ¡°socialmente de tr¨¢nsito¡±. Eso significa que aqu¨ª se cobija gente pobre que, tan pronto mejora su situaci¨®n, decide irse. Inmediatamente su lugar es ocupado por familias que llegan en una situaci¨®n a¨²n peor de la de quienes se han ido. Entre tanta rotaci¨®n, se enquista una segregaci¨®n social permanente. Y unas vidas para las que la oscuridad es algo m¨¢s que una met¨¢fora.
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